El gobierno del presidente Laurentino Cortizo recibió en 2019 un país económicamente desolado: las arcas del Estado saqueadas, escándalos financieros que debilitaron la imagen de Panamá en el exterior y exiguos recursos para resolver necesidades básicas de la población, que se pregunta hasta cuándo permanecerá el Órgano Ejecutivo con las manos atadas para enfrentar esas carencias.
Los ciudadanos reconocen en el actual presidente las intenciones de enderezar el sistema de Justicia, a través de la designación de magistrados con suficiente solvencia moral, pero el impacto de esa decisión luce disminuido ante acuciantes problemas, como el pobre sistema de recolección de basura domiciliaria y desechos generados por la industria, y el ineficiente suministro de agua potable.
Una notoria falta de camiones recolectores de basura jamás debería justificar la demora en la adquisición de una nueva flota con altos estándares de rendimiento y durabilidad. A nadie le parece lógico que un gobierno que encabeza la lucha contra el “hambre cero” no pueda sistematizar la recolección de basura, lo que tiene, además, un alto significado en materia de aseo urbano y Salud Pública.
Otro tanto que genera sentimientos de malestar, es la aglomeración, durante horas, de pacientes en hospitales y policlínicas, a quienes irrita el hecho de que los medicamentos prescritos por los médicos estén agotados o no figuren en la lista del cuadro básico. Ese nivel de inconformidad se repite en urbanizaciones inseguras, sin calles pavimentadas, donde tampoco se dispone de agua potable.
La dinamización del gobierno pasa por la toma de decisiones audaces, que den seguridad a la población y marquen el ritmo de la gestión del Estado. Burócratas insensibles carentes de sentido común no pueden detener la marcha de un país que necesita recuperar millones de dólares robados al patrimonio nacional. Es indispensable resolver el déficit social existente y generar un proyecto de país.
El presidente Cortizo debe mirar hacia las bases empobrecidas de la sociedad que pagan el costo del latrocinio de pasados gobiernos. Simplemente, hay que atreverse a “voltear la tortilla” en la cacerola, aumentar la autoestima de la población y asegurar que Panamá se reencuentre con su destino soberano, el sendero de equidad y el derecho a la vida digna que la mayoría de panameños anhela.
Yo fui parte del periódico,Bayano, cuando se repartía en la provincia de Veraguas, estando como estudiante de la gloriosa Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena de Santiago, con el compañero jack Londón quien era responsable de su distribución en la provincia, ya que teníamos una gran cantidad de subscriptores al periódico. Hoy me ciento emocionado de ver que estamos en el mundo digital, esperando que aun siga la linea combativa de esos años 80 en contra del imperialismo y sus lacayo internos… siguiendo la línea de nuestro comandante TORRIJOS. Hoy soy docente de la escuela Normal con los mismos principios que me formo la FEP y las incontables lecturas y debates que se hacían del editorial y del contenido del periódico Bayano, que nos profundizaban en nuestra formación política y académica. Rendiciones y sigan adelante compañeros.
Hola Edwin De Gracia:
Le envío un cálido saludo a usted hasta las tierras del cacique Urracá, quien enfrentó al colonialismo europeo. Siempre es grato conocer anécdotas del pasado de quienes convirtieron a Bayano en un aguerrido periódico que orientó la lucha soberana y patriótica de la juventud estudiosa.
En efecto, Jack London contribuyó en forma decisiva al desarrollo y difusión del medio impreso, que en la década de 1970 llegaba a los campos y ciudades de Panamá. Hoy, en su formato digital, ha rebasado fronteras geográficas hasta convertirse en un periódico reconocido internacionalmente por su compromiso con la paz, la equidad, la democracia participativa y la liberación nacional.
Agradezco que haya refrescado con ese relato personal la memoria colectiva de los panameños que siguen haciendo camino al andar.
Reciba de mi parte un afectuoso abrazo.
David Carrasco
Director de Bayano digital