Por Virgilio Cerrud A.
Sociólogo y docente universitario. Miembro del Colectivo Bayano
”los pobres no pueden esperar. Si los movimientos populares no reclaman, si ustedes no gritan, si ustedes no luchan, si no despiertan conciencias, las cosas van a ser más difíciles. Plantamos una bandera: tierra, techo y trabajo”.
Papa Francisco
Al entrar en su tercera semana de huelga indefinida, las movilizaciones de los sectores que rechazan la Ley 462, sobre la Caja de Seguro Social (CSS), van en aumento en las principales ciudades de Panamá.
Las protestas populares incluyen el rechazo de los memorandos de entendimiento entre Panamá y Estados Unidos, que lesionan la soberanía y la memoria de los mártires de enero de 1964. Asimismo, hay un masivo repudio a la pretendida apertura de la mina de Cobre Panamá, cuyo contrato fue declarado inconstitucional, y la oposición de las comunidades campesinas a los embalses en río Indio, en áreas cercanas al Canal de Panamá.
Millares de panameños y panameñas se han sumado a las movilizaciones pacíficas a lo largo y ancho del territorio nacional. Esas demostraciones han recibido el apoyo solidario de los niños de escuelas primarias y de adultos mayores que enarbolan banderas para demostrar su repudio al desgobierno de los traidores que venden la patria.
A las manifestaciones se han unido los obreros de la construcción, trabajadores, estudiantes universitarios y de secundaria, los pueblos originarios, el sector salud, los sectores profesionales, los campesinos, los desocupados, los obreros de las plantaciones bananeras, los desocupados, los guerreros del mar, la juventud, los sectores de las iglesias comprometidas con los pobres, las mujeres, los adultos mayores, los jubilados y asociaciones de transportistas.
Sin embargo, las autoridades que administran el Estado —entiéndase gobierno nacional—, utilizan, al mejor estilo del macartismo, la intimidación, el miedo, la provocaciones, la represión, la judicialización de las protestas, las detenciones arbitrarias e ilegales, la “censura”, las mentiras, la retención arbitraria de cheques, las amenazas directas a los directores de escuelas, la intimidación de no entregar las becas a los estudiantes que muestren apoyo a la huelga, las amenazas a los funcionarios, el despliegue desproporcionado de fuerzas de represión y el bloqueo de los bastiones de lucha de los docentes por parte de la Policía.
¿Estado carcelario o qué?
El Estado carcelario recibe abiertamente el apoyo del sector empresarial parasitario, de la burguesía financiera especulativa, de la partidocracia entreguista, de los ”influencers” a sueldo, de los esquiroles del movimiento de los trabajadores, de los evasores de impuestos, de los donantes de campaña que ven negra la recuperación de su inversión, de los corruptos de dentro y fuera del Estado, de la mafia farmacéutica, de las corporaciones mediáticas que reciben jugosos contratos de publicidad y, sobre todo, del imperio norteamericano que considera a Panamá su patio trasero, en contra de la soberanía nacional.
Definitivamente, el pueblo se resiste a las imposiciones, a que sea entregada la sagrada soberanía y sea traicionado el legado de generaciones de panameños que lucharon para erradicar la colonia enclavada en el corazón del territorio nacional y rechazaron la presencia de bases extranjeras en las riberas de la vía interoceánica.
Para enfrentar el Estado carcelario, es vital que el movimiento social panameño que incorpora a sectores identificados con la dignidad nacional y la soberanía, responda con organización, madurez y objetivos claros de lucha contra la reforma a la CSS, la apertura de la mina, los embalses de río Indio y los memorandos de entendimiento.
Sólo así podrá ser derrotado el entreguismo y la sumisión al inquilino del Palacio de las Garzas y su séquito de ”amos chocolates” (burguesía financiera) y principalmente a su jefe superior, el amo blanco del norte representado en la figura del delincuente que se ha instalado en la Casa Blanca.
Es necesario que todos contribuyan en forma efectiva y valiente al fortalecimiento de la lucha del movimiento social panameño.
¡Así de sencilla es la cosa!