Omar Torrijos trazó ruta de liberación nacional
(Introducción por Dalys Vargas)
El general Torrijos se presentó en la Universidad de Panamá el martes 14 de diciembre de 1971, invitado por la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP), para participar en la clausura del “Encuentro Nacional Estudiantil Popular por la Unidad de las Fuerzas Anti-Imperialistas”, evento anunciado a grandes letras en una pancarta colgada al fondo del Paraninfo universitario. La visita del general se realizó en el marco de la conmemoración del XXIV aniversario del rechazo del Convenio de Bases Filós-Hines, de 1947, instrumento con el cual se pretendió legalizar la presencia en todo el territorio de Panamá de más de cien sitios de defensa estadounidenses, establecidos durante la Segunda Guerra Mundial.
Habían transcurrido sólo tres años desde el golpe militar de 1968, y todavía reinaba un fuerte sentimiento antimilitarista entre los profesores y los estudiantes, quienes reclamaban autonomía. Sin embargo, los hechos estaban demostrando la firme posición nacionalista del nuevo gobierno y la tendencia del general Torrijos a identificarse con los sectores populares. El fuerte magnetismo del líder generó una gran curiosidad por verlo y escucharlo. El diario Crítica del 16 de diciembre de 1971 informa que “varios miles de estudiantes siguieron la intervención del general Torrijos por medio de altavoces instalados en los jardines y patios de la Universidad” y muestra una foto del interior del Paraninfo, completamente lleno.
Pocos saben que, con tan solo dieciocho (18) años de edad y siendo ya cadete de la Escuela Militar “Capitán General Gerardo Barrios” de El Salvador, Omar Efraín Torrijos Herrera presenció desde las gradas de la Asamblea Nacional de Panamá enardecidos debates en torno al mencionado Convenio, el cual cedía a los Estados Unidos, por un período prorrogable, terrenos para la permanencia de bases militares en Jaqué, Isla del Rey, Isla de San José, Taboga y Taboguilla, Isla Grande, Guna Yala (conocido entonces como San Blas), Las Margaritas, Pocrí, Punta Mala y Río Hato, entre otros lugares.
Este tema ya interesaba vivamente al joven patriota, futuro líder que logró cerrar todas las bases militares de los Estados Unidos en Panamá en diciembre de 1999, ¡dieciocho años después de fallecer en un atentado terrorista! En 1947, el adolescente Torrijos vio en persona a unas 10.000 personas indignadas, concentradas en los alrededores de la Asamblea Nacional, armados de palos, piedras, machetes, e incluso armas de fuego, dispuestos a impedir por todos los medios la aprobación del Convenio Filós-Hines. La Federación de Estudiantes de Panamá, el Frente Patriótico de la Juventud, el Magisterio Panameño Unido, la Asociación Nacional de Educadores, la Unión Nacional de Mujeres y otros grupos organizados encabezaron la oposición al Convenio.
Texto del discurso del general Torrijos en el Paraninfo de la Universidad de Panamá / 14 de diciembre de 1971.
Es muy propicia la oportunidad y muy elevado el escenario para reafirmar aquí los puntos de vista que el gobierno tiene, en lo que respecta al problema de la Zona del Canal. Infinidad de veces hemos dicho, y al decirlo es porque estamos plenamente convencidos de que lo que estamos diciendo es verdad, que el problema del Canal el pueblo no lo mira como un problema de cualquier otra clase, que el problema del Canal es un problema puramente sentimental, y sólo los panameños podremos resolver ese problema.
En el pasado, los gobiernos estuvieron muy determinados a conseguir mejores tratados, pero lo cierto es que siempre resultaban medianamente fuertes en economía y excesivamente débiles en jurisdicción.
A nosotros, nos han dicho los actuales negociadores norteamericanos, que ahora hemos salido con el asunto de la soberanía, que anteriormente jamás se les había reafirmado con tanta vehemencia, y que jamás se les había dicho que aquí había un pueblo dispuesto a cualquier clase de sacrificio con tal de que ondee nuestra bandera en ese territorio, que es nuestro.
Aparentemente, para ellos, ése es un lenguaje desusado. Pareciera que los hemos tomado por sorpresa, ya que nuestro país no les está hablando de beneficios económicos, sino que les dice que el problema del Canal es un problema sentimental y que nosotros le damos mucha más importancia a la bandera que a cualquier beneficio económico.
Indudablemente, que los beneficios económicos tienen que venir por gravedad, porque el Canal es un paso obligatorio del mundo y es un bien a través del cual toda la humanidad se beneficia. Y si la humanidad se beneficia, es lógico también que aquel país que prestó su entraña para construir este paso obligado reciba beneficios económicos.
Los norteamericanos generalmente consideran agresores a todos aquellos que se defienden de sus ataques. Es por eso por lo que ustedes ven a cada momento a congresistas y representantes [de los Estados Unidos] queriendo mezclar nuestro puro nacionalismo con influencias que están fuera de las fronteras de nuestra patria. Ellos pretenden mezclar nuestro nacionalismo puro con problemas que ofenden el sentimiento nacional y que, como dijo Calzadilla, ellos mismos son los responsables de estar propiciándolos en este país. Tal es el caso del tráfico de drogas por el Canal de Panamá, que está bajo su jurisdicción y que funcionarios venales norteamericanos alientan y toleran.
Yo les recuerdo a ustedes, que otros gobiernos han tratado de conseguir beneficios, pero que llegado el momento de tomar la determinación final de sacrificarse porque en la patria toda prevalezca nuestra soberanía, hasta ahí han llegado sus esfuerzos.
Cuando yo les dije a ustedes el 11 de octubre que si era preciso que una generación tenía que desaparecer para que otra generación viviera libre, les estaba hablando con el más puro corazón de panameño que yo tengo.
Porque, de no haber un arreglo satisfactorio para nuestra nación y para nuestro pueblo, va a pasar algo que es inevitable. Vendrá por combustión espontánea una explosión del pueblo panameño. A la Guardia Nacional le quedan dos caminos. A Omar Torrijos le quedan dos caminos al frente de esa Guardia Nacional: aplastar esa rebelión patriótica del pueblo o conducirla. Y yo no la voy a aplastar.
Muchos de nuestros cementerios están llenos de inocentes, están llenos de estudiantes, están llenos de obreros, están llenos de panameños que creen en la dignidad de su patria. Es precisamente aquí donde tenemos que ser juiciosos, saber distinguir quién es el que dice “Vayan”, y quién es el que dice “Síganme”. Yo no digo “Vayan”, eso lo saben ustedes.
Que sirva, señores, la culminación de esta semana antiimperialista, que no es una semana, sino una jornada más en la vieja lucha de 68 años que estamos librando en este país contra el imperialismo, para que cada uno se vaya haciendo un examen de conciencia y comprenda que, el día que la patria nos pide el máximo de sacrificio, a la patria no se le ponen condiciones.
(La batalla de Panamá, páginas 62 al 64. Énfasis suplidos).