Panamá: ¿independiente, neutral, protectorado o satélite?

2
266
Soldados estadounidenses capturan a joven panameño desarmado. (Foto de Archivo).
La invasión de 1989 ocasionó un giro de 180 grados en la historia de Panamá, y produjo la remilitarización y recolonización de nuestro país.

Por Julio Yao Villalaz (julioyao1@gmail.com)

Hace 157 años, Justo Arosemena advirtió de que el istmo podría ser absorbido por fuerzas exógenas y que debíamos construir un Estado al amparo de las principales potencias. Hoy nos toca trazar una visión de nuestro devenir a raíz de la invasión. Para Washington, los objetivos de la invasión fueron: (a) abrogar los tratados Torrijos-Carter; (b) remilitarizar Panamá; (c) transformar Panamá en una gran base, plataforma o sitio para operaciones de avanzada y (d) recolonizar Panamá.

Panamá: ¿independiente, neutral, protectorado o satélite?

a. Abrogar los Tratados T-C Según el memorándum secreto-sensitivo del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. (3 /3/1986): “Nuestro objetivo es desestabilizar el país y tener una base legítima para abrogar los Tratados T-C”, a través de “una campaña de acciones encubiertas, acusando al general Noriega de tráfico de drogas”. (Julio Yao, 2019). Este memorándum desenmascara los manejos turbios de la política exterior de EE.UU. y confirma la falacia de que el propósito era “acabar con la dictadura”.

b. Remilitarizar Panamá. EE.UU. debía abrogar de facto los tratados T-C que les impedía reimplantar su control en y desde Panamá sobre Latinoamérica. No pudiendo abrogarlos, los saboteó: primero, a través de enmiendas del Senado; segundo, mediante dos procedimientos irregulares. Esta vez, a través de acuerdos y arreglos internacionales entre entidades y funcionarios subalternos del Gobierno panameño (no autorizados para firmar) y funcionarios subalternos de la embajada de EE.UU.

Ejemplo: los canjes de notas entre Frederick Becker de la embajada de EE.UU. y la ACP; verbigracia, el Alemán Healy-Becker de 2001 y el Alemán Zubieta-Becker de 2002. La ACP no está facultada por la Constitución para firmar tratados, mucho menos “en inglés”, como ocurrió con el último acuerdo. EE.UU. saboteó los tratados mediante acuerdos y arreglos directos entre Washington e instituciones no facultadas para firmar tratados, además de la ACP: el Ministerio de Gobierno y Justicia, el Ministerio de Economía, el Ministerio de Seguridad, el Senan y el Senafront. Mencionemos el acuerdo Arias-Hinton de 1991, que permitió la libre navegación por parte del Servicio de Guardacostas de EE.UU., firmado por el ministro de Gobierno, Ricardo Arias Calderón, del cual se desprende el arreglo complementario Salas-Becker de 2002, suscrito por otro ministro de Gobierno: Aníbal Salas.

Ambos acuerdos carecían de valor porque un país ocupado (y Panamá lo era) no podía celebrar tratados. El arreglo complementario Salas-Becker es la base de la Coordinadora Regional de Operaciones Aeronavales (Croan). Dichos acuerdos autorizan toda clase de actividades militares, ilegales según el derecho internacional. Especialmente, las maniobras anuales “Panamax” (autorizadas por Chile y EE.UU., sin Panamá), en las que participan 30 países más la OTAN, además de las maniobras “Nuevos Horizontes” y “Mercurio”. “Este memorándum desenmascara los manejos turbios de la política exterior de EE.UU. y confirma la falacia de que el propósito era ‘acabar con la dictadura”.

c. Convertir Panamá en una plataforma o sitio para operaciones de avanzada. El resultado fue y es convertir Panamá en un portaaviones desde el cual lanzar ataques a países “enemigos”, utilizando a panameños como “carne de cañón” o fuerza cipaya. Lo anterior se posibilita con las bases aeronavales en ambos océanos y de conformidad con el “Plan maestro contra Venezuela”, propuesto el 18 de febrero de 2018 por el jefe del Comando Sur, Kurt Tidd (Julio Yao, “A propósito del Croan. Las bases liliputienses de Panamá y el Plan maestro contra Venezuela” (ALAI-AMLATINA, 31/3/ 2021).

