Sin honor, no hay Justicia

Por Roberto Antonio (Toño) Rosas

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Sin honor, no hay Justicia

Me encantan los refranes. Invitan a la reflexión. La mayoría son simpáticos, pero hay uno en particular, uno muy panameño, que es sencillamente infame. “No es quien te la hace, sino quien te la paga”. He sido obligado a escuchar esa ruin y cobarde frasecita en demasiadas ocasiones, y siempre me viene a la mente esa manifestación de mediocridad de carácter, cuando veo espectáculos como el que hemos tenido la desdicha de presenciar en la ya suficientemente cuestionada Corte Suprema de Justicia.

La impunidad, la falta de honorabilidad en la más alta casa de Justicia de Panamá es otro detonante, otra crisis que se apila en la ya maltrecha situación política nacional. Panamá necesita instituciones de Justicia robustas y a esa Corte no le alcanza la autoridad moral para juzgar a Trespatines. Es desgarradoramente triste, ver al país sumido en esa situación. Políticamente, por un lado y a paso de tortuga, el gobierno encoge los hombros. Le conviene descansar de ser el mayor blanco de las críticas. Además, a esta administración, como toda empresa mediocre, le encanta el caos.

Por otro lado, en el PRD se silba “esto no es conmigo”, mirando de lado a lado. Aquí es donde vuelven a aparecer los síntomas del electoralismo en el PRD. Las curules, los compromisos, los acuerdos, los procesos pendientes crean la necesidad y el apetito de hacerse del CEN y poner al partido en función de sus campañas.

Nuevamente, Benicio Robinson, Rogelio Paredes, Iván Picota, Carlos Pérez Herrera y Raúl Pineda, todos diputados electos, quieren correr para el CEN, cuando la historia, los resultados (y en algún momento los estatutos) exigen lo contrario. El partido del Torrijismo no es un partido electorero; es un partido permanente. Cómplices callados y leales súbditos del clientelismo han dicho todo, al pronunciarse en nada, como si esto fuera un problema cualquiera. Entretenidos, irresponsablemente desatienden al partido.

Esa dirigencia lleva dos ciclos electorales aferrándose a las prácticas clientelistas. Tiene que parar ya. Esta crisis es un vivo ejemplo de la urgencia. Mientras un magistrado denuncia lo que todos sospechábamos, los eternos candidatos del PRD, en vez de hacer su trabajo y representarnos debidamente, con agudos pronunciamientos para recordarle al país que su gobierno no les representa, estaban ocupados en inscripciones, utilizando cínicamente momentos auténticos de participación ciudadana y compromiso ideológico que muchos compañeros celebramos dignamente, para alimentar sus pantagruélicas ambiciones.

Necesitamos un partido permanente, con autoridad moral para servir y representar al pueblo. Esa es nuestra razón de ser. En algún momento, invité a esos actores a probar su liderazgo y desprenderse de estas aspiraciones institucionales. Vuelvo a hacerlo, esta vez con menos esperanzas, pero ojalá recapaciten y reconozcan que un partido electorero es insostenible.

Así que (según la infame frase) ¿debemos interpretar que quien la debe pagar somos el resto? Todos los que no somos candidatos, será, porque hasta los presidenciables están tomando de la misma chicha. A modo de cerecita en sundae, Ernesto Pérez Balladares –el primero que debería dar el ejemplo– ha anunciado aspiraciones a la secretaría general. Señor presidente: ¿por qué profundiza esquemas derrotistas, si su liderazgo debería ser incuestionable? Así pinta el retrato del PRD en esta primera fase electoral, en el camino a las elecciones de delegados de octubre. Está en nuestras manos cambiar esas actitudes, esas… poses. Así, con trabajo y vocación política, tendremos una foto justa y digna, como carta de presentación para las elecciones del 2019.

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