Dino Mon … un accidente más en una lucha social

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Caja de Seguros Social (CSS). Foto de Metro Libre.

Por Roberto A. Pinnock Rodríguez
Sociólogo y docente universitario

Lo que unos ven como bondades otros ven como vicios amenazantes poseídos por este funcionario de poderosos organismos corporativos privados a la hora de dirigir una institución que no es privada.

Pierre Bourdieu, uno de los sociólogos más destacados de finales del siglo XX a nivel mundial, corregía acerca de un hecho en el cual se tendía a errar con frecuencia, a saber, asumir que un individuo que ocupa un puesto en la sociedad (ocupación de liderazgo, jefatura) es la causa eficiente de las gestiones exitosas o en su defecto, el responsable último de los perjuicios generados en la institución o entidad social de la que hace parte.

En este error suelen caer no solamente las personas comunes y corrientes, sino lamentablemente, líderes de organizaciones políticas y de toda índole de grupos de presión, puesto en evidencia cuando se desgastan en movilizaciones para que tal o cual autoridad gubernamental sea removida por quejas de arbitrariedades incurridas por dicha autoridad o bien, presumen desde el momento que es nominado a ocupar un determinado puesto público, que dicha persona acarreará males apocalípticos o, por lo contrario, maravillas celestiales, según la expectativa de aquellas agrupaciones y sus líderes que intervienen ya sea en contra o en favor de su nombramiento.

Sin duda, es lo que ya viene ocurriendo con la nominación del señor Dino Mon para director de la CSS. Lo que unos ven como bondades otros ven como vicios amenazantes poseídos por este funcionario de poderosos organismos corporativos privados a la hora de dirigir una institución que no es privada. En realidad, no se termina de entender lo que la teoría sociológica ha aportado a la comprensión de los hechos en una sociedad, eso, a lo cual llamaba la atención Pierre Bourdieu, tal es: Las disposiciones (lo que está dispuesto a hacer) una persona que ocupa cierto puesto, están inexorablemente limitadas por las posibilidades que la estructura social a la que corresponde tal puesto le permite hacer (Bourdieu, 1982).

Está claro aquí, que existe coherencia entre las disposiciones de este funcionario de transnacionales del aseguramiento privado y la estructura de relaciones del mercado financiero que vienen conduciendo desde 1982, toda la trama de las pensiones de vejez de la CSS. El que desempeñe este puesto estará limitado u orientado hacia un mismo resultado, dada la estructura del poder financiero que conduce los hilos de esta trama. Por tanto, no alcanzará resultados distintos, aunque quisiera. No reconocer esta estructura de poder y sus actores claves, es caer en el error no solo teórico sino práctico, advertido por los sociólogos de mayor consistencia como Bourdieu y los fundadores de esta ciencia desde finales del siglo XIX.

A nivel gubernamental, se ha buscado la persona que viabilice las medidas propias de los intereses de quienes ejercen el poder tras el poder en el mundo de los aseguramientos privados. Nada extraño, partiendo del hecho que quien ya ha confesado responder a la estructura de poder 100% empresa privada, se contradeciría si buscara a un director que no mostrara disposición de funcionar de acuerdo con las posibilidades que establece la estructura del poder del mundo financiero privado. Por otro lado, aunque designara a un hipotéticamente director contrario a esa estructura del poder financiero, este estaría neutralizado, imposibilitado de desempeñar gestión exitosa en favor de los intereses de la parte afectada de esta estructura, la población trabajadora asegurada.

Los beneficiados de esta estructura de poder muestran su alto grado de influencia tanto en el órgano Ejecutivo, como en el Legislativo. Nada más veamos las disposiciones asumidas por la mayoría de los diputados “viejos” y “nuevos”, al momento de sancionar, específicamente, la ley que buscará reformar el programa IVM. Por supuesto, que habrá margen para aquellos que aporten modificaciones “cosméticas” buscando marear a los trabajadores.

En otras palabras, lo que estará en el escenario nacional no será el debate sobre “corridas” y elucubraciones técnicas de los apologistas de los intereses financieros, frente a líderes laborales que lo adversen, también técnicamente, sino la expresión de una lucha eminentemente social entre los intereses del grupo 100% empresa privada financiera vs intereses de sectores de trabajadores que aspiran a pensiones dignas y no las mínimas que proponen los organismos financieros multilaterales. En tal sentido, como en toda lucha social, sus resultados serán predominantemente políticos, por las decisiones que unos u otros sectores en conflicto, logren imponer o impedir que se impongan. Moraleja, Dino Mon no es más que un accidente más en una lucha social que se insiste en ocultar.

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