El camino de la unidad soberana. Editorial del martes 7 de mayo

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El apretado triunfo del candidato presidencial de la Alianza “Uniendo Fuerzas” revela las difíciles circunstancias en las que Laurentino Cortizo asumirá el 1 de julio la jefatura del Estado por un período de cinco años. Su victoria es innegable, pero también lo son los desafíos para encarar la inequidad, el ultraje oficial, el despojo de bienes patrimoniales y la amenaza a la soberanía panameña.

Los comicios del 5 de mayo fueron transformados en escenario de disputas no antagónicas entre élites del capital financiero y el sector agropecuario, industrial y agroindustrial lastimado por políticas que aumentan el grado de la dependencia externa. Todo ello contribuyó a generar un escenario complejo de confrontación electoral que aún no ha sido dirimido en la arena política y económica.

Pese a ello, el presidente electo tiene la clara oportunidad de encabezar un proceso de transformaciones y recuperar la confianza de la población a través de un equipo gubernamental serio y eficiente. En realidad, es el último chance para una nueva administración pública, antes de que la erosión de la institucionalidad del Estado por se convierta en un tsumani devastador de la estabilidad.

Cortizo, su equipo de profesionales y asesores técnicos en las filas del socialdemócrata Partido Revolucionario Democrático (PRD), están obligados a realizar una lectura minuciosa de los resultados de los comicios generales, en los que los votantes manifestaron su hartazgo con el clientelismo político, el latrocinio y la burla de candidatos desprestigiados, a los que castigó con el sufragio en las urnas.

Hay claras señales de agotamiento del sistema vigente, que ha sido incapaz de resolver la pobreza extrema en zonas indígenas, el abandono de los productores agropecuarios condenados a la ruina o el saqueo de los recursos del Estados a manos de una clase que usurpa sin escrúpulo la herencia canalera de alto valor colectivo, para convertirla en privilegios y en un multimillonario botín.

El próximo gobierno debería inspirarse en el camino de la unidad soberana que en la década de 1970 permitió a la población crecer, mejorar los niveles de Salud, escolaridad, producción y empleo decente. Es imposible acometer los enormes retos de Panamá, sin resolver antes la deuda pendiente con un pueblo empobrecido y unas capas medias castigadas por duras medidas fiscales.

Omar Torrijos tuvo la visión estratégica de trazar líneas para unir a sectores progresistas en una misma causa. Aquel proyecto liberador y valiente fue truncado por enemigos de la nación, pero devolvió al pueblo su dignidad y demostró a las multitudes que es posible combatir desde la raíz la corrupción, derrotar el entreguismo y articular un modelo participativo de desarrollo humano con luces largas.

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