La crisis del mundo del trabajo tiene sus secuelas en Panamá, donde sobresalen las actividades comerciales, logísticas y portuarias. Particularmente duros, han sido el 2020 y el 2021, con el aumento del desempleo y la incertidumbre.
El reto económico es enorme, luego de un año en que el Producto Interno Bruto (PIB) cayó cerca de un 18 por ciento y el 15 por ciento de la fuerza laboral desapareció, según cifras extraídas de los informes oficiales.
En 2022, se pronostica una situación complicada, especialmente para los más vulnerables, enfrentados a la cesantía, la inflación y una pérdida de poder adquisitivo que alcanza a capas medias de la población panameña.
Diversos analistas coinciden en señalar que, pese a los intentos de reactivación de los mercados, se perfila un severo impacto económico, en el contexto de la sindemia de Covid-19, el cierre de empresas y la evidente pérdida de plazas de trabajo remunerado.
Ello se explica a partir de las “comorbilidades sociales”, como la informalidad y la desigualdad”, pero también respecto al uso de recursos del Estado que habrían servido para enfrentar en forma eficiente la crisis que desborda el ámbito de la Salud Pública.
Mientras se recrudece la situación socioeconómica y laboral, grupos elitistas dirigen sus ataques contra el Código de Trabajo y el sistema de protección social. Organizaciones sindicales han reaccionado ante ese desafío y se niegan a aceptar como válida esa salida onerosa en este país.
Café Bayano abre este espacio para examinar la crisis del mundo trabajo, a través de la mirada integradora de los sindicatos y la apuesta a favor de una estrategia laboral y de desarrollo humano. Esperamos que el debate ayude a encontrar la ruta adecuada.
