La crisis del sistémica se ensaña con los jóvenes

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El asesinato múltiple y aparentemente sin sentido, cometido en julio contra siete jóvenes en áreas apartadas en la caribeña provincia de Colón, muestra la cara oculta de Panamá en tiempos de pandemia y los riesgos que enfrenta la juventud sin orientación, carente de empleo y oportunidades, que hereda un país más pobre, inseguro, dominado por la exclusión, el ultraje y la inequidad social.

La brutalidad de esos crímenes revela nuevamente la influencia creciente en las comunidades de las bandas y pandillas, que exigen a sus nuevos integrantes matar a un inocente para ganar el derecho o el boleto de admisión. Algunas de esas organizaciones delictivas ofrecen becas a chicos y chicas expulsados del sistema educativo, allí donde el Estado fracasó en el desarrollo de proyectos.

No es difícil imaginar que el país en el que los grupos económicos con poder se empeñan en aplicar el modelo económico neoliberal, pese a los devastadores efectos sobre las capas medias de la población y los sectores arrastrados a la informalidad, se convertirá en un foco de conflictos atizados por el hambre, la desesperación, la inseguridad y la ausencia de propuestas innovadoras.

La pandemia ha permitido mostrar la necesidad de volver a apostar por la juventud estudiosa que a lo largo de la historia demostró coraje, capacidad de organización y enarboló una sola bandera para ejercer la soberanía plena y concretar la integridad territorial. Es justo reconocer que, sin una juventud educada en valores humanos y en los principios de lucha social, se avanzará a ciegas hacia el futuro.

El gobierno panameño está obligado a definir el rumbo coherente y claro que el país reclama, asumir un verdadero liderazgo en la lucha contra la pandemia y la corrupción. Sin embargo, para poder generar confianza en la gente, se requiere sumar a equipos inteligentes comprometidos con los asuntos públicos y tender la mano franca al pueblo que exige transparencia y buena gobernanza.

El mayor éxito de unidad nacional en el siglo XX fue alcanzado durante el gobierno del general Omar Torrijos, cuando fueron abrazados los ideales de lucha de la juventud combativa y se repudió a las camarillas enemigas del desarrollo humano. Aquel ejemplo revolucionario y esa determinación inspiraron al país en momentos decisivos en el proceso de la recuperación de la vía interoceánica.

Hoy, urge definir una política de Estado a favor de la juventud, que abarque la formación en el trabajo decente, así como ofrecer a los jóvenes algo distinto a la indiferencia y la cultura del “juega vivo” que promueven la mediocridad y el crimen. Hay que arrancar a los jóvenes de los brazos de las mafias del narcotráfico, darles voz e infundirles un sentido de nación y esperanza liberadora.

1 COMENTARIO

  1. Soy un joven panameño de 21 años que desde mi punto de vista el estado nos tiene olvidados en temas de orientación y construcción de un espiritu nacionalista, sinceramente la falta de apoyo y promoción para la participación ciudadana es una piedra en el camino de nosotros como juventud panameña.

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