Monumento a Octavio Méndez Pereira

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Monumento en el campus universitario en medio de un jardín.

Por María de los Ángeles Castillo
Jardinera paisajista ad honorem

Tras años difíciles para la humanidad, nos aferramos a la convicción de que el amor todo lo puede, que a nuestro breve paso por este espacio terrenal hemos de respetar y proteger lo que el gran poder nos ha dado como hogar, la gran morada de toda la vida y de los elementales que nos guardan. Vamos entretejiendo holísticamente el poder humano con la naturaleza, comprendiendo que cada acción que carezca de amor y respeto hacia ella repercute sobre nuestra propia existencia.

Sigamos creando y rescatando espacios para la gente, conservando los parajes naturales, repudiando la atroz devastación de los ecosistemas terrestres y acuáticos, y la agresión sistemática de las civilizaciones ancestrales custodios de la farmacia invaluable que lo cura todo.

El Proyecto Monumento Octavio Méndez Pereira representa, entonces, un panorama distinto, en donde siempre es mejor andar por senderos de amor, esperanza y tenacidad, del trabajo alegre y hermoso, dando lo mejor para el disfrute de todos; siempre en espiral hacia el centro del corazón.

Jardinera paisajista ad honorem. “El Proyecto Monumento Octavio Méndez Pereira representa, […], un panorama distinto, en donde siempre es mejor andar por senderos de amor, esperanza y tenacidad […]”

El cambio climático y la consecuente perturbación del equilibrio planetario exigen, de manera urgente, un cambio en el quehacer de todas las actividades humanas. Hemos planteado un reenfoque en los espacios comunes de la Universidad de Panamá, aumentando follajes y mejorando la calidad paisajística.

Se hace necesario asumir un rol vanguardista, responsable y participativo con el entorno; es por ello que el proyecto Jardines Universitarios llega hasta el monumento a Octavio Méndez Pereira, resaltándolo a través del paisajismo verde ejecutado por las manos universitarias y la colaboración de la ciudadanía y sector privado a través de donaciones.

Corría la década de los 80, cuando Etanislao Arias Peña edifica el monumento en técnica de hormigón armado. Se erige con una base de cuatro lados, cual puntos cardinales anclados en la Tierra y en alza hacia el infinito, hacia la luz, entrelazando muros a su paso hacia un futuro; ¿acaso el ilustre arquitecto y artista entró en sincronización con el ideario de Méndez Pereira?, estoy segura de ello. El monumento se presenta sólido en crudo mohecido, proyectando líneas dimensionales conjugando el espacio real presente que se disuelve a transcurrir del tiempo.

Sinuosos senderos de roca ígnea intrusiva invitan a participar de una velada con la expresión artística conjugada con gráciles dunas verdes y macizos de exuberante vegetación. Un recordatorio del regalo mágico de lo extraordinario que resulta la flora tropical, que salpica cada instante del espacio que circunda la majestuosa obra gris; lirios gigantes tipo Crinum, la gramínea vetiver Chrysopogon zizanioides, un gran ejemplar de una prehistórica Cycas revoluta, las bellas Cannas (banderas), y hermosos Agaves diversos, moran entre rocas basálticas con tonalidades verdes salpicadas con cuarzos. Los cuatro lados de la estructura armonizan con vistosos gallitos entre las rosadas Alternanthera dentata; especies diversas de las populares Senseveiras (lenguas de suegra) y vistosas cintas Chlorophytum comosum.

Un Handroanthus guayacan (guayacán) estalla cual oro del amarillo más vibrante cada verano, acompañado de sauces con sus ramas y hojas lloronas. Los arbolitos y palmas que flanquean la marquesina son serpenteadas por trepadoras de todo tipo de aráceas como los singnonios, filodendros y mosteras.

Diversos estratos en altura y profundidad, texturas y colores, armonizan con elementos áridos, mostrando un paisajismo fresco, armonioso y cargado de vibraciones positivas de las manos que aún dejan su huella, en franca armonía con el infinito cosmos… todo es posible.

Tras años difíciles para la humanidad, nos aferramos a la convicción de que el amor todo lo puede, que a nuestro breve paso por este espacio terrenal hemos de respetar y proteger lo que el gran poder nos ha dado como hogar, la gran morada de toda la vida y de los elementales que nos guardan. Vamos entretejiendo holísticamente el poder humano con la naturaleza, comprendiendo que cada acción que carezca de amor y respeto hacia ella repercute sobre nuestra propia existencia.

Sigamos creando y rescatando espacios para la gente, conservando los parajes naturales, repudiando la atroz devastación de los ecosistemas terrestres y acuáticos, y la agresión sistemática de las civilizaciones ancestrales custodios de la farmacia invaluable que lo cura todo.

El Proyecto Monumento Octavio Méndez Pereira representa, entonces, un panorama distinto, en donde siempre es mejor andar por senderos de amor, esperanza y tenacidad, del trabajo alegre y hermoso, dando lo mejor para el disfrute de todos; siempre en espiral hacia el centro del corazón.

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