Por Jairo Pertuz S.
Periodista y analista internacional
Sin principios morales y sin un pensamiento crítico para tener hincadas las garras del sometimiento, la falsedad y la hipocresía, la humanidad viene siendo un caldo de cultivo para prácticas inhumanas deleznables de la supuesta democracia.
En los últimos siglos, la esclavitud viene practicándose en forma más sofisticada. No sólo se someten los cuerpos y la vida, sino el pensamiento y la inteligencia de las personas
La docencia se utiliza para la perversidad en la mueva versión de la esclavitud, donde la falsedad y la hipocresía son ”virtudes”, y sus maestros no tienen nombre ni calificativos posibles. De ese modo, los delitos y la inmoralidad se elogian y se convierten en los modelos a imitar.
El recato, la moral y la criminalidad florecen a la par. La impunidad y los abusos van de la mano con la ”justicia” y los cuadrúpedos tienen más valor que los bípedos humanos. Es el mundo que impulsan y defienden, cada día más, las personas de élite.
Las explotaciones a la naturaleza cada día son encaminadas al exterminio de la humanidad y todo cuanto nos fue regalado para el disfrute de la vida de todos, es destruido a voluntad justificada perversamente.
¿Qué más se le puede pedir al homo sapiens? Así es el camino de la esclavitud moderna que nos conduce al infierno, donde también pequeñas élites hacen y deshacen. Sólo Dios podrá salvar al bello y rico mundo que él creó, pues los seres humanos, las criatura más consentidas, se han deshumanizado.