Han transcurrido 45 años desde el inicio de la vigencia de los Tratados del Canal y del ingreso del pueblo panameño al segregado territorio de la Zona del Canal de Panamá, que fue regido por leyes del Estado de Luisina y fuerzas militares extranjeras.
Aquella fecha representa la culminación de las gestas rebeldes de la juventud estudiosa, que luchó para desmantelar el enclave extranjero y arrancar del suelo soberano de este país la última estaca del colonialismo.
Sin embargo, lo que era un anhelo justo, se vio transformado en escandalosos actos de despojo de grupos especuladores, que aún lucran con el patrimonio de la nación.
Sectores económicos poderosos y empresas multinacionales empezaron a tomar control de las áreas revertidas para el usufructo personal en un país donde cada día se ensancha la brecha entre ricos y pobres, y se fomenta el egoísmo.
La pérdida de soberanía y la usurpación obligan a las actuales y nuevas generaciones a recuperar el terreno perdido y a enaltecer el ejemplo de los mártires de la gesta de enero de 1964, a favor de la integridad territorial.