Juan Antonio Navas: 40 años después

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Juan Antonio Navas: 40 años después

“Llevábamos 14 meses detenidos y no había perspectivas de salida. Fue Roberto “Tito” Arias quien nos abrió la puerta de la cárcel. Él era diputado, y presentó un proyecto de ley de amnistía contra los perseguidos por sus ideas, por su militancia política, porque, recordó, que él también había sido un perseguido político”, Luis Navas

Por Julio Bermúdez Valdés
(Artículo publicado en el diario Panamá América el 11 de junio de 2006).

ESE LUNES la muchedumbre había cerrado el frente de las oficinas del Departamento Nacional de Investigaciones (DENI) en calle dos y Meléndez. Alertada por un rumor sobre la supuesta partida de quienes eran señalados como los responsables de la muerte de Juan Navas, reclamaba ¡justicia!, gritaba ¡asesinos! y exigía respuesta de las autoridades.

En un instante, casi al final de la mañana, cuando Carlos Roo, entonces jefe del DENI en Colón, junto a un oficial puertorriqueño que según se sabía trabajaba para la inteligencia norteamericana y el Pato Stevens aparecieron en la ventana del edificio, mirando hacia la avenida Meléndez, apostaron una ametralladora e hicieron varias descargas al aire.

Pero si el acto intimidatorio se proponía dispersar a la multitud, el cálculo no se ajustó a lo que pasó después. Como una gigantesca cabeza de agua, aquella masa enardecida buscó acomodo entre las esquinas, junto a las paredes de la avenida y detrás de los postes que sostenían los balcones, y una lluvia de piedras, palos y botellas comenzó a caer indetenible sobre la fachada del edificio.

Entonces, el ruido fue una mezcla de palabrotas, gritos, tiros y objetos contundentes chocando contra los vidrios y la calle, y la Ciudad, sumida en la anarquía, se convirtió en un campo de batalla.

Ninguna autoridad asumió luego la responsabilidad directamente: ni el Mayor Víctor Mata, jefe de la segunda zona militar por esos días, ni el alcalde Mario Julio que llegó al frente de las unidades de policía, ni el ministro de Gobierno y Justicia, José Dominador Bazán, pero alguien dio la orden de disparar contra la muchedumbre.

Era seis de junio de 1966, y se materializaba la frase de aquel que dijo que mientras más es la sangre mucho más es el heroísmo, porque en medio de la refriega dos amigas gritando, comenzaron a arrastrar hacia las paredes, en busca de refugio, el cuerpo de una muchacha uniformada en cuya anatomía había impactado una bala. Se llamaba Elvira Miranda, y apenas rondaba el cuarto año de secundaria.

Luego, cerca del municipio, por el parque cinco de noviembre, era noticia la muerte de Carlos Mathews, un estudiante vecino del lugar y después la asfixia, por gases lacrimógenos de la niña Damaris Gallardo. En medio de los enfrentamientos quedaban incendiados la sede del municipio, la gobernación y el propio local del DENI.

Tres días antes, esa misma multitud que ahora se enfrentaba a la policía, había despedido los restos de Juan Navas, en uno de los sepelios más multitudinarios que recuerde la provincia.

Rolando Sterling, amigo y compañero de luchas de Navas, diría a Semblanzas, cuarenta años después, que la insurrección duró casi doce días. Que por primera vez en la historia el país, después de los sucesos del día seis un capitán, Rubén Darío Paredes, reemplazaba a un mayor Víctor Mata, al frente de una zona militar, porque la situación era a todas luces incontrolable.

¿Qué sucedió con Luis Navas?

Rolando Sterling y varios amigos esperaron inútilmente la noche del 31 de mayo de 1966 a Juan Antonio Navas en la refresquería Tip Top, localizada en calle 10 y Meléndez.

Querían saber cuáles habían sido los resultados de los tratamientos médicos que había recibido en la Unión Soviética. En 1964, durante las acciones del nueve de enero, Navas había sido herido con perdigones en la cabeza, varios de los cuales le quedaron incrustados en el cráneo produciéndoles dolores agudos.

El viaje a la URSS tenía como objetivo, si no retirar las fragmentaciones metálicas por lo menos neutralizarlas y evitar los dolores que ya le eran insoportables, recordó esta semana a Semblanzas su hermano Luís.

Es posible sin embargo –nos dijo Sterling– que, situados en el ambiente de guerra fría que prevalecía por esos años, las autoridades pensaran que en lugar de tratamientos médicos, Juan se había ido a preparar para algún tipo de acción militar o para continuar la lucha contra las tropas norteamericanas que aún ocupaban nuestro territorio.

