Por Rafael García Denvers
Coordinador de Vanguardia Torrijista (VT)
Superada la etapa de cuentos y promesas, establecida la nueva correlación de actores de gobierno y definido el carácter del gobierno como representante de la Empresa Privada, conviene volver a la compleja realidad nacional.
Con todo el peligro que ello representa para una población en medio de la informalidad reinante, un desempleo agobiante y altos niveles de pobreza y de pobreza extrema, con poca credibilidad en las instituciones y un agotamiento de la paciencia y un aumento de las tensiones globales, es hora de que sea disipada la incertidumbre.
Se requiere pasar de la palabra a los hechos, sin demora. Todo el mundo está de acuerdo en una u otra forma que los discursos, como siempre, están bien elaborados. Asimismo, todos recuerda que las palabras se las lleva el viento.
La realidad obliga a pasar a los hechos y ello conlleva el hecho esencial de determinar a quién beneficiará la acción y a quién perjudicará la acción, a favor de quién o quiénes van a caminar los hechos.
Los poderes económicos desarrollan igual idioma, diciendo que hay que pasar a los hechos, pasar a los hechos para ellos, eso significa: ”páguenme a tiempo, páguenme bien, denme todas las ganancias, permítanme construir, ejecutar, al menor costo posible, cobrando la mayor tarifa posible”.
El otro lado de la moneda, en el otro extremo de la contradicción, para la población en general, pasar de la palabra a los hechos es tener solución, que no debe ser pan para hoy y hambre para mañana. La solución debe ser permanente y escalonada, capaz de ir avanzando paulatinamente hasta convertirse en respuestas que vayan abriendo un horizonte de esperanza, de realizaciones y de contenido.
La regulación del Gobierno sobre la sociedad debería prever normas de equidad y normas de convivencia, en las que sea penalizada la acción indebida y la corrupción, la evasión fiscal y la acción de apoderarse de los bienes sociales a beneficio de unos pocos. Pero, hay que tener presente que penalizar significa no cargarle la culpa al más débil y nunca transferir el costo al que menos tiene, para favorecer la acumulación.
Pasar a la acción cuando nos referimos al Gobierno que asume el poder, y a cualquier otro Gobierno, es con el mandato y la instrucción de redistribuir la riqueza social para desenvolverse en una sociedad en la que poco a poco —obviamente, no de hoy para mañana—, sean atendidas y solucionadas las diferentes deficiencias sociales. Para ello, el requisito es el colectivo humano primero, el ser humano primero y el derecho a la vida primero.
Los discursos retoricos poco aportan, si no se establecen metas, fechas de inicio de las tareas y un equipo comprometido con las mismas. Y eso no lo veo en e el Gobierno de la Empresa Privada, apoyado por la fuerza de un Estado extranjero que nunca ha respetado la soberanía nacional.
Pasar de las palabras a los hechos, es hacerlo a tiempo. Significa realizarlo cuando se necesita, y explicarlo y efectuarlo de la mejor manera. No es simplemente hacerlo. Por ese motivo, las frases cortas no son necesariamente claras. A veces, la acción de aclarar mucho puede significar confusión. En ese caso, pasar de las palabras a los hechos debe ser a beneficio colectivo y no de un pequeño sector que ha vivido sangrando el erario y apoderándose descaradamente de la riqueza social.