Por David Carrasco
Director de Bayano digital
Los planes ultraderechistas de la administración de Donald Trump, caracterizados por la violación de los derechos humanos y los principios rectores de la coexistencia pacífica entre los Estados, se perfilan como un nuevo peligro para humanidad, obligada a caminar sobre la cuerda floja.
La recuente gira emprendida en Centroamérica y el Caribe por el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, no deja dudas sobre el carácter intervencionista del inquilino de la Casa Blanca, obsesionado con recuperar la hegemonía perdida y moldear un mundo unipolar afincado el aparato bélico y en la amenaza directa que surgió de la trasnochada Doctrina Monroe, de 1823.
Rubio, un archienemigo de Cuba, Nicaragua y Venezuela viajó a Panamá para exigir la total subordinación del presidente José Raúl Mulino a Washington y obligarlo a aceptar el control físico de Estados Unidos sobre la vía interoceánica y los puertos terminales operados por la empresa Hutchison Whampoa Limited (HWL), así como la construcción de una base en la selvática provincia de Darién, limítrofe con Colombia, para albergar a inmigrantes deportados del territorio continental..
El periplo del personaje de marras ocurre en momentos en los que Estados Unidos se debate en una crisis económica y política interna, reflejada en la adopción de medidas federales extremas, irracionales y desesperadas, lo que ha desembocado en un clima de confrontación, ”cacería de brujas”, racismo, neofascismo, intolerancia y temor colectivo.
Crisis y zarpazos del imperio
Trump intenta desviar la atención sobre el desplome de Estados Unidos en el ámbito global. Esa es la razón por la que proyecta la imagen de un pistolero rudo, similar a los protagonistas de los viejos westerns del cine, en los que un paladín rápido sacaba a balazos a forajidos en los pueblos polvorientos del Lejano Oeste.
Sin embargo, la realidad es muy diferente en un país donde las compañías tecnológicas, armamentistas e inmobiliarias amasan fortunas, mientras en las calles de los guetos y en los suburbios venidos a menos se extienden las filas de adictos a las drogas y de los desarrapados sin techo que vagan en buscan de amparo y refugio decoroso.
En 2024, más de 771.800 personas en Estados Unidos sobrevivían sin hogar, lo que representa un aumento del 18% en comparación con 2023. Las causas principales de ese fenómeno son las viviendas inasequibles, la elevada inflación, el racismo sistémico, las catástrofes naturales y al aumento de la inmigración.
El reino de la fantasía y las pesadillas
En noviembre de 2024, la deuda pública de Estados Unidos era de aproximadamente 35.000 billones de dólares y en 2025 seguirá creciendo, mientras declina el valor del dólar y se agravan los conflictos comerciales con China. En mayo de 2024, los inversores con sede en China ostentaban deuda pública estadounidense por valor de 768.300 millones de dólares. China ha mostrado una tendencia sostenida para tratar de deshacerse de los bonos estadounidenses.
La desaceleración económica viene acompañada de malas noticias. Se estima que la derrota de Ucrania costaría a Estados Unidos unos 800.000 millones de dólares en defensa en cinco años, mientras se agrava la situación para las capas medias y los grupos de bajos ingresos económicos, golpeados por la suspensión de los programas sociales y de fomento del empleo. Ahora, se apuesta por la fuerza y el castigo sobre todas las cosas.
Según Peter Berezin, estratega global jefe de BCA Research, la economía estadounidense y la canadiense entrarán en recesión en 2025. Ninguna de las dos sufrirá una recesión de balances como la que siguió a la crisis financiera mundial de 2008, pero Berezin es pesimista respecto de la capacidad de ambos bancos centrales para diseñar un ”aterrizaje suave” o menos traumático posible.
La conclusión es que “el mercado laboral está empezando a resquebrajarse”, mientras que el número de personas con seguro de desempleo (que solicitan prestaciones por desempleo) es un 15% mayor que en 2018 y 2019.
Los inmigrantes pagan los platos rotos
Desde que Trump asumió el poder entre poses políticas recalcitrantes y veladas amenazas han aumentado los arrestos de inmigrantes indocumentados, tanto individuos que cometieron delitos comprobados como personas sin antecedentes penales cuyo único pecado es haber nacido en otro suelo, bajo otra bandera.
