Por Marco A. Gandásegui, hijo
Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA
(Este artículo, publicado en 2012, mantiene plena vigencia).
En lo que llamamos “el mes de la Patria” –noviembre– surgió un movimiento por el fortalecimiento de la identidad panameña. No faltaron quienes se sintieron atraídos por la proclama de quienes “haciendo un llamado desesperado, un grito de alerta” –como diría Ana Elena Porras– convocaron a los panameños a sumarse a una lucha por rescatar el país.
El movimiento que reúne a una gran cantidad de personas, está preocupado por el despilfarro que experimenta actualmente el país. Es un despilfarro que va de lo económico a lo social, pasando por lo cultural. Señala que Panamá “atraviesa por un proceso de transformaciones, generado en buena medida por la incorporación del Canal a nuestra economía interna… que conduce a nuevos negocios y operaciones vinculados a las comunicaciones interoceánicas… al mercado mundial”.
Sin embargo, no se percibe un avance, no progresamos como país “Estas transformaciones pueden producir un país mucho más próspero y equitativo, si corregimos a tiempo el rumbo de nuestras políticas económicas y sociales hacia objetivos de inclusión social y sostenibilidad”.
Quienes se preocupan por la identidad panameña, hacen especial énfasis en las luchas nacionales de los panameños durante el siglo XX destinadas a recuperar la soberanía secuestrada por EEUU a principios del siglo pasado. Consideran que en la actualidad los panameños corremos un verdadero peligro. “El riesgo de dejarnos arrebatar los frutos de la lucha patriótica contra el enclave colonial, que son el resultado de muchas generaciones de panameños y panameñas, es advertencia oportuna que hacemos, a juzgar por la desnacionalización del país que observamos en el presente”.
La proclama denuncia que “se ha reducido nuestra educación a una pura dimensión instructiva, para formar empleados más dóciles y eso no nos hará más competitivos”. Expresa seria preocupación por el “menosprecio (de las autoridades por) el aprendizaje humanístico conducente a formar ciudadanos y ciudadanas con capacidad analítica, pensamiento crítico y creativo, honestos y con cultura de paz”.
Además, la proclama expresa “indignación, porque nuestras autoridades persisten en restarle importancia a la memoria histórica y a la identidad nacional, generadoras de autoestima, cohesión social y personalidad individual”. Igualmente, siente un “dolor frente a las medidas económicas que profundizan la desigualdad educativa y toda esperanza de que existe un sistema de igualdad de oportunidades”.
La proclama denuncia el nuevo estilo de corrupción que se ha apoderado de los gobernantes panameños. Han convertido los símbolos patrios en mercancía que pueden generar ganancias por millones de dólares sin reproche alguno. Destacan las “inútiles inversiones que remilitarizan el país, sin disminuir la violencia… Construcciones insostenibles energética y ambientalmente… Propaganda gubernamental que pretende hacer olvidar prioridades como la construcción de escuelas suficientes y bien equipadas”.
Se olvidan de la “educación integral y de calidad, en horarios completos, que forme ciudadanos que defiendan la ética y la democracia… La formación de científicos y profesionales, que impulse la construcción de un país sostenible económica, social y ambientalmente”.
En una conferencia de prensa la profesora universitaria Ana Elena Porras, fue enfática al decirle “a esos políticos que traicionan a sus electores y a nuestro pueblo que no queremos limosnas, ni su circo, sino que reclamamos nuestros derechos y exigimos justicia”. A nombre del Movimiento, también le recordó a quienes se llaman autoridades políticas que los panameños “no somos maleantes, estúpidos ni ignorantes”. De manera valiente levantó la bandera de lucha y proclamó que “éste es el día en que nace la resistencia nacional, en defensa de nuestra memoria e identidad nacional”.
El Movimiento tiene muy claro que Panamá es un país con una historia rica en expresiones culturales, políticas y luchas nacionalistas. Igualmente, destaca la coyuntura favorable que presenta, actualmente, la realidad mundial para que Panamá aproveche su privilegiada posición geográfica y saque provecho del enorme potencial marítimo que posee. La proclama del Movimiento se quedó corto en un aspecto: ¿Cuál es el proyecto de Nación?
Cuando hablamos de Patria, estamos aludiendo a nuestro pasado, al legado de nuestros padres. Al referirnos a los enormes negocios asociados a nuestra posición geográfica, hablamos del presente: Altas tasas de crecimiento económico y ampliación del producto interno bruto. ¿Cómo se combinan estos factores para entregarle a las futuras generaciones los elementos para que puedan construir esa Nación que todos anhelamos?
Sin duda, se requiere en forma urgente un plan de desarrollo nacional. Plan que han rechazado los gobiernos liberales y neoliberales desde la década de 1990. En el caso del gobierno del presidente Martinelli, han confundido una estrategia de inversiones quinquenal con un plan de desarrollo.
La Nación no puede reducirse a un negocio, tal como denuncian los miembros del Movimiento por el fortalecimiento de la identidad panameña.
El proyecto de Nación que todos debemos construir es una ciudadanía educada, participativa y creativa, que descansa sobre una base económica donde todos están empleados en actividades productivas. El proyecto de Nación es el conjunto de familias, organizadas en comunidades, que cuentan con una distribución equitativa de las riquezas del país. El proyecto de Nación es un territorio que es defendido y protegido por su ciudadanía organizada políticamente sin estar sometido a fuerzas militares extranjeras.