Lucha contra la exclusión y discriminación racial de las afropanameñas: un reto prioritario

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Mujeres afrodescendientes. (Foto: La Estrella de Panamá).

 

Por Juana López Córdoba
Secretaria Nacional Afrodescendiente del PRD

Mujer se escribe con cinco letras, pero con un significado incalculable. No en vano, hoy por hoy, el mundo califica a la mujer como pionera en las grandes  transformaciones políticas, económicas,  educativas, culturales, sociales y en todos los ámbitos del quehacer humano.

Pese a todas esas bondades y aportes, las mujeres seguimos siendo objeto de discriminación y grandes desigualdades sociales, por diversas razones. Cuando se trata el tema de discriminación, históricamente a las mujeres les ha correspondido la peor parte.

Según una encuesta realizada en la Universidad Autónoma de México, en conmemoración al día internacional contra el racismo, más de la mitad de los encuestados dijeron que el color de la piel es motivo sufriente para que una persona sea insultada en la calle. En consecuencia, urge que los Estados en todo el mundo adopten medidas correctivas.

La Conferencia Mundial de Durban, la Conferencia Mundial contra el Racismo, y el Comité de Naciones Unidas contra la Eliminación de la Discriminación Racial, han reconocido las graves consecuencias y desprotección que viven las mujeres cuando sufren múltiples formas de discriminación

En el marco del Decenio Mundial de los y las afrodescendientes, declarado así por las Naciones Unidas, y sus tres pilares reconocimiento, justicia y desarrollo, es importante resaltar que en las Américas viven unas 200 millones de personas que se auto identifican como descendientes de africanos; de los cuales el 50% son mujeres que viven en condiciones de pobreza y pobreza extrema. Sin embargo, la invisibilidad estadística de la que hemos sido objeto las afrodescendientes no permite contar con los indicadores necesarios para conocer esta realidad.

En ese sentido, resulta importante que se respetan los acuerdos y convenios relacionados con los derechos civiles y políticos de las afrodescendientes, además de aplicar políticas públicas que se identifiquen plenamente con ese sector de la población panameña.

Otro hecho relevante en torno a las condiciones sociales de las afrodescendiente, es la que se relaciona con su exclusión y la marginación de los procesos económicos, de suerte que más del 90% de las riquezas está en manos de hombres, y no de mujeres.

La autonomía de las afrodescendientes juega un papel fundamental para garantizar el ejercicio de sus derechos en un contexto igualitario. Pero, para hacerlo realidad, es vital descansar en la Educación como herramienta fundamental para alcanzar el éxito y el desarrollo humano.

Las afrodescendientes merecemos vivir con dignidad y decoro como lo prevé la Constitución panameña. Hay una gran deuda histórica con las mujeres en este país. La democracia panameña está en mora con las mujeres. Se requieren grandes transformaciones políticas que reafirmen la importancia de colocar en el centro de la gestión pública a las mujeres más vulnerables, como son las afrodescendientes, las de pueblos originarios, y las de áreas rurales.

En Panamá, como en el resto del mundo, la democracia no tendría ningún sentido si no logramos incluir y cambiar la vida de la gente. Necesitamos una democracia real, activa, participativa, representativa e igualitaria. Parte del trabajo pendiente incluye el verdadero reconocimiento a los numerosos aportes que han realizado las afrodescendientes en Panamá y, por qué no decirlo, en todas partes del orbe.

Con el apoyo de organizaciones nacionales e internacionales se han dado algunos avances en estos temas, pero no son suficientes. Es por ello que la red de mujeres afrolatinoamericanas, afrocaribeñas y de la diáspora se planteó apuntar las luchas específicas de las mujeres. Así quedo concretado en la Primera Cumbre de Lideresas Afrodescendientes de las Américas (Nicaragua 2015), con la aprobación de su plataforma política, en la que se incorpora la matriz para el monitoreo del cumplimiento de nuestras demandas.

El decenio internacional de afrodescendientes, al igual que la Primera Cumbre de Lideresas Afrodescendientes de las Américas, se convierten en una oportunidad histórica para crear mecanismos de diálogo que nos permita avanzar hacia una sociedad más democrática, libre, Inclusiva, pero, sobre todo, una sociedad en la que haya justicia y paz para todos los seres humanos.

En la mayoría de pueblos, la presencia integral de afrodescendientes sigue siendo invisible. Hay escaso reconocimiento y valoración correcta de su lengua, cultura, historia, espiritualidad y pensamiento, lo que opera en su contra. Asimismo, son invisibles respecto a las leyes, y en las instituciones públicas; en los textos escolares y en muchos otros espacios de la sociedad panameña.

Se trata de un esfuerzo que significa corregir una práctica de muchos años, que requiere compromisos y acciones urgentes y permanentes. Las afropanameñas no podemos permitir ser solamente una cifra estadística, además de personas mal censadas. Nuestras exigencias corresponden al reconocimiento que merecen todos esos aportes que dimos en el pasado. Estamos dando en el presente y seguiremos dando en el futuro, para contribuir al desarrollo de nuestros pueblos.

Los seres humanos nacen libres en dignidad y en derechos, y tienen la capacidad de construir su propio desarrollo y bienestar social. Y todas las doctrinas de superioridad racial son totalmente falsas, moralmente condenables y socialmente injustas y peligrosas y, por tanto, deben rechazarse. Al igual que la teoría con la que se pretende determinar la existencia de las distintas razas humanas.

 

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