Balance del 2023, el año de Gesta Popular

0
77
En las calles de Panamá, la juventud rechaza la minería. (Foto: AFP).

Por Lic. Jorge I. González
Abogado y Maestrando en Derecho Internacional

Este artículo se inspira en la necesidad de un gran acuerdo nacional para el logro de un nuevo pacto social, la Nueva Democracia, como respuesta a los desafíos del país y las crisis mundiales patentes en 2023. En el espíritu de la Gesta Patriótica de 2023, la unión de todo un pueblo, se halla una muestra de la ruta a seguir.

La defensa del ambiente y la urgencia de un modelo de sociedad que permita la sostenibilidad del ambiente y la distribución racionalmente equitativa de la riquezas sociales, sin corrupción, fueron los temas dominantes del debate en la sociedad panameña durante este año 2023 y se constituirán en ejes ineludibles de los procesos políticos nacionales de 2024 y del futuro.

No hay duda, el hecho nacional más trascendental en el 2023 lo constituye la inmensa movilización ciudadana contra la inconstitucional Ley 406 del contrato minero. Los sucesos de octubre y noviembre están aún bastante frescos, recientes e, incluso, queda pendiente la definición efectiva del cierre de la mina. Sin embargo, bajo la bandera de la derogatoria y la acción de inconstitucionalidad ambas contra la Ley 406, se explayó la fuerza viva de la nación. Fueron las marchas y las protestas populares más grandes de los últimas décadas, desde los años de crisis 1887-89 y hay quienes señalan que de toda la historia nacional.

El bloque de colosales protestas sociales de los años 2019, 2022 y 2023, igual a lo que en su momento fueron las luchas de los años 1958, 1959 y 1964, advierte la necesidad de un cambio en el modelo institucional y económico del país. La modernización del aparato productivo y comercial del país para resolver los problemas del subdesarrollo, como para replantear la relación de Panamá con el mundo en condiciones de un país que ejerce su vocación de soberanía, en medio de los embates de las contradicciones que devienen de la crisis del pensamiento neoliberal y del mundo unipolar, con la irrupción de la multipolaridad y la competencia de potencias.

Realidades que exigen la formulación de nuevos acuerdos nacionales estratégicos de cara a la implementación de un modelo que permita el aseguramiento de los derechos de la población, el refuerzo de la infraestructura de servicios básicos dañada por la dejadez de los gobiernos post invasión de corte neoliberal, así como items tales como la sostenibilidad del ambiente y la diversificación de la producción y demás actividades económicas, tanto agrarias como comerciales y financieras, animados en el objetivo de reducir la dependencia en relación al esquema canalero, vital para el país pero susceptible a los vaivenes de las pugnas mundiales entre potencias, la posibilidad de nuevas rutas de comercio mundial, la revolución digital y aparición eventual de modernas tecnologías de comunicación de mercancías y pasajeros.

Son pasos que debemos dar con la finalidad de colocar fehacientemente a Panamá en el contexto cooperativo y emulativo, competitivo, de las naciones en el siglo XXI. Para todo ello, es indispensable un cambio de signo progresivo en el contenido y formas de la administración pública del Estado y en su estructura constitucional.

Las condiciones del país demandan con urgencia histórica el nacimiento de una Nueva Democracia, capaz de afrontar estos retos. En unidad y sin temor a nuestras propias victorias, podemos lograrlo como nación y como pueblo, palpado en la consecución del fin del enclave colonial como meta de los panameños y panameñas.

A carta cabal, es posible decir que hay en cientos de miles de compatriotas que marchamos en 2023, un sentimiento generalizado, un orgullo a escala social, un concepto nacional, de que con lo luchado, sufrido y logrado con la Gesta Patriótica de 2023, el soberano despertó o está en vías de ello. Reina la percepción que hay cambio en la relación subjetiva de gobernantes y gobernados. La convicción de que el pueblo adquiere sentido de su valor y fuerza colectiva.

El sentido de que el pueblo de la lucha por la soberanía nacional en la zona de tránsito, desde el Incidente de la Tajada de Sandía al 9 de Enero de 1964, contra los designios de la potencia más poderosa en los últimos siglos, es también ese pueblo que hoy, en pleno siglo XXI, pone en evidencia que es capaz de hacer valer su dignidad y exigir respeto a los detentadores del poder. La idea de que el pueblo de Victoriano, Amelia Denis y Ascanio, es también ese pueblo que, como nunca antes en su historia, marchó en 2023 con la bandera nacional en las manos de cada panameño y panameña, al grito de ¡esta patria no se vende, esta patria se defiende!