Pareciera una fina ironía de Washington de que las 14 bases aeronavales puedan, en ciertas circunstancias, suplantar las anteriores 14 bases militares estadounidenses. Según el “plan maestro”, Panamá aportará los aeropuertos de Tocumen, Howard, Albrook Field, Río Hato y el Centro Humanitario de la ONU; hangares y vehículos de EE.UU. de la base aérea en Nicanor, Darién. Además, el Comando Sur obligará a Panamá (es su terminología) a aportar más militares (que Panamá no tiene y que no pueden estar bajo el mando de militares extranjeros) (José Arcia, “EE.UU. y Panamá inauguran hangar en base aérea de Darién”, La Estrella de Panamá, 6 /2/ 2019). Según John Lindsay Poland: “Argumentando que la policía panameña no está organizada para controlar las incursiones de los insurgentes colombianos, el jefe del Comando Sur, Charles Wilhelm, dijo en junio (2019) que tenemos la obligación de intervenir en cooperación con los panameños o unilateralmente» (https://www.envio.org.ni/articulo/989). Dicho de otro modo, EE.UU. está dispuesto a recuperar las viejas bases militares desmanteladas sin el consentimiento de Panamá (¿bajo cuál tratado?) y no solamente intervenir sin autorización de nuestro país (Enmienda DeConcini y Enmienda Nunn). Se trata de una operación para derrocar al Gobierno de Venezuela, en la que se utilizarán diversos FOLS en Panamá y el Caribe frente a Venezuela.

EE.UU. se propuso recuperar el control sobre Panamá y revertir la “desmilitarización” prevista en la Declaración Tack-Kissinger de 1974. Declaración que tuve el honor de elaborar por encargo del canciller Juan Antonio Tack. La responsable de la remilitarización de Panamá fue la presidenta Mireya Moscoso, a través de los Fundamentos para la Seguridad Nacional de Panamá (FPPS), redactados por el Pentágono.

d. Recolonizar Panamá. A la remilitarización se suma la recolonización de Panamá. Citemos el Memorándum de Entendimiento (MDE) del 17 de agosto de 2018, suscrito por David Malpass, subsecretario para Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro de EE.UU., que facilita la distribución de gas licuado para Centroamérica y el Caribe por parte de empresas estadounidenses y apunta a bloquear la cooperación entre China y Panamá. Súmese el MDE del 20 de agosto de 2019, entre Robert O’Brien, consejero de Seguridad Nacional y el ministro de Economía, Héctor Alexander, que no estaba facultado para firmar tratados. Este MDE viola la Declaración Presidencial Varela-Xi, de diciembre de 2007, ya que permite a empresas estadounidenses “monopolizar y explotar recursos energéticos y construir infraestructura” (recursos hídricos, carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, instalaciones logísticas y transmisión de electricidad). Si sumamos a la remilitarización y la recolonización la injerencia de la DEA y del FBI, es claro que Panamá está totalmente arrodillado ante EE.UU.

¿Qué somos y qué queremos ser, si no frenamos esta corrida?

Panamá puede convertirse en protectorado: el tipo de administración en que un Estado no puede cumplir con sus responsabilidades diplomáticas y de seguridad, por lo cual otorga a otro más fuerte estas competencias a cambio de una serie de beneficios. Los protectorados carecen de política exterior porque no tienen independencia.

¿Cuáles son nuestras opciones?

Presionar al Gobierno de Panamá para que cese su subordinación a Washington. Al Ministerio de RREE para que suspenda la firma de tratados y acuerdos por parte de funcionarios subalternos de Panamá, para que la Asamblea Nacional rechace los acuerdos Postinvasión, para declarar la neutralidad de Panamá a fin de alejarnos de conflictos y guerras ajenas.

¿Qué debemos hacer?

Crear urgentemente un movimiento nacional que integre a las más importantes organizaciones de Panamá para que enarbole prioritariamente la independencia nacional.

Justo Arosemena advirtió contra la absorción del istmo y propuso un Estado bajo la protección de las grandes potencias. Nosotros proponemos recuperar nuestra soberanía y declarar la neutralidad plena de Panamá sin el padrinazgo de las grandes potencias. Recomendamos nuestra obra, “El monopolio del Canal y la invasión de Panamá”, con prólogo del Dr. Juan Carlos Mas y comentarios del general Manuel Antonio Noriega y del ex canciller Juan Antonio Tack (Editora Chen, 2019).

Nota: El autor fue agente de la República de Panamá ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya; presidente honorario y presidente encargado del Centro de Estudios Estratégicos Asiáticos de Panamá (Ceeap) y profesor de relaciones internacionales de la UP.

2 COMENTARIOS

  1. Saludos solidarios desde México. Excelente artículo que nos ayuda a entender la lucha histórica del Pueblo Panameño por consolidar su Independencia. Ojalá los sectores progresistas, nacionalistas y revolucionarios no den su brazo a torcer ante las intrigas del Imperialismo estadounidense. No podemos confiarnos de Biden ni de ningún presidente de Estados Unidos. El Imperialismo y el Sionismo son criminales. Basta que veamos lo que sufren hoy dos pueblos hermanos: el de Colombia con el tirano Iván Duque y el de Palestina con los ocupantes asesinos que ni son judíos, ni son israelíes, simplemente es un gobierno Sionista Terrorista y Criminal. Atentamente, Fernando Acosta Riveros

Dejar una respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí