Por Rafael García Denvers
Coordinador de Vanguardia Torrijista (VT)
No hemos sido derrotados. Hemos mostrado el verdadero rostro de un gobierno de derecha que convirtió en un arsenal de mentiras la falta de argumentos, la violación de derechos, la represión policial y el uso inmoral de las leyes.
La población panameña enfrenta una dura y larga batalla liberadora
La lucha dirigida a alcanzar reivindicaciones sociales nunca será fácil. El hecho de poder plantearlas reconoce la acción de recuperar o alcanzar derechos ante un modelo económico basado en la desigualdad. Esos derechos han sido pisoteados por los sectores hegemónicos de la sociedad y mediatizados por una institucionalidad cada vez más manipulada para restringir los derechos alcanzados por el colectivo.
En los actuales momentos, en los que el poder ve en peligro su reino de robo y explotación, los maquillajes caen para dar paso a los más descarnados métodos de dominio y vasallaje. Por ese motivo, no está permitido a los movimientos sociales colgar los guantes (rendirse) ante la amenaza y la opresión.
Lo más nefasto del gobierno de turno es su apuesta para ser un agente representativo de la empresa privada. Su apuesta es por la gran empresa, cuyo compromiso es la acumulación de riquezas. De ese modo, olvida el compromiso con el bienestar de la población que lo eligió. Sus acciones lo muestran concursando en la Plaza de Representantes del Gran Capital Nacional e Internacional .
Por ese motivo, aplasta y criminaliza las demandas populares y viola los derechos humanos de la sociedad, centrando la agenda oficialista en la radicalización del despojo del patrimonio nacional. En este momento histórico, su accionar lo coloca en ruta hacia los denominados “libertarios”, con todo lo que ello conlleva.
Algunos activistas sociales ven debilidad cuando los objetivos planteados no se de inmediato. Sin embargo, es necesario recordar que todo avance en las conquistas nacionales representa una humillación para el ego del expoliador y un golpe a las arcas de los señores en el poder. Ello explica la necesidad del oficialismo de reprimir y acallar la denuncia y la demanda judicial y, por ende, el uso de la mentira, en todos los planos locales e internacionales, como herramienta de sustentación y arma de descalificación.
La incapacidad de ofrecer alternativas ante el agotamiento de las promesas, le genera angustia al gobierno frente a la denuncia pública y el reclamo. Lo más terrorífico que se le puede presentar, es la organización manifiesta en las calles. Ese poder de la sociedad activa es capaz de resquebrajar su reino de explotación y falsos paradigmas, y les provoca el pánico existencial.
Hoy hay que saludar, felicitar y darle un total apoyo y reconocimiento al Suntracs, a Sitraibana y a los docentes, particularmente a los de las cuatro organizaciones que prefirieron consultar a sus bases antes que firmar un acuerdo sin garantías y, especialmente, a los pueblos originarios y comunidades campesinas. Al mismo tiempo, se exhorta a establecer los fundamentos de una sólida unidad basada en las metas colectivas de una nación en la que el Estado esté obligado a planificar sus acciones, respetando la opinión y el mandato del soberano del pueblo. Para ello, hay que establecer una plataforma de unidad, con la inclusión de las metas, elementos de garantía y el compromiso de privilegiar los temas colectivos sobre los individuales y emocionales.
Se requiere un gobierno comprometido con el cumplimiento de la custodia de los recursos, particular y primordialmente el agua como fundamento de vida, al priorizar el recurso hídrico para el consumo humano, como punto de partida de la salubridad y garantía de una agricultura a favor de la soberanía y seguridad alimentaria, y luego en sus diversos usos, como el transporte y la energía.
En ese sentido, es insoslayable una acción planificadora del quehacer estatal. Dicha planificación debe prever la inclusión de todos los aspectos logísticos relacionados con nuestra posición geográfica (distancia más corta entre los dos océanos más grandes del mundo), red de carreteras, red de fibras ópticas para la comunicación y transmisión de datos, Puertos, aeropuertos, ferrocarril y muy especialmente el recurso humano nacional en función de un desarrollo sostenido, equilibrado y humano donde los aspectos ecológicos, como garantía de proyección y continuidad en el tiempo, sean respetados.
Lo anterior permitiría concordar en las metas, sin quedar empantanados con los detalles, y avanzar paulatinamente según las prioridades, determinado los detalles de las acciones unitarias. Es vital trazar los caminos que podrían ser diferentes, pero sin olvidar o contradecir las metas y objetivos y la plataforma de unidad consensuada. Las veredas, calles y avenidas para llegar al punto pueden diferir, pero perderse o desviarse a causa de pormenores secundarios o no determinantes se convertiría en un auto gol. Esas escaramuzas no son la guerra. La batalla librada no es una pérdida, ya que a través de ella ha sido posible enseñarle al pueblo una nuevo vía de transformación. Ahora hay que mostrar unidad en el accionar del movimiento social.
