Anteproyecto de ley CSS: crónica de una lucha social

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Es necesario defender el carácter solidario de la Caja de Seguro Social.

Por Roberto A. Pinnock
Sociólogo, docente universitario e investigador

Otra vez, habrá que recordarle al pueblo acerca de la sinceridad del presidente Mulino cuando aclaró que su gobierno es “100% empresa privada”. Cosa que no expresa a la perfección qué quiso decir con eso, ya que esta afirmación es válida, pero, a la vez, falaz. El anteproyecto de ley sobre la CSS, anunciado la semana pasada, se convierte en un acto que nos confirma esa contradicción.

Ciertamente, el presidente se ha alineado con la clase social de los propietarios privados de medios de generación de riquezas. Pero es inválido afirmar que su interés es el del 100% de las empresas privadas. Lo que nos revela el contenido del anteproyecto de marras, es que está alineado con el 100% de un sector de la empresa privada, no con toda la empresa privada; su propuesta, reitera que su gobierno es 0% clase trabajadora. Veamos.

Cuando su moción plantea elevar en 3% la cuota que pagan los patronos privados, unos patronos no son perjudicados por esto, otros sí. Unos patronos, los de los oligopolios farmacéuticos y de insumos médicos, así como los empresarios que manejan seguros privados y los banqueros que manejarían carteras de inversiones, verán harto compensados ese 3% de aumento. No ocurrirá lo mismo con los pequeños empresarios dueños de talleres, Es de restaurantes, de fincas agropecuarias, en general de los que generan sus riquezas en sectores diferentes a los mencionados arriba, favorecidos con la propuesta presidencial. El rechazo al aumento de esta “contribución” bien podemos esperarla de aquellos, con lo que evidentemente no se posiciona el ejecutivo. Es decir, el “sacrificio” de los patronos para resolver el déficit financiero del “IVM”, no será de todos los patronos.

La falacia del sacrificio de la patronal se pretende equiparar al sacrificio de la clase trabajadora, al aumentar en tres años la edad de retiro. Apologistas de medios de comunicación, han preguntado con ánimo poco empático con la clase trabajadora: “¿Y en cuál país la gente se jubila a los 57 años?”. A lo que les doy la respuesta que no supieron darles sus interlocutoras, de lo ocurrido hace menos de un año en México, donde uno de los programas de pensionamiento por vejez-hay varios, según sector público o privado-rebajó (así mismo, ¡rebajó!) la edad de retiró de 60 y 65 a 55 y 60 años, respectivamente.

Otra de las apologistas espetó en favor del aumento de la edad de retiro del anteproyecto, que “Ya no estamos para retirarnos tan temprano”, narrativa coincidente con la de los voceros del empresariado privado conservador que hoy dirige directamente el país. Cabe afirmar, que hay razones sanitarias, sociales y económicas, que conducen a concluir lo innecesario de aumentar la edad de retiro. Por ejemplo, las tasas de mortalidad han venido elevándose sistemáticamente desde 1990 —justo después de la invasión estadunidense a Panamá— de 4 muertes por cada mil habitantes a 5.7 muertes por cada mil habitantes; lo cual, condiciona que dentro de algunos años, la esperanza de vida no solamente esté estancada, como ya se observa, sino que comience a retroceder, de manera que la esperanza de vida de la población panameña, esa misma en la que se basan los cálculos de los tecnócratas defensores del aseguramiento privado, será menor que la actual, lo que debería llevar a rebajar la edad de pensionamiento por vejez.

Contrario al carácter inclusivo de los seguros sociales, el anteproyecto hace más difícil que los llamados “trabajadores independientes” puedan asegurarse. En su mayoría, son los conocidos “informales”. Le aumentarían su cuota, ya difícil de pagar por ellos, de 13.5% al 18% de sus ingresos, salarios o sueldos.

A final de cuentas, el anteproyecto de ley deja intacto, que digo intacto, más bien fortalecido, el régimen privado del negocio de los seguros. He aquí el centro de toda la propuesta, siendo la multitud de artículos de ésta, puras arandelas que susciten polémicas leguleyescas a la hora de su debate en la Asamblea legislativa o extra legislativa. La entrega de los fondos generados por las clases trabajadoras que logren asegurarse, directa o a través del Estado y la CSS, es el trofeo que obtendría el sector empresarial que convierte la salud y las pensiones en mercancía para su acumulación privada. Lo demás son cuentos de la abuela.

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