EEUU: El paraíso fiscal por excelencia

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EEUU: El paraíso fiscal por excelencia

Por Marco A. Gandásegui, hijo,
Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA

Los medios de comunicación más poderosos del mundo no saben cuánto dinero sucio está escondido en los paraísos fiscales (incluyendo las jurisdicciones norteamericanas y británicas). Según The Economist, puede superar los 25 millones de millones de dólares.

Lo único que la revista londinense afirma como seguro, es que la porción de EEUU tiende a crecer. En la actualidad, es el imán más poderoso para atraer dinero de otras partes del mundo. Por un lado, porque ofrece las garantías que sólo la potencia mundial puede dar. Por el otro, porque ha desatado una campaña global contra todos los centros financieros que esconden dineros de procedencia dudosa. Hay un flujo de dinero hacia EEUU procedente de cuentas antes bien guardadas en Europa (Suiza) y el Caribe.

El periódico alemán Die Ziet, que compite con la Gaceta del Sur de Alemania, que reveló los archivos de que Mossack-Fonseca, asegura que EEUU se ha convertido en el nuevo paraíso fiscal que reemplazó a Suiza. Firmas como Mossak-Fonseca son pequeñas comparadas a los gigantes Rothchild y Trident Trust, que compiten en EEUU por prestarle asesoría a quienes quieren esconder su dinero en ese país. “Negocios se hacen a través de sus subsidiarias que operan en estados como Dakota del Sur y Nevada que tienen leyes que respetan los secretos de las empresas y cuyos gerentes no hacen preguntas”, según The Economist.

Los paraísos fiscales en EEUU son muy apetecidos por quienes están evadiendo el pago de impuestos. Según la revista británica, los estados norteamericanos que se especializan en recibir dinero de procedencia dudosa no le interesa cooperar con las leyes de otros países. Incluso, los paraísos fiscales norteamericanos no consideran que la evasión de impuestos por parte de ciudadanos de otros países constituye una infracción. Se creen libres de cualquier insinuación de que sus operaciones de lavado de dinero son ilegales.

Los bancos europeos –igual que Mossack-Fonseca– que pierden sus clientes buscan socios en EEUU para abrir cuentas que beneficie a los dos operadores. Por ejemplo, los operadores suizos recomiendan a sus clientes que cierren sus cuentas en el país alpino y abran otra en un banco norteamericano. El cliente transfiere su dinero de dudosa procedencia a EEUU y, al mismo tiempo, nombra al operador suizo como su asesor financiero. Para todos los efectos, la cuenta es considerada por las autoridades de EEUU como norteamericana.

EEUU creó en 2010 una ley que requiere a los bancos en otros países a declarar los nombres y cuentas de sus clientes norteamericanos (FATCA). Washington somete a esas personas a declarar sus impuestos en EEUU, aunque su dinero está en el extranjero o haya sido generado en negocios fuera de su jurisdicción. A pesar de tener este poderoso instrumento, que desconoce fronteras e identifica a los norteamericanos, no importa donde estén, Washington no es recíproco.

EEUU no quiere reconocer el mecanismo que la OECD ha creado (CRS) que pretende crear cierta ‘transparencia’ en las operaciones financieras de sus países miembros. De paso, la OECD le impone sus reglas de “transparencia” a los demás países del mundo, incluyendo a Panamá y Suiza. EEUU le ha informado oficialmente a la OECD, que quiere suscribir el mecanismo de transparencia que presenta la CRS.

Sin embargo, Washington alega que es muy complicado y difícil sentar a los 50 estados miembros de la ‘Unión’ para redactar un reglamento común para todos. Obviamente, es una excusa muy débil para continuar con la política de atraer los millones de millones de dólares escondidos en paraísos fiscales fuera de EEUU. A diferencia de Panamá e, incluso, Suiza, el poderío económico y militar de EEUU puede doblar el brazo a los miembros de la OECD. Las cuentas de dudosa procedencia del mundo entero, especialmente de los países más ricos, buscan refugio en EEUU donde las reglas de la CRS no se aplican.

Panamá pretendió también ignorar a la OECD y su mecanismo de control (CRS). Sin embargo, después del “affaire” Mosack-Fonseca, el gobierno del presidente Varela lo está reconsiderando. Las firmas panameñas que prestan servicios a los cuenta-habientes en todo el mundo, están mirando hacia EEUU, para ver cómo pueden emular a los suizos sin perder clientela. La guerra financiera la está ganando, por ahora, EEUU. El premio no es más ni menos que los millones de millones de dólares que están escondidos en paraísos fiscales en todo el orbe.

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