La urgente formación de cuadros políticos

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Por Abdiel Rodríguez Reyes / Profesor de Filosofía en la Universidad de Panamá

Una cuestión de importancia para la transformación política, es la formación de cuadros políticos. Los partidos electorales, movimientos y sindicatos han relegado esa tarea, con honrosas excepciones. En lugar de contar con un espacio permanente para la formación, los partidos políticos en concentran todos sus esfuerzos en ganar elecciones o urdir alianzas variopintas para lograr espacios.

Es tan líquido el sistema de partidos políticos en Panamá, que todo se diluye. La mística partidista es un asunto del pasado. Insisto, con honrosas excepciones, las cuales confirman la regla: la banca rota del sistema de partidos y la desarticulación de los procesos organizativos.

A pesar de este panorama poco alentador, no podemos colgar los guantes. Tampoco se trata de asumir un optimismo inocente, de creer que las transformaciones están a la vuelta de la esquina. Urge formar a los cuadros políticos para ese momento.

En la actualidad, persiste una patología social llamada cortoplacismo, es decir, querer obtener todo en forma inmediata. El reto tampoco es parecer un eterno Sísifo, pero sí de formar a las gentes para la política e, incluso, para la vida, con el objetivo de aprender a separar peras de manzanas, y distinguir los intereses de clases para luchar por una vida digna.

La preparación de cuadros políticos es para ponerse los lentes, como en la película They Live, y ver la ideología detrás de la propaganda. Además, la formación, como su propio nombre lo indica, es sobre la “forma”, la cual tiene su “efecto”. La forma es el sujeto histórico; el efecto, la liberación de las ataduras de la sociedad capitalista.

Es importante, además, formar para la auto realización del sujeto y la potenciación de su ethos. La formación de cuadros políticos no debe ser regida por la unidimensionalidad.

El contenido de esa formación es la Ética. Es decir, la formación en principios éticos, ante el deterioro por un lado del sistema de partidos y, por otro, el relajamiento de los procesos organizativos y formativos.

Hay experiencias de formación de cuadros políticos. Por ende, no se trata de empezar de cero, sino poner sobre la mesa la cuestión de la formación, pensando en términos de mediana duración, más allá de lo electoral. Así tendremos gentes capaces de asumir un rol político revolucionario y no sumiso al orden vigente.

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