Un sombrero del Caribe para el mundo

0
140
Marcial Montalvo, maestro artesano. (Foto: Uniandes).

Universidad de los Andes (Uniandes) / Colombia

Un Boxeador dio a conocer al mundo el sombreo vueltiao. Miguel el “happy” Lora, campeón mundial de peso gallo (1985-1988) lo lució en una de sus peleas en Estados Unidos y desde entonces es el regalo obligado para las figuras públicas que visitan Colombia.

Marcial Montalvo, uno de los maestros artesanos del pueblo de Tuchín, donde se fabrica, visitó la Universidad de los Andes y dictó un taller en el que dio recomendaciones para identificar un buen sombrero vueltiao.

El sombrero vueltiao es originario de las sabanas de Córdoba y Sucre, una artesanía con la que el pueblo Zenú ha contribuido al acervo cultural del país. Un producto tan apetecido que hasta la industria china ha intentado imitar. En Colombia, son familias enteras las que lo elaboran bajo los árboles de los patios traseros de sus casas.

Un sombrero fino vueltiao puede tardar entre 10 días y un mes para su elaboración y varias personas pueden intervenir en el proceso. En el pueblo de Tuchín, Córdoba, la mayoría de su población vive del trabajo con la caña flecha, la materia prima de este. Unos se encargan de raspar la planta, que compran luego las familias para tejer las trenzas y finalmente ensamblar el sombrero en la máquina de coser.

Fibra de sombrero colombiano. (Foto: Uniandes).

En muchas fiestas se ven sombreros vueltiaos de cartón, como símbolo de alegría y colombianidad. Pero un sombrero vueltiao original está muy lejos de estos kits para las horas locas de las celebraciones.

La calidad del sombrero se mide por el número de vueltas, siendo el de 15 el más común y de fibra más rústica y el de 31 el más fino. Pero el maestro Montalvo advierte que no hay una seña o número de líneas tejidas que se puedan contar, pues a lo que hacen referencia estos números es a los pares de fibras utilizados en la trenza.

Algunas personas dicen, “yo quiero un 21”, y comienzan a contar, y cometen el error, tanto el vendedor como el comprador.

Marcial Montalvo
Maestro artesano

Lo que recomienda es tocar las trenzas y notar su textura y grosor. Un sombrero más fino (21, 27 o 31) se siente más suave y flexible. Igualmente, la fibra utilizada es más fina, lo que lo hace más liviano.

“Las abuelas y las mamás lo enseñan desde muy corta edad. Por ahí desde los cuatro años ya uno está manipulando la trenza”, dice Nayibe Castillo, una experta tejedora quien afirma que la trenza es uno de los primeros juguetes de los niños Zenú.

El maestro Montalvo y Nayibe Castillo han sido invitados a diferentes partes del país para hablar del sombrero, que en un principio era solo fabricado para uso personal y para protegerse del sol en el trabajo del campo. Ahora es patrimonio cultural de la nación y símbolo de Colombia en el mundo.

Dejar una respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí