Lluvias vs responsabilidad ciudadana
Por Félix E. Villarreal V.
Publicista, comunicador social y docente
Sin ánimo de considerarme un experto en el tema pluvial o climatológico, pero considerando la importancia y el seguimiento al mismo, me tomaré la atribución de exponer algunas valoraciones y reflexiones, en cuanto a este fenómeno que, de hecho, se avecina y se acentuará a mayor escala en Panamá en los próximos meses, de acuerdo a la visión de los meteorólogos.
Ese fenómeno, conocido como “Calentamiento global”, provoca consecuencias directas por la concentración de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. El fenómeno bajo observación, ya no es un simple concepto en el ámbito predictivo. Se ha convertido en realidad el cambio drástico a nivel planetario, que es objeto de estudios emprendidos por los expertos.
Debido al aumento de la temperatura, ha sido alterado el delicado ciclo del agua, que a su vez genera un encadenamiento con desastres en el globo terráqueo. Ejemplos de esa realidad son la desertificación, la sequía, el deshielo de los casquetes polares y los glaciares, las inundaciones y los huracanes, entre otros fenómenos impactantes e incontrolados por el ser humano.
De acuerdo a datos científicos e históricos, para finales del siglo XVII, el hombre en su intención y evolución del conocimiento, comenzó a utilizar los combustibles fósiles que encontraba en el subsuelo para aprovechar energía en nombre del “desarrollo”. A lo largo de décadas, esa combustión de gases ha provocado un aumento paulatino de la temperatura en la superficie del globo terráqueo, lo que a su vez repercute en la vida en la tierra.
En Panamá, donde han sido registrados los estragos de una severa sequía en muchos puntos de la geografía nacional, a consecuencia del fenómeno de “El Niño”, surge ahora la aproximación del fenómeno de “La Niña”; que trae consigo fuertes lluvias y que a su paso provoca inundaciones. Es un fenómeno natural que obliga a los ciudadanos a adaptarse a los cambios en el clima.
Ante la llegada de las lluvias, es necesario adoptar medidas de protección y mitigación. En Panamá, falta una planificación adecuada y preventiva, por parte de las instituciones y autoridades que administran el Estado. Por otro lado, la falta de conciencia y cultura de empresarios y ciudadanos, en cuanto al manejo de la basura, los desechos materiales y contaminantes vertidos en ríos y quebradas, contribuyen al caos urbano por las inundaciones.
Hay una incontrolable saturación de hormigón en los drenajes en áreas contiguas a la construcción de calles, edificios, mega moles y barriadas en forma desordenada, lo que revela la ausencia de adecuados estudios de impacto ambiental. Además, han sido reducidos los espacios naturales de absorción de agua, cuando caen las lluvias en la ciudad. Ello explica los deslizamientos en barriadas donde se inundan las avenidas y colapsan los sistemas de alcantarillados y quebradas repletas de desechos sólidos.
Basta con mirar o seguir los medios de comunicación y las redes sociales para saber, al instante, el caos desencadenado por los primeros aguaceros en el país, y sobre las inundaciones que causaron graves daños materiales a los ciudadan@s, en su mayoría residentes en barrios vulnerables, quienes quedan a merced de la asistencia social y la ayuda gubernamental.
Luego de comprender que las lluvias se acentuarán en los meses venideros, es necesario insistir en educar y crear conciencia en los ciudadan@s, en el tema de prevención y evacuación. Asimismo, es indispensable exigir a los gobernantes que sea reforzada la capacidad de respuesta inmediata de los organismos de protección civil y evacuación, frente a los desastres.
Los estragos justifican la aplicación de sanciones severas y correspondientes a aquellas empresas que continúan saturando, ensuciando y alterando el equilibrio del ecosistema y se burlan de la planificación urbana. De igual forma, es imprescindible apostar por la cultura del buen manejo y tratamiento y disposición final de la basura en la urbe, labores de drenaje y aseo permanente en ríos y quebradas, para evitar futuras catástrofes y caos relacionados con las precipitaciones pluviales.