A propósito del gobierno cien por ciento empresa privada

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Los oligarcas lo quieren todo. Por ello, depredan.

Por PhD Ing. Carlos Lorenzo

“No hay nada mejor que un buen robo para estrechar los lazos de familia”.
(Del film Negocios de Familia)

Hacia 1848, A. Fauvert De Mean, cónsul de Francia en Panamá, describió a la oligarquía istmeña como una “CAMARILLA UNIDA POR VÍNCULOS DE FAMILIA”. Aquélla camarilla, que ostentaba el control absoluto sobre la riqueza y el poder desde los tiempos coloniales, sustentó su hegemonía en un hermético régimen de castas basado en el nacimiento, la pureza de sangre, y en la propiedad privada sobre los medios de producción y de vida.

Medio siglo después aquélla situación se conservaba tendencialmente inalterada, mas bien, se había consolidado, por vía de la asimilación de plurales capitalistas norteamericanos y europeos que se asientan en el Istmo; surgiendo entre éstos y la oligarquía criolla fuertes vínculos e intereses, dadas las tupidas alianzas matrimoniales que tenían lugar entre aquéllos burgueses alógenos y las aristocráticas criollas compelidas, de otro modo, a permanecer impúberes o a recurrir —como fue usual— a furtivas relaciones extramatrimoniales, dadas las rígidas prohibiciones del régimen de castas y la escasa población masculina blanca.

Hacia 1904, Belisario PORRAS se refiere a un “FAMOSO GRUPO” oligárquico en el que incluye a los criollísimos linajes de los ARIAS, AROSEMENA, DÍAZ, JOVANÉ y OBALDÍA, junto a AMADOR Y DE LA OSSA —de procedencia colombiana—, LEFEVRE Y LEWIS —de Gran Bretaña— y los BOYD, de Estados Unidos.

Pocos años después, en 1911, BELISARIO PORRAS nuevamente se vio enfrentado al “NEPOTISMO FEUDATARIO” de aquél grupo que antagonizaba su candidatura a la Presidencia de la República. Al respecto, señalaba: “Si yo fuera AROSEMENA o GUARDIA o siquiera ICAZA o FÁBREGA, yo sería tal vez un Dios para ellos y, elegido, al cabo no vendría a triunfar sino el poder de una familia o de dos; pero no soy ni primo de ninguno de ellos, y mi familia es orejana y la gente de color entre quienes he hallado tantos corazones de oro”.

Desde 1903 hasta 1968, aquél “FAMOSO GRUPO” acaparó las posiciones clave del aparato del Estado, reproduciéndose de forma ampliada el control oligárquico de la riqueza y el poder. La Presidencia de la República, los ministerios, las diputaciones, las representaciones diplomáticas y consulares, las magistraturas de la Corte Suprema de Justicia, la comandancia de la Policía Nacional, las funciones directivas y gerenciales del Banco Nacional, la Caja de Ahorros, las entidades autónomas y semi autónomas; así como las gobernaciones, alcaldías y municipalidades —particularmente en las ciudades terminales—, y aún los oficios religiosos en las Iglesias y Conventos del entonces aristocrático barrio de San Felipe, fueron controlados de manera excluyente por aquélla “CAMARILLA UNIDA POR VÍNCULOS DE FAMILIA”, dando lugar, entre 1903 y 1968, a la “REPÚBLICA DE LOS PRIMOS”.

En la madrugada del 20 de diciembre de 1989, en la base militar norteamericana de CLAYTON, a las riberas del Canal, Guillermo ENDARA GALIMANY, Ricardo ARIAS CALDERÓN y Guillermo FORD BOYD —arquetipos de la oligarquía comerciante, financiera, casateniente y vacuna— asumieron los cargos de presidente y primero y segundo vice-presidente, respectivamente. La integración ulterior del gobierno ratificó las palabras del flamante 2-VP, quien sentenció ex postfacto que el de ellos sería un gobierno “CIEN POR CIENTO EMPRESA PRIVADA”; Guillermo FORD BOYD no reveló, naturalmente, que bajo aquél paradigma el suyo también sería el gobierno de un puñado de estirpes aristocráticas entre las cuales se entretejen, además, tupidas relaciones mercuriales y de parentesco.

Hoy, a 35 años de aquella sentencia, ¿SE REPITE LA HISTORIA EN ESPIRAL?

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