Por Rafael García Denvers
Coordinador de Vanguardia Torrijista (VT)
Un viejo proverbio reza “No hay peor sordo que el que no quiere escuchar”. Yo agregaría: no hay peor entendedor que el que no quiere entender. Hemos sido claros en )os comentarios de corte orientador, al proveer la información, la opinión y el análisis que al lector le sirva para visualizar su entorno y, de paso, comprobar el material ofertado ante la situación de Panamá.
Debido a la ruptura de la institucionalidad Internacional, las relaciones y reglas de convivencia, las violaciones permitidas a los derechos humanos a lo largo y ancho del planeta (caso particular del genocidio en Gaza) y las guerras territoriales y económicas existentes, más la introducción de la actitud despótica, egocéntrica y gansteril del gobierno de Donald Trump. se ha iniciado una fase global que debería ser descrita como la ley de la selva o la ley del más fuerte.
Es evidente el retroceso en la personalidad del Estado panameño, ya de por sí muy deteriorada con los gobiernos post invasión. Todo ello indica que hay gobernantes que dan poco valor al parámetro y significado de Patria. Para ser patriota se requiere tener dignidad. Patria, implica tener sentimientos, tener moral y particularmente criterio propio.
Cuando se entrega todo a cambio de nada, a quien ni siquiera respeta, es justo señalar que esa persona no merece la opción de ser dirigente. En todo caso, sólo se haría acreedor al título de traidor a la Patria.
Es importante recordar algunos datos que ayudan al análisis:
1. José Raúl Mulino pidió la invasión bajo la etiqueta de civilista y con ello avaló los miles de muertos, heridos y destrucción que conllevo esa acción intervencionista
2. Como ministro de Estado en el gabinete del gobierno de Ricardo Martinelli, ante las protestas del pueblo contra la denominada ”Ley Chorizo”, Mulino es responsable de los muertos y ciegos (heridos en los ojos) en las protestas en las provincias de Bocas del Toro y Colón.
3. Mulino inició su mandato con la firma de un confuso acuerdo migratorio con los Estados Unidos de Norteamérica, estableciendo que la frontera sur del imperio del norte se encuentra en la provincia panameña de Darién.
4. Ha recalcado que es un gobierno empresarial o de la empresa privada, pero no aclara qué tipo de empresa privada (hay empresa privada honesta, patriótica, hacedora y defensora del futuro como nación), pero también hay compañías definidas por el amor a las riquezas y dependientes de los intereses foráneos del imperio del norte.
Por lo tanto, no extraña a quién responden esos negocios y a quiénes benefician las decisiones y actuaciones oficiales, en un visible concubinato con los planes imperiales que alimentan el entorno de mentiras e intereses de Mr. Trump y su mundo de capitales que luchan por el control absoluto de los mercados y de las parcelas denominadas Estados. Si hubiese duda de la ruta elegida, el empeño por reabrir la mina en el distrito de Donoso, en Panamá, lo retrata de cuerpo entero.
Para borrar cualquier duda, los ataques de desprestigio contra la Universidad de Panamá y la presentación de una reforma a la Ley Orgánica de Educación muestran su interés en eliminar cualquier capacidad crítica o de rechazo.
He aquí el hilo conductor que enlaza y explica la Ley 462 aplicada a la Caja de Seguro Social (administración de todos esos fondos sin poner en riesgo los propios, ya que el riesgo lo corren los aportadores de la cuota).
Reabrir la mina para apropiarse y robar por varias rutas (a la vez que destruyen el terreno, el medio ambiente, el recurso hidráulico, la salud de una gran parte de la población panameña, el futuro económico y el porvenir humano). Río indio, alternativa en la que la valorización del dinero se coloca por encima de las costumbres y bienestar de la población, pese a que existen alternativas conocidas.
Panamá puede habilitar un canal seco en poco tiempo, pero los gobiernos defensores del capital y los capitales internacionales lo han privatizado desde el momento que recibieron los puertos, el tren transístmico y las autopistas. Los grupos económicos enriquecidos con la especulación y el usufructo no ven correcto que eso recursos alimenten los fondos del Estado para atender las necesidades de la población. Simplemente, no les conviene que esa sea una herramienta liberadora.
El gran recurso de Panamá es su posición geográfica. El Canal es una fórmula adecuada para aprovechada. Los puertos integrados logísticamente al tren, las carreteras y el gaseoducto son fórmulas similares. Aunque menos eficientes, son reales.
Esta es la pregunta más importante del día: ¿por qué no se han unificado y habilitado en una gran operación logística conjunta con el tránsito de naves por el Canal de Panamá?
Hoy es posible ver a una naviera comprando la concesión para operar el ferrocarril, a la vez que hay una compra suspendida de los principales puertos, mientras que el gobierno está concediendo al invasor bases en las riberas de la franja canalera. ¿Quién resguarda los intereses del dueño de la posición geográfica panameña?
Un buen acuerdo comercial entre transnacionales, si el Canal de Panamá fallase, pondría a la naviera con todas las fórmulas y todos los vínculos necesarios para seguir administrando la posición geográfica, el trabajo de nuestra gente, el beneficio de la infraestructura logística instalada y la eficiencia territorial. ¿Dónde se puede visualizar la adecuada administración de nuestro recurso? Y la labor del actual Gobierno, ¿Dónde quedo?
Lo actualmente visible, es el intento de gobernar por medio de la sumisión, el miedo y la represión a lo interno de la nación, mientras se cumplen los mandatos foráneos. Están matando a los mártires que ya murieron luchando por la soberanía y están preguntando por qué se les cuestiona. En medio de una condición global capaz de culminar en una guerra, nos están convirtiendo en objetivo militar para cualquier enemigo del criminal convicto del norte, jefe del señor Mulino.
Las instituciones regulatorias de la post guerra están siendo desmanteladas y/o irrespetadas por la ley del más fuerte, no se garantizan la eficacia y la capacidad, y son saboteadas las regulaciones. Los acuerdos jurídicos no sustentan la convivencia pacífica. Todo ello obliga a la población panameña a volver a las calles para defender el derecho a la vida, a la igualdad y a los derechos humanos, especialmente de los más débiles.
El momento actual exige romper el mar de mentiras y salvaguardar las existentes leyes que resguardan la posibilidad de retornar a una paz de respeto, solidaridad, convivencia, valores humanos y esperanza para la humanidad y el planeta tierra, sin olvidar que esa ruta estaba inconclusa.
La calle nos aguarda en la defensa del futuro nacional. No importa que Mulino y su camarilla se sientan respaldados por el ejército invasor.
Panamá es soberano y el pueblo panameño es el regente de su destino.