Semblanzas: ¿Y había algo de eso en el fondo?

RS: En el fondo no había nada, era imposible pensar que un joven que venía recién restablecido de las heridas viniese con la preparación para hacer guerras, menos contra una potencia como era Estados Unidos.

Pero las autoridades de turno, presididas entonces por Marco Aurelio Robles, no opinaban lo mismo, como lo demostró un intento por retenerlo cuando arribó al aeropuerto de Tocumen el 30 de mayo a las diez de la noche. Periodistas y amigos que acudieron a recibir a Navas impidieron la acción ese día, pero no 24 horas más tarde cuando desapareció sin dejar rastros.

Cuando su cadáver apareció en el Corredor de Colón, la madrugada del primero de junio de 1966, Waco, el dependiente de la gasolinera Solís localizada en la avenida Domingo Díaz recordó, y así lo informó después, haber visto entre las 10 y las once de la noche del día 31, autos del DENI rondando entre calle 10 y 11, precisamente en las horas en que Navas se dirigía hacia la casa de la madrina de su hermana Maritza.

La información puso en alerta a la familia Navas y a las organizaciones populares que exigieron luego tener representantes en la autopsia del muchacho que tenía apenas 20 años. Adolfo Ahumada, hoy miembro de la Junta Directiva del Canal de Panamá, representó en aquella ocasión a la Federación de Estudiantes de Panamá, mientras que el Doctor Guillermo Rolla Pimentel lo hizo a nombre de la familia Navas.

Los resultados –dijo Navas a Semblanzas– echaron por tierra versiones fabricadas según las cuales a Juan lo había atropellado un auto o había sido víctima de conflictos entre facciones de izquierda.

Nada de eso –explicó– la autopsia reveló que Juan había sido víctima de torturas y de golpes, uno de los cuales, en la cabeza, terminó por desprenderle del cráneo la masa cerebral.

A “Alejandro “Pato” Stevens, Ernesto “Ñopo” Cervera, y Alfred Morán se les fue la mano con Navas”, diría en junio de 1969 Carlos Celis, durante la audiencia que se siguió en el caso Navas, recuerda Rolando Sterling.

Una declaración particularmente importante para el propio Sterling, quien junto a Félix Dixon, fueron involucrados maliciosamente por los organismos del Estado como autores de la muerte de Navas.

“Sucede que la muerte de mi hermano se produjo en el contexto de la guerra fría, donde los prejuicios políticos marcaban la época”, nos dijo Navas.

Tanto Navas como su hermano, Sterling y Dixon eran miembros del Partido del Pueblo, la organización de los comunistas panameños que en aquellos años dirigía importantes segmentos del movimiento popular. Precisamente, el asesinato de otros de sus miembros, tres años antes, en las bananeras de Puerto Armuelles, entre ellos el dirigente Rodolfo Aguilar Delgado, también en sesiones de torturas en los que a los torturadores “se les iba la mano”, fue lo que provocó la reacción de los colonenses en el caso Navas.

Entre junio de 1966 y septiembre de 1967 –recuerda Navas– estuve detenido como consecuencia de la persecución política, y fue Roberto Tito Arias quien nos abrió la puerta de la cárcel. Él era diputado, y presentó un proyecto de ley de amnistía contra los perseguidos por sus ideas por su militancia política, porque, recordó, que él también había sido un perseguido político”.

Semblanzas: Navas desaparece el 31, ¿cuándo aparece y en qué condiciones?

RS: Su cuerpo aparece en el llamado corredor de Colón, el día primero de junio. Como a las siete se le informa a la familia del hallazgo del cadáver, porque ya también había preocupación porque no había vuelto a la casa.

Semblanzas: ¿Dónde estaba Rolando Sterling esos días?

RS: Yo trabajaba como cobrador de la joyería de Augusto Lara; la noche del 31 de mayo de 1966 amanecer primero, estaba durmiendo en mi casa. Aunque varios compañeros y yo, habíamos concertado con Juan vernos la noche del 31 en la refresquería Tip Top para hablar de sus experiencias en la URSS, nos llamó la atención que él no llegó a la cita.

Semblanzas: ¿De qué organismos políticos eran ustedes parte?

RS: Nosotros éramos miembros del Frente Unido de la Juventud Colonense. Miembros del Partido del Pueblo, otros eran miembros de la Federación de Estudiantes de Panamá, y otros eran de la Federación Sindical de Trabajadores de la República de Panamá, y otros miembros de la Unión de Estudiantes Universitarios.

Semblanzas: ¿Dónde estaban Ustedes cuando se produce la información sobre la aparición del cadáver, cuál es la reacción que sigue a esto?

