Militarización y militarismo en Panamá

Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político

Recientemente —9 de junio—, uno de los últimos exponentes de la “Cruzada Civilista”, expresión política de la oligarquía del “ancien regim” liberal, desplazado del poder político del Estado, por el cruento golpe militar del 11 de octubre de 1968, con motivo del 35 aniversario de su creación, mencionó algunos hechos y consecuencias de la militarización y del militarismo de la época.

Sin embargo, en virtud de los sesgos y de las omisiones, sobre todo, el mutis absoluto sobre la génesis del fenómeno castrense istmeño y de su símil con lo que está ocurriendo hoy en Panamá, procuraré “echar el cuento completo”.

La “radix” de la incursión de los militares en política y en los “negocios” de la oligarquía panameña, se remonta a finales de la década del 40 del siglo pasado, donde confluyen dos fenómenos: la crisis de poder del grupo hegemónico nacional y el inició de la “guerra fría” entre las dos superpotencias que emergieron victoriosas de la Segunda Guerra Mundial: Los Estados Unidos de América (EE.UU) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

El militarismo, según Rosario “Mami” Arias de Galindo, se inicia por cortejos de la oligarquía a “Chichi” Remón (coronel José Antonio Remón Cantera, jefe de la Guardia Nacional y ex presidente de la República), hasta convertirlo en miembro de la cofradía del “matadero”. “Para mi —dice Rosario Arias de Galindo en su biografía ‘El Camino Recorrido’— el militarismo en Panamá no es sólo una responsabilidad de los militares, sino también de civiles que se procuraban beneficiar del poder que emanaba de los cuarteles…”.

Por su parte, el proceso de militarización de la Policía fue obra de la confrontación bipolar EEUU versus la URSS. Así fue impulsada la transformación de Policía Nacional en Guardia Nacional (Ejército) y el entrenamiento militar de los mandos medios y superiores de la Guardia Nacional panameña en las academias militares estadounidenses, como el propio Comando Sur, instalado en las riberas del Canal, y en Fort Bragg, en Carolina del Norte, territorio norteamericano.

En efecto, tal como ha ocurrido, hoy, tanto la plutocracia panameña, producto de su crisis ocasionada por el agotamiento del modelo neoliberal y del clientelismo político corrupto, como el imperialismo norteamericano en su geopolítica de hegemonía unipolar; vuelven a conducir al país a la militarización de la Fuerza Pública y al eventual militarismo.

Primero, mediante la conversión de los cuatro servicios de Policía (PN, SPI, SENAN y SENAFRONT) en verdaderos “ejércitos pretorianos” al servicio de intereses antinacionales y, segundo, en virtud de la instalación de cuatro (4) Centros de Coordinación Militar Regional en la provincia del Darién (bases estadounidenses).

Asimismo, se comenta que, supuestamente, muchos de los 300 comisionados y subcomisionados de la Fuerza Publica son propietarios de enormes fincas ganaderas en diversas partes del país, manejan “casas grandes” (salas de apuestas) y son dueños absolutos del transporte “pirata” (sistema irregular).

Finalmente, independientemente del eufemismo que se utilice para la denominación de las bases extranjeras, el hecho cierto e irrefutable es que esos procesos de militarización de los servicios de Policía constituyen una flagrante violación del artículo 310 de la Constitución Política (“La República de Panamá no tendrá ejército”) y del artículo V del Tratado concerniente a la Neutralidad Permanente del Canal y del Funcionamiento del Canal de Panamá (“Después de la terminación del Tratado del Canal de Panamá (1999), sólo la República de Panamá manejará el Canal y mantendrá fuerzas militares, sitios de defensa e instalaciones militares dentro de su territorio nacional”).

¡Así de sencilla es la cosa!