Ausencia de programas domina escenario electoral en Panamá

Los candidatos abordaron temas generales, incluida la reforma a la Constitución, pero no dijeron como refundar al Estado, cuyo modelo económico ha fracasado y revela una crisis institucional.

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Debate con la participación de candidatos presidenciales.

Por David Carrasco

El debate televisado del 20 de febrero, en el que participaron los candidatos presidenciales que encabezan las nóminas de partidos políticos legalmente constituidos y de libre postulación, reveló la ausencia de programas de gobierno para resolver los problemas que afectan las condiciones de vida de la población panameña (Salud, Educación, Vivienda,Transporte y Justicia).

La primera lectura examen del intercambio de opiniones, es que no hubo un verdadero debate y que todos los entrevistados fueron encasillados en un esquema rígido de preguntas y respuestas, de escaso valor político, que los proyectaron en la pantalla del televisor como unos personajes acartonados distantes del electorado.

Ninguno de los candidatos, entre ellos una mujer, utilizó el tiempo asignado para ir a la raíz del problema socioeconómico que agobia a Panamá, y cuya solución pasa por desmantelar el neoliberalismo y el modelo de subordinación impuesto por una élite que representa al capital financiero y afianza la pobreza y la exclusión social.

Los espectadores percibieron un mensaje reformista, cargado de promesas que no podrán ser cumplidas por gobiernos atados a los compromisos fondomonetaristas y a los donantes de las campañas electorales. Temas como soberanía, liberación nacional, neutralidad permanente y cese al crimen ecológico no fueron debatidos.

En vez de discrepar entre sí, los candidatos coincidieron en diversos puntos. Iniciativas como la asignación de mejores presupuestos del Estado a la Educación pública y la compra de la producción nacional agropecuaria con el objetivo de abastecer de alimentos a comedores escolares, centros policiales y hospitales estatales.

Ningunas de esas propuestas anunciadas podrían prosperar sin un Estado gestor. Además, persiste el riesgo de que queden convertidas en iniciativas ilusorias, si no son acompañadas de instrumentos para la refundación de Estado y la liquidación del infame esquema de corrupción y latrocinio que marca el ritmo institucional.

Para un electorado joven, es poco alentador que los oradores se hayan presentado en un espacio de la televisión local sin un programa elaborado y que, en cambio, hayan improvisado discursos con un pobre manejo estadístico y promesas de que, si son elegidos, los panameños vivirán en una especie de Disneylandia.

Lo primero que deben saber los candidatos es que tiempos de la pos verdad no basta con contar historias. En escenarios donde cada uno defiende su verdad, es imprescindible mostrar credenciales de lucha, fuerza partidista y logros que convenzan a los votantes de que hay aspirantes idóneos que tienen claras políticas de Estado.

Tal vez, el razonamiento desapasionado explique la actitud de muchos espectadores, quienes horas después del debate, enviaron a través de las redes sociales memes hilarantes sobre los prospectos presidenciales. Casi nadie recuerda el contenido de ese debate, que no infundió confianza a los espectadores para acudir a las urnas.

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