Informalidad laboral, duro azote para los trabajadores del mundo

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Informalidad en Latinoamérica. (Foto: PL).

Por Ivette Fernández

La Habana (Prensa Latina) – La incidencia de la informalidad en el ámbito laboral en América Latina y el Caribe sigue siendo una de las más altas a nivel mundial, reveló un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

De acuerdo con el estudio Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Tendencias 2019, se estima que más del 53 por ciento de la población ocupada en la región permanece en el empleo informal.

Ocurre también que aun en países considerados de ingresos medios-altos y altos, estos indicadores superan el 40 por ciento como es el caso de Argentina (47,2), Brasil (46), Chile (40,5) y México (53,4).

La persistencia del empleo informal en esta área es uno de los factores que incide en los índices crecientes de pobreza multidimensional, entendida esta como un conjunto de carencias en educación, salud, trabajo, seguridad social, vivienda y nivel de vida en general.

Se considera que el 20 por ciento de la población de la región sufrió pobreza multidimensional en 2014 como resultado de esta situación, que se siente con mayor fuerza en los ámbitos rurales.

En algunos países centroamericanos, como El Salvador, Guatemala y Honduras, donde la informalidad representa entre el 70 y el 80 por ciento del empleo total, el 50 por ciento o más de la población se ve afectada por la pobreza multidimensional, reseñó igualmente el informe.

Una característica bien conocida de la informalidad, aclaró el análisis, es su mayor incidencia entre los trabajadores en la parte inferior de la distribución del ingreso.

Así, en 2013, las tasas de empleo informal estaban por encima del 72 por ciento entre el 10 por ciento más pobre de la población, en comparación con las tasas de informalidad de menos del 30 por ciento entre el 10 por ciento más rico.

De hecho, abundó la OIT, existe evidencia que apunta a una relación simultánea y autorreforzada entre informalidad, pobreza y exclusión social, que termina generando un círculo vicioso de desigualdad y privación en más de una generación.

Por un lado, la incidencia persistentemente alta de informalidad en la región refleja el hecho de que para muchas personas esta forma de desempeño es la única vía para huir del desempleo y la pobreza.

Sin embargo, las esperanzas de escapar de la miseria para la mayoría de los trabajadores informales no se cumplen pues, como el análisis advirtió, esta situación solo contribuye a afianzarla.

En la práctica, en la mayoría de los casos, este tipo de trabajo implica salarios bajos y acceso limitado a la protección social, a los beneficios familiares y al financiamiento externo.

Cerca del 65 por ciento de los trabajadores en el sector de comercio mayorista y minorista, por ejemplo, están empleados informalmente con una distribución que difiere sensiblemente entre países.

Mientras en Costa Rica apenas se supera el 20 por ciento, en Ecuador, por ejemplo, este indicador ronda hoy el 90 por ciento.

Del mismo modo, la proporción del empleo informal en los sectores de transporte, almacenamiento y comunicaciones varía desde el 10 por ciento en Uruguay hasta más del 90 por ciento también en Ecuador.

La incidencia de la informalidad es algo menor en el sector manufacturero, aunque todavía afecta a un promedio del 60 por ciento de todos los trabajadores de este ámbito en la región, detalló la investigación.

De seguir la tendencia actual, caracterizada por una precarización de las condiciones de trabajo, la consecución del objetivo de empleo decente para todos, establecido entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es inalcanzable para muchos países.

Y es que, aunque alarmante, el escenario latinoamericano y caribeño no es el único que contribuye a los altos índices de informalidad en el ámbito laboral global.

En esta categoría, según se estima, hay dos mil millones de trabajadores ó el 61 por ciento de la población activa mundial.

La mala calidad de muchos trabajos se manifiesta en el hecho de que, en 2018, más de un cuarto de los trabajadores de los países de ingresos bajos y medios vivían en condiciones de pobreza extrema o moderada.

Según divulgó la OIT, en 2018 la mayoría de los tres mil 300 millones de personas empleadas en el mundo no gozaba de un nivel suficiente de seguridad económica, bienestar material e igualdad de oportunidades.

El organismo internacional considera que las malas condiciones de trabajo es el gran problema del ámbito laboral, y que, aun cuando debería ser una garantía de prosperidad, tener empleo no siempre garantiza condiciones de vida dignas.

Un total de 700 millones de personas viven en situación de pobreza extrema o moderada pese a tener empleo, de las cuales la peor parte se la llevan las mujeres, esclareció además el organismo.

El sector femenino sigue siendo uno de los más perjudicados dentro del ámbito laboral pues, según abundó el análisis, su tasa de participación en este ámbito fue del 48 por ciento en 2018, muy inferior al 75 por ciento de la tasa masculina.

La tasa de participación en la fuerza de trabajo es un indicador de la proporción de la población en edad de trabajar de un país que participa activamente en el mercado laboral, ya sea trabajando o buscando empleo, y refleja la magnitud de la oferta de mano de obra disponible en un momento dado.

Además, el indicador de subutilización de la fuerza de trabajo es más elevada en el caso de las mujeres cuando ostentan un 11 por ciento frente al 7,1 por ciento de los hombres.

También, es mucho más probable que ellas trabajen a tiempo parcial, aunque un importante porcentaje afirma que preferiría trabajar más horas.

Otro aspecto preocupante es que más de una de cada cinco personas jóvenes (menores de 25 años) no trabaja, ni estudia, ni recibe formación, por lo que sus perspectivas de trabajo se ven comprometidas.

De acuerdo con el reporte, se calcula que en 2018 había 172 millones de personas desempleadas en el mundo lo que revela una tasa de desempleo del cinco por ciento.

En este apartado, las previsiones indican que el crecimiento de la población activa hará aumentar el número de personas desempleadas en un millón al año, hasta situarlo en 174 millones en 2020, refirió la OIT.

Con el ánimo de revertir la situación, el estudio del organismo solicitó a los responsables de formular las políticas que afronten la problemática en torno a la calidad del trabajo, pues, de lo contrario, se corre el riesgo de que algunos de los nuevos modelos empresariales socaven los logros ya conseguidos en el mercado laboral como, por ejemplo, la formalidad, seguridad en el empleo y protección social.

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