Por Rafael García Denvers
Coordinador de Vanguardia Torrijista (VT)
Es evidente la pérdida de valores y ética de los diferentes gobiernos, tanto a nivel local como global. La mentira se ha convertido en algo casi normal, como fórmula para cubrir la corrupción y la falta de compromiso en la tarea de alcanzar soluciones reales y efectivas.
Pero, lo nuevo es el grado de deformación, contaminación y descaro de los últimos días. La mentira se institucionalizó aún en documentos oficiales y declaraciones presenciales, pero siempre custodiada por los poderes fácticos. De esa forma, la mentira se viste de fiesta.
Ya no se oculta la vergüenza, incluso se publicitan los actos impúdicos como fórmula de intercambio, escarmiento y pilar de sometimiento. Los tiempos han cambiado, y no para bien. Aun cuando su norte es cada vez más visible e innegable, se hace necesario quitar vendas y romper cadenas mentales y sicológicas sembradas en el subconsciente colectivo bajo la figura de supuestas incapacidades y superioridades heredadas, fundamento requerido para sustentar los reinos, riquezas, feudos y destinos manifiestos que inmoralmente se reclaman.
Todo lo anterior a nombre de la libertad y la democracia. Damas violadas, sometidas y prostituidas en aras de la superioridad y divinidad del poder con su hambre de dominación, apropiación y expoliación de todo recurso que genere riqueza a la elite gobernante. La estupidez gana popularidad y hasta logra ser regente.
Lo peligroso del momento actual es la gran capacidad mediática que se utiliza para generar niveles históricos de falsedades sustentadas por personajes públicos de supuesta credibilidad para hacer de la mentira un fundamento de amparo y defensa de la corrupción y el atraco requerida por la esencia destructiva del Modelo Económico; y todo ello con el beneplácito público que, con su silencio y falta de análisis crítico, camina con ojos de siervo rumbo al despeñadero.
El momento histórico exige superar las acciones regidas por la popularidad o búsqueda de aceptación grupal y establecer una presencia regida por la elección de metas y rutas determinadas por principios de participación social en un marco de convivencia con el entorno y la naturaleza, donde el derecho a la vida sea fundamento de la acción y los valores éticos y morales correspondan al enunciado establecido. Sólo así podremos reestablecer un nuevo nivel de coordinación exento de cortinas mediáticas, manipulaciones y mentiras.
Así como “Dios y Patria” no es lo mismo que “Proteger y Servir”, la solidaridad, la soberanía y el respeto de los Derechos Humanos dependen de quienes lo apliquen o defiendan y no de sus significados literales. Es hora de imponer un único significado a los términos que sustentan la vida colectiva y no el hambre de la élite autoproclamada, heredera del paraíso en el cielo y la tierra.
Es obvio que Donald Trump basa su mandato en la mentira y la defensa de los intereses que lo convirtieron en inquilino de la Oficia Oval. Es conocida la falta de pantalones para defender los intereses patrios de quienes como José Raúl Mulino defienden su origen de clase y el significado real de un Gobierno pro Empresa Privada, pero eso no evita que estén equivocados y que nos obliguen a combatir el daño que representan tanto para Panamá como nación y el mundo como habitad de la especie humana, independiente de su raza, color, religión o cultura. La mentira debe ser derrotada en todos los planos y terrenos.
Es obligante combatir la estupidez donde esté y venga de donde venga, no importa cual sea el nivel de poder que represente, ni de donde se siente para defecar. Para ello, nuestras armas son la divulgación de la verdad, la defensa de ésta, la unidad de objetivos y la férrea determinación de defender el derecho a la vida digna de todos por igual. Es necesario unificar esfuerzos. Sólo así el futuro será nuestro y evitaremos que la mentira alimente la estupidez consciente, intencional o por accidente.
Es hora de detener el creciente fascismo que se engendra. No es el momento de ganar aplausos o seguidores. Todo medio de divulgación (oral o escrito) debe tener presente ese norte para enfrentar la desinformación, que es producto del reino de la mentira y la media mentira. El camino es la unidad en todos los planos, con base en principios y verdades.