Primero, los poderes fácticos se articularon contra el Suntracs, luego contra la cooperativa del Suntracs, contra dirigentes obreros y, paralelamente, para ir ”suavizando” al resto del movimiento. Se impuso la siembra del miedo vía la represión y la judicialización, Esa saña la sufrieron los militantes arrestados en las manifestaciones, los reprimidos, los perseguidos y originarios reprimidos. Las arbitrariedades cometidas por agentes oficiales abarcan la judicialización del sector docente y sindical, aunado a un circo mediático para manipular, distorsionar la verdad y confundir a la opinión pública.
La represión es una receta hartamente conocida. Así se conformó el escenario y ahora vienen a vender la novela de su ”triunfo”. Esa pésima novela no se debe comprar, ya que la verdadera lucha es más que ese escenario mediático y dictatorial de un gobierno que busca el reconocimiento de los llamados “libertarios” para su sustentación en el tiempo.
Si bien la respuesta del resto del movimiento popular no alcanzó la magnitud que se requiere para frenar la demostración de fuerza y la borrachera de poder de un sector que avasalla impunemente, la verdad histórica es que el empuje de la sociedad en defensa de sus derechos ha superado etapas más oscuras y violentas en tiempos de confrontación.
Aún se está a tiempo de corregir el rumbo de la nación, ya que los objetivos del gobierno de José Raúl Mulino no están alineados con las necesidades de desarrollo, paz social y metas humanas. Hoy ha sido demostrada la clase de régimen impopular que rige en Panamá, pero también es un hecho cierto que su mandato no es eterno.
No es necesario ser enemigo de la empresa privada, como tampoco está permitido ser fiel seguidor de los grandes capitales e intereses que carecen de sentido de patria y responden a sus accionistas e intereses financieros. La lucha no ha terminado. Lo vierto es que está comenzando. Los recientes episodios de masivas protestas nacionales revelan valiosas enseñanzas que sirven de guía y fundamento en la organización. La unidad es necesaria para responder al unísono a los ataques de quien no entiende razones y pone en peligro el derecho a un mañana digno, humano y armónico con las metas requeridas.

En ese caso, la reapertura de la mina de cobre en el distrito de Donoso, los proyectados embalses en río Indio y otras acciones menores contra el medio ambiente atentan contra el uso racional del agua como recurso estratégico para la vida. La firma oficial de los memorandos de entendimiento con Estados Unidos colocan a Panamá en la categoría de protectorado o colonia gringa, al permitir la presencia de tropas del ejército norteamericano en suelo panameño. Todo ello riñe con el derecho de los panameños y panameñas a elegir su propio destino, amigos y enemigos. Esos pactos binacionales son violatorios de la soberanía nacional e insultan la memoria de los mártires de la gesta patriótica de enero de 1964.
Por otro lado, el pueblo panameño merece un retiro y una vejez digna. Requiere la protección en su fase adulta, siendo la atención de salud y su seguridad una obligación social. Sin embargo, la Ley 462 es de todo, menos garante de vida y de un retiro decoroso. Sólo cumple la función de ser la herramienta para robarse los fondos de la Caja de Seguro Social (CSS). Por ello, la lucha popular emprendida es justa, urgente e inevitable. Al reprimir la protesta vigorosa y militante en las calles, el gobierno dejó de representar a la población.
El momento actual reclama con urgencia la consolidación de una unidad a todos los niveles. Cada vez más, se demuestra la necesidad de llegar a las metas por encima de las discusiones pueriles, de condiciones y detalles que se pueden solucionar adecuadamente entre los líderes sociales y políticos. Ni vanguardismo, ni amores o desamores. Lo que se necesita es coordinación, diálogo y acción conjunta para enfrentar los retos en el complejo escenario nacional e internacional.
Ninguna reivindicación ha sido alcanzada con movimientos escondidos o agazapados en oficinas. Jesús planteó una lucha pacífica en defensa de su pueblo y murió en la cruz. Gandhi y Mandela pagaron un alto precio en la cárcel y básicamente todas las repúblicas son el fruto de importantes alzamientos revolucionarios. Si quedan dudas, hay que remitirse a las jornadas de 8 horas en las fábricas, las vacaciones pagas, las licencias de maternidad, el derecho a la asistencia médica, entre muchos otros logros. Esas conquistas fueron obtenidas a través de luchas y sacrificios. Los gobernantes cambian, las condiciones y temas de lucha varían, pero el avance de la humanidad es el fruto de imponer condiciones al statu quo., aun cuando muchos lo nieguen.
Es hora de elegir, conscientemente, entre las riquezas para pocos o hambre, enfermedad, exterminio y muerte para la mayoría. Ejemplo de ello es la ruta decadente del modelo globalizado y mortal de explotación: Gaza.