RS: Todos los compañeros del Partido del Pueblo, de los frentes de la juventud colonense nos reunimos para indagar sobre lo que había ocurrido realmente. Es ahí donde van surgiendo los detalles. Waco, empleado de la gasolinera Solís, al informar al hermano de Navas, Luis, a la sazón Secretario General de la FEP, que él había visto esa noche carros del DENI, y en particular los nombres mencionados antes.

Semblanzas: ¿Cuál fue la reacción de los colonenses, considerando que desde finales de los años 50 y principios de los años 60 se habían registrados allí importantes movilizaciones?

RS: Cuando se confirma que el compañero Navas no había sido víctima de un accidente sino víctima de la represión, la ira popular empieza a manifestarse. Aquello fue in crescendo. La gente comenzó a señalar, y se señalaba al DENI como organismo represor, y las personas señaladas eran unidades del DENI. El jefe era Carlos Row, y Luis Celis era el subdirector en esa época. Celis era el hermano de Carlos Celis, jefe de la policía secreta del 60 al 64, y quien fue la persona que en junio de 1969 durante el juicio dijo al jurado y al público lo que Chendo Mosquera le había confesado frente a Adolfo Montero y frente al Doctor Antonio Ardines. Chendo dijo que al Pato Stevens, a Alfred Morán y al “Ñopo” Cervera, se les había ido la mano con Juan Navas la noche en que lo capturaron detrás de la gasolinera Solís.

Semblanzas: ¿Qué sigue a esto?

RS: El tres de junio, miles de personas acompañan a Juan Navas al cementerio de Puerto Pilón. Las consignas en las calles de Colón eran de lucha, exigían justicia. La gente lo acompañaba porque era un pueblo muy sensible, la familia Navas era muy conocida. Su hermano Luís Navas era bien conocido.

Semblanzas: El entierro es el tres de junio… ¿por qué se producen los acontecimientos del día seis?

RS: Porque el lunes seis de junio, después de indagar los pasos de los agentes del DENI, nos comenzamos a dar cuenta de que había movimientos de maletas, lo que nos llevó a pensar que los responsables de la muerte de Juan Navas preparaban las maletas para irse del país. Son esos rumores que regados por la ciudad provocan que el seis de junio, el movimiento estudiantil se movilice hacia calle dos, donde quedaba el cuartel del DENI, para impedir la fuga de los asesinos.

Semblanzas: ¿La manifestación estaba motivada entonces por este intento de impunidad?

RS: Claro, porque ya la opinión pública no era ajena a lo que había ocurrido también tres años antes en las bananeras de Chiriquí, cuando también había sido asesinado el dirigente obrero Rodolfo Aguilar Delgado, porque allí también a sus captores se les había ido la mano. Ya se sabía por esa época que a los dirigentes de izquierda que se les capturaba, se les torturaba y se les asesinaba. Así que como eso se sabía, el pueblo se volcó a las calles para impedir la fuga de los asesinos.

Semblanzas: ¿Cómo reaccionaron las autoridades?

RS: A la calle donde estaba ubicado el DENI, en calle dos y Meléndez llegaron camiones cargados de policía armados. El Mayor Víctor Mata era entonces el jefe de la segunda zona militar. Llegó el ministro de Gobierno y Justicia, José Dominador Bazán; con las tropas llegó el alcalde Mario Julio. Del DENI, Carlos Row, quien estaba en Washington recibiendo un seminario, tuvo que regresar de inmediato. Él apareció en la ventana del DENI, viendo hacia avenida Meléndez junto al “Pato” Stevens y a un puertorriqueño de la inteligencia norteamericana. Apuntaron la ametralladora y dispararon al aire, lo que provocó que los estudiantes respondieran tirando piedras al cuartel del DENI, y las tropas de inmediato abrieron fuego contra los estudiantes que se esparcieron por la ciudad. El encuentro fue violento, la juventud y el pueblo se aposta en cada calle, cada esquina y cada poste se vuelve una trinchera.

Semblanzas: ¿Cómo nace aquello de que Usted, Félix Dixon y Moisés Granados eran los supuestos autores de la muerte de Juan Navas?

RS: Gilberto Minera Granda era un testigo inicial del Gobierno, quien se prestó, al principio, para decir que la noche del 31 de mayo había visto a Félix Dixon con Juan Navas. Luego se retractó en pleno juicio.

Cuarenta años después, Luis Navas rememora los hechos, desentraña la trama y se emociona al recordar a su hermano. El hoy catedrático de la Universidad de Panamá, experto en relaciones de Panamá con Estados Unidos, dedicó a él su tesis de graduación. En la página donde está la inscripción se lee: “si no a ti, Juan, a quién”.

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