En las consignas de la juventud concentrada en la Cinta Costera y en la Universidad de Panamá, así como a lo largo y ancho de la geografía nacional, en todas las expresiones orgánicas del pueblo, recobraron vigencia las legendarias arengas de la lucha nacionalista y popular del siglo XX. El anhelo histórico de soberanía sobre los recursos naturales y estratégicos, se constató con la suma a ese caudal de la critica al poder de las transnacionales, más lo que es la conciencia ambiental, respecto a la necesidad de un modelo de convivencia que corresponda al ideal de una vida sana, en donde haya sostenibilidad natural, progreso y una distribución más humanamente racional, equitativa, de las riquezas socialmente concebidas.

La Gesta de 2023 es un hito que marca una de situación de inflexión en el devenir de la nación en los últimos tiempos, en la forja de la conciencia ciudadana sobre los problemas del país y el involucramiento más activo, protagónico, de la población, en las decisiones cruciales de su destino. Convertir el rechazo ciudadano a los abusos del poder, percibido corrupto sin distingo de banderías, en una propuesta estratégica de transformación democrática del estado y la sociedad, representa el reto del porvenir. En ese sentido, a todos y todas queda claro en lo medular que el conflicto minero de 2023 es un antes y después en la dirección de lucha en aras de la regeneración republicana.

En el mundo de tiempos recientes, hemos visto crecer la conflictividad entre alianzas de poder y las guerras. Hay guerras visibles pero hay otras que no figuran en los medios corporativos, en la medida en que son guerras y vidas humanas lejanas al interés inmediato de las potencias capitalistas de Occidente.

En trasfondo, los clásicos poderes de los cinco siglos precedentes se resisten al avance de las economías emergentes y crecimiento de nuevas potencias en el antiguo campo colonial y neo colonial, periférico, desde la óptica cultural y de acumulación eurocéntrica y estadounidense.

Las potencias clásicas del Atlántico Norte buscan neutralizar a toda costa la fuerza del Sur Global. Surgen nuevas alianzas con el BRICS ampliado, el G77 más China Popular, la iniciativa de la ruta de la seda, los lazos económicos en aumento de África y América Latina con la Federación Rusa, los realineamientos diplomáticos entre poderes hasta poco hostiles en Medio Oriente, como los acercamientos de Arabia Saudita e Irán, motivados por el triunfo de la resistencia yemení, además, el desgaste logístico y político militar de la alianza pro Kiev, la flexibilización de las sanciones a Venezuela, la votación masiva de la Asamblea General de las Naciones Unidas contra el bloqueo económico a Cuba, el renacimiento de UNASUR y la CELAC en América Latina, son indicadores de los esquemas ortodoxos de post Guerra Fría desestabilizados, lo cual provoca nerviosismo en los poderes tradicionales y reaccionan como un tigre arrinconado contra la pared dando zarpazos para defenderse.

La votación mayoritaria de los estados del mundo por el alto al fuego y el cese del genocidio contra el pueblo de Palestina en Gaza, demostró el aislamiento moral y político de Estados Unidos y del estado de Israel. En esa órbita, el voto de abstención del representante panameño aflora la condición subordinada del conjunto de la elite política tradicional para con los intereses geo estratégicos de las potencias del Atlántico Norte.

En el mundo hay nuevas tendencias, cambios, de naturaleza transversal y cuyo abordaje son indispensables en la construcción democrática, tales como la conciencia mundial sobre el cambio climático y la necesidad de economías sustentables ambientalmente, junto a la defensa de los derechos de las minorías, el derecho de los migrantes, el respeto a las identidades de género, los derechos de las mujeres, campesinos, pueblos originarios, son frentes que adquieren gran relevancia en la realidad mundial y dentro de los países, que también hacen parte no menos fundamental de la crisis de paradigmas de cultura del siglo XXI

La lógica de la historia tiene su camino y es inevitable la eclosión de crisis en las relaciones internacionales, como anticipo de cambios progresivos en la historia. Frente a las turbulencias del orbe convulso es indispensable que los panameños y panameñas consoliden la unidad nacional alrededor de los ejes de una nueva construcción democrática que ha sido señalada en líneas anteriores.

El sentimiento nacional de la Gesta Patriótica de 2023 ha de ser el fermento de la refundación del Estado panameño.

Dejar una respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí