Por Luis Carlos Samudio G.
Abogado – Docente – Mediador
En Panamá, es posible ver cada día cómo nos enfrentamos a diferentes problemas de violencia que afectan la calidad de vida de los ciudadanos. Ello implica algún tipo de inconveniente o trastorno y demanda una solución efectiva al fenómeno social, a través de una comunidad preocupada, inquieta, con ganas de trabajar para construir una sociedad más solidaria y justa.
Las comunidades dispuestas a construir un clima de paz, deben apelar a los valores humanos. Del mismo modo, tienen que ser más responsables y comprometidas en la búsqueda de caminos para la resolución de conflictos, generando espacios de reflexión, de acuerdo con la realidad nacional en la que impactantes hechos delictivos encienden las alarmas en materia de Seguridad.
Con frecuencia, se habla de programas, tácticas, estrategias y argumentación, y se percibe la sapiencia popular, política y ciudadana que valora los conceptos administrativos. Sin embargo, es necesario ir más allá de esos aspectos formales para entender la inseguridad que afecta al entorno social comunitario.
Muchas personas estremecidas por espantosos hechos criminales cometidos por pandillas, recurren a manifestaciones en las calles, implorando oraciones a Dios, para que se detenga la escalada de violencia y la gente viva sin temores y en sana convivencia familiar.
En ese sentido, llamó la atención el pedido de una madre que señalaba en un barrio estremecido por crímenes: “eduquemos a nuestros hijos”. Es decir, que los padres también tienen la responsabilidad de formar a nuestros hijos para que sean hombres del futuro. La dama sugirió iniciar una convivencia e integración del gobierno con la comunidad y las escuelas, con el objetivo de que los niños escuchen las falencias y propuestas de solución.
En un proyecto que se realizó en la década de 1990, en los barrios del Departamento de Medellín, Colombia, el docente colombiano Hernaldo Roldán, director del Centro de resolución de Conflictos de Moravia, destacó el encuentro celebrado bajo el lema “Jóvenes mediadores traen paz a un Medellín ingobernable”. El educador dio luces sobre la solución de dificultades en sectores interbarriales afectados por problemas sociales.
Ese proyecto innovador y de gran impacto fue destacado por el periodista estadunidense Steven Ambrus, al realizar una investigación sobre cómo frenar rivalidades de violencia entre pandillas y revertir 15 años de violencia de grupos armados y drogas en Medellín. Roldán señaló que “se necesitaba empezar de cero, crear nuevas estructuras que tuvieran maneras más pacíficas, menos dolorosas de resolver problemas”.
Las organizaciones delictivas alteran el orden y la paz social mediante la violencia, con la finalidad de eliminar a su rival, contra la dignidad de la sociedad y del Estado.
Finalmente, se puedan generar iniciativas en áreas afectadas por hogares disfuncionales y la desintegración de la familia. No sólo con represión se puede ejercer control, sino con el uso de otros métodos que ayuden a una relación pacífica. En ese esfuerzo, pueden contribuir los actores sociales integrantes de los partidos políticos constituidos, organizaciones, gremios, empresarios, eclesiásticos y evangélicos que se ven afectado por el flagelo de la criminalidad en las comunidades populosas.
Un buen comienzo a favor del desarrollo y la transformación en los barrios en Panamá es, sin duda, la participación en un dialogo constructivo por la paz y en la tarea de promover conjuntamente una Política de Estado en materia de seguridad y bienestar social.