La ocupación de Trump de las ciudades estadounidenses ha comenzado

Manifestantes en Portland fueron detenidos en las calles sin orden judicial por agentes no identificados. Y se anunció que en Chicago podría suceder lo mismo. ¿Ya podemos llamarlo fascismo?

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Agente federales se enfrentan a manifestantes de Black Lives Matter en Portland, Oreton, el lunes 20. (Crédito: Noah Berger/Associated Press).

Por Michelle Goldberg
Columnista de The New York Times

Un mes después de la toma de posesión de Donald Trump, un historiador de la Universidad de Yale, Timothy Snyder, publicó el libro superventas Sobre la tiranía: Veinte lecciones que aprender del siglo XX. Fue parte de una pequeña cascada de títulos que tenían la intención de ayudar a los estadounidenses a encontrar su rumbo a medida que el nuevo presidente atacaba la democracia liberal.

Una de las lecciones de Snyder fue: “Desconfía de las fuerzas paramilitares”. Escribió: “Cuando las fuerzas paramilitares partidarias de un líder se entremezclan con la policía y las fuerzas oficiales, ha llegado el final”. En 2017, la idea de agentes no identificados vestidos con camuflaje que se llevaran a personas de izquierda en plena calle sin órdenes de aprehensión podría haber parecido como una fantasía febril de resistencia. Ahora está ocurriendo.

Según una demanda legal presentada el viernes por la fiscala general de Oregón, Ellen Rosenblum, agentes federales “han usado vehículos particulares para manejar por el centro de Portland, detener a manifestantes y subirlos a los vehículos sin identificación de los agentes” desde al menos el martes pasado. Los manifestantes no son arrestados ni se les dice por qué están siendo retenidos.

No hay manera de conocer la afiliación de todos los agentes —han usado uniformes militares con parches que sólo dicen “Policía”—, pero The New York Times reportó que algunos de ellos son parte de un grupo de la Patrulla Fronteriza “que normalmente se encarga de investigar a organizaciones de contrabando de droga”.

El gobierno de Trump ha anunciado que tiene la intención de enviar una fuerza similar a otras ciudades; el lunes 20 de julio, el Chicago Tribune reportó planes de desplegar a alrededor de 150 agentes federales en Chicago. “No necesito una invitación del estado”, dijo en Fox News el lunes Chad Wolf, secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional, y agregó: “Vamos a hacer eso, les guste que estemos ahí o no”.

En Portland, vemos cómo luce una ocupación como esa. Oregon Public Broadcasting reportó el caso de Mark Pettibone, de 29 años, que el miércoles pasado fue detenido en la calle por hombres no identificados, subido de manera apresurada a una miniván sin distintivos de ninguna agencia de seguridad y llevado a una celda en la corte federal. Finalmente, fue liberado sin saber quién lo secuestró.

Un agente federal le disparó en la cabeza a Donavan La Bella, de 26 años, con munición de impacto —un tipo no letal para control de multitudes—; La Bella fue hospitalizado y requirió cirugía reconstructiva. En un video ampliamente difundido, un veterano de la Marina de 53 años fue rociado con gas pimienta y golpeado después de acercarse a agentes federales para preguntarles sobre sus juramentos de defender la Constitución, lo que lo dejó con dos huesos rotos.

Existe algo particularmente aterrador en el uso de los agentes de la Patrulla Fronteriza en contra de los disidentes estadounidenses. Después del ataque contra los manifestantes cerca de la Casa Blanca el mes pasado, los militares rechazaron los intentos de Trump de usarlos en contra de los ciudadanos. Los policías de muchas ciudades están dispuestos a violentar a los inconformes, pero ellos están bajo el control de las autoridades locales. Por el contrario, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por su sigla en inglés) de Estados Unidos está bajo el control de la autoridad federal, tiene líderes que son devotos fanáticos de Trump y está saturada de políticos de extrema derecha.

“No me sorprende que Donald Trump eligió a la CBP para que fuera a Portland e hiciera esto”, me dijo Joaquin Castro, representante demócrata de Texas. “Ha sido una agencia muy problemática en términos de respetar los derechos humanos y la ley”.

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