Trump prefiere gastar en la construcción de cárceles y en represión, en vez de contribuir a programas de desarrollo en países de Latinoamérica y el Caribe, donde las duras condiciones laborales y la explotación obligan a millares de migrantes a buscar oportunidades de empleo en el Norte industrializado. Esos planes de ”ayuda”, previstos durante la administración Biden, nunca se cumplieron y no serán ejecutados tras los recortes presupuestarios adoptados en 2025.

El campo de concentración de Guantánamo y el muro de la vergüenza
Uno de los anuncios más atrevidos de Trump ha sido la reactivación del centro de detención de Guantánamo, una prisión militar de alta seguridad, a la que serán trasladados migrantes detenidos. El mandatario afirmó en un arrebato de ira que quiere ampliar hasta 30.000 camas en Guantánamo para ”detener a los peores extranjeros ilegales criminales que amenazan a los estadounidenses”.
Previamente, el relator especial de la ONU sobre Ejecuciones Arbitrarias, Sumarias y Extrajudiciales, Philip Alston, exigió a Estados Unidos la suspensión de los juicios militares en Guantánamo, y advirtió que los procesos ”no cumplen en absoluto las normas internacionales”. La realidad es que muchos presos tienen una situación incierta, ante la falta de evidencia suficiente para acusarlos, pero son considerados ”demasiado peligrosos” por Estados Unidos para dejarlos en libertad.
En la década de 1990, miles de haitianos que buscaban refugio terminaron recluidos en Guantánamo y sufrieron abusos lejos de la vista de todo el mundo. Ese hecho genero un fuerte debate. Al respecto, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, calificó de ”acto de brutalidad” el plan de Trump de hacinar en Guantánamo hasta 30.000 personas.
Derechos humanos pisoteados
La Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y sus Familiares, entró en vigor en el año 2021. Pese a ello, hasta la fecha, ningún país receptor de migrantes, incluidos a todos los países desarrollados y otros como India o Sudáfrica, ha ratificado ese protocolo. Basta una mirada a Palestina ocupada para entender la gravedad de los abusos cometidos bajo total impunidad internacional.
Es necesario aclarar que la migración es un derecho reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ese derecho incluye la posibilidad de salir de un país, incluso del propio, y de regresar. Por ello, es inaceptable la denegación de derechos civiles y políticos, como la detención arbitraria, la tortura o la falta de garantías procesales, incluida la violación de los derechos económicos, sociales y culturales, como el derecho a la salud, la vivienda o la educación.
En ese sentido, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reaccionó contra el plan de Trump de enviar migrantes a Guantánamo y advirtió que “no estamos de acuerdo con el trato como criminales” y abogó por la soberanía y un diálogo respetuoso con Estados Unidos, lejos de la amenaza y del muro que separan a ambos países limítrofes.
Cooperación en vez de aranceles ofensivos
Sheinbaum instó a Estados Unidos a elegir el camino de la cooperación, el respeto mutuo y la paz, en vez de aplicar a México y otros países de la región un arancel del 25 por ciento a los productos exportables. La mandataria reconoció que las causas de las migraciones son diversas, pero pueden ser halladas en la asfixia económica, el bloqueo absurdo y la xenofobia ordenados desde Washington, donde prospera el uso de un lenguaje cargado de odio, intrigas y sentencias bélicas apocalípticas.
Asimismo, el papa Francisco ha reseñado en un mensaje claro y contundente que el rechazo a los migrantes es un pecado grave y que ellos debiesen ser acompañados, promovidos e integrados. También ha pedido que sean protegidos los derechos y la dignidad de los migrantes, con sentido humano.
”La solución a la crisis migratoria no pasa por leyes más restrictivas. El migrante debe ser acogido, acompañado, promovido e integrado”, sostuvo el líder religioso al ver imágenes de adolescentes esposados y con grilletes en los pies, escoltados por militares, en un proceso violatorio de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, vigente desde 1990.
Estados Unidos es un país cuya grandeza se debe a migrantes de todas las naciones del orbe y es inaceptable que sus círculos de poder pretendan empujar a la humanidad al abismo para favorecer a una élite soberbia y enriquecida que patrocina guerras espantosas y financia el paramilitarismo, la brutal supresión de derechos humanos y el éxodo.