Por Jairo H. Pertuz Suárez
Periodista y analista Internacional
Panamá, este pequeño, bello y rico país, finalizando el año 2024, vive otro de los peores días de su existencia.
Primero, colonizado y saqueado por España y, luego, por Estados Unidos, asociado, con algunos saqueadores europeos, por medio de oligopolios y grupos de élite sociopolíticos. Esos mismos grupos mantienen a los escasos cuatro millones de habitantes de este país empobrecidos y secuestrados, sometidos a los caprichos y habilidosas artimañas.
Así pareció que terminarían con un llamado proceso revolucionario, que culminó con el asesinato del líder militar Omar Torrijos, igual pareció terminar otro proceso en Ecuador, liderado por el presidente Jaime Roldós, asesinado de la misma forma como sucedió con Torrijos. ¿Casualidad?
De allí en adelante, ambos países, y la mayoría de sus vecinos de Centro y Sur América, vienen siendo asediados y sometidos por una casta de infames vendepatrias, conocidos como ”criollos”.
Como joya preciada, Panamá es perseguida por mafias locales y foráneas que compran conciencias y actuaciones dentro de este pequeño país.
Es así como Panamá ha venido decayendo, hasta encontrarse empobrecida, endeudada y con un aumento impresionante de malandros, incluidos los de cuello y corbata, sobre todo, desde los últimos 20 años.
No queda bien decir ahora, que se ha encontrado a un país ”hecho un desastre”.Habría que investigar cómo anda este país al entrar en las campañas electorales y prepararse para actuar en ese procedo de elecciones.
Eso no va sólo con candidatos presidenciales, sino con todos los miembros y aspirantes a cargos públicos, para actuar desde el primer día de trabajo gubernamental, pero no para robar.
Seguramente, para componendas y beneficios personales, familiares y de grupos, muchos se preparan con tiempo.
Mientras, los pueblos siguen pagando la irracionalidad, la sed de enriquecimiento de algunos, y los países y la naturaleza, los abusos, la ignorancia y la codicia de supuestos seres humanos.
