Por Virgilio Cerrud A.
Sociólogo y docente universitario
El fondo de la actual situación que atraviesa la Caja de Seguros Social (CSS), no hay que buscarlo en aquellos políticos perversos que dicen actuar de buena fe, pero que carecen de ella. Ese complejo panorama está centrado en dos elementos que los analistas suelen pasar por alto:
1. El botín económico (caja menuda) y político de los gobiernos oligarcas de la década de los 60. De igual manera, las administraciones de la década de los 80 (militares) emularon el modelo. El problema se agudizó de manera vergonzosa en el periodo post-invasión, durante gobiernos neoliberales que aún gozan del beneplácito de Estados Unidos.
2. La estructura decadente que rige a Panamá está en crisis y se expresa a través de medidas fondomonetaristas, nacidas del denominado Consenso de Washington (entiéndase ajustes estructurales neoliberales) que privilegian la privatización de los activos (empresas públicas).
La Caja de Seguro Social, al igual que el Canal de Panamá y el Agua (IDAAN), son los activos más importantes que le quedan al pueblo panameño (Estado). De hecho, figuran en las recetas para la privatización. Al reconocer esa realidad, la población entenderá el comportamiento de las distintas administraciones (gobiernos), a lo largo de los últimos 35 años de “democracia”.
Esas administraciones, unas más que otras, se han caracterizado por garantizar que ese patrimonio de los trabajadores esté a la entera disposición de los gobiernos de turno.
La pésima administración, corrupción, contratos de “dudosas transacción”, mora quirúrgica, atención tardía al paciente (citas médicas retrasadas), falta de insumos, déficit de especialistas, desabastecimiento de medicamentos en las farmacias, son sólo algunas realidades de la CSS.
Asimismo, hay un grave problema invisibilizado: la evasión del pago a la CSS de la cuota de los trabajadores, por parte del sector patronal e instituciones del Estado, y su apropiación indebida. A ello, se suman escándalos en las licitaciones para la compra de medicamentos. Casas farmacéuticas que participan, además, en otro tipo de contratos con la CSS, aparecen salpicadas de corrupción.
Esa situación favorece a quienes desde las altas esferas del gobierno proempresarial, desde sectores de la empresa privada parasitaria (los donantes de campaña), los especuladores, los corruptos y corruptores (uno no puede vivir sin el otro), responden a la aplicación de las medidas neoliberales, implementadas a partir de los regímenes entreguistas que gobiernan al país desde diciembre de 1989.
Hoy, cuando el gobierno se propone reformar la ley que rige la CSS, es necesario subrayar que ellos sólo tendrá sentido si se define por qué, para qué y para quiénes son las modificaciones a la legislación.
En la actualidad, hay dos propuestas claramente definidas sobre la CSS:
1. La que lideriza el sector oficialista, apoyado por la empresa privada (aunque ésta quiera aparecer con propuestas propias). Los integrantes del gobierno definen su orientación, catalogado por el propio presidente como proempresarial. Ese sector no está divorciado de la implementación de las medidas paramétricas, reformas estructurales dirigidas a garantizar sus intereses y las pretensiones de calcular las pensiones con todos los años laborados, no los de los mejores salarios. Dejan caer sobre la espalda de los trabajadores, jubilados y pensionados el peso que conlleva la imposición de esas medidas.
2. La de los sectores trabajadores públicos y privados, incluyendo a los jubilados y pensionados que siguen cotizando, luego de haber dejado de trabajar. Este sector, apoyado por las distintas organizaciones sociales, aboga porque se retorne al sistema solidario y que todo lo recaudado en el sistema mixto sea incorporado al solidario, como mejor opción, acompañada de otras medidas para fortalecer el programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) e iniciar el verdadero rescate de la CSS.
Entre otras medidas, hay que mencionar algunas iniciativas sometidas al debate:
Aumentar el Producto Interno Bruto (PIB), recuperar el dinero evadido de la cuota de los trabajadores por malos empresarios, incorporar a los trabajadores no declarados por la empresa privada, el pago de la cuota de los trabajadores del sector público, transparencia en las licitaciones de la CSS; compra directa de los medicamentos requeridos por asegurados y pensionados.
Los cotizantes jubilados, pensionados y trabajadores activos tienen el compromiso de luchar pars garantizar el rescate de la CSS de manos de quienes siempre la han tomado como caja menuda para satisfacer los apetitos insaciables de los que lucran y son parásitos de los recursos que genera el Estado.
Frente a ese inmenso desafío económico, social y político, es necesario cerrar filas. La organización y la unidad son las herramientas para luchar y advertir a los neoliberales que el hecho de haber ganado las elecciones no significa que tienen patente de corso para “gobernar” a su antojo.
Es imprescindible avanzar hacia una democracia participativa, en la que el pueblo soberano sea tomado en cuenta, como protagonista, y no como observador. La juventud reconocerá el valor de esa lucha cuando sea saneada la CSS.