Cuando la igualdad es prioridad de un Estado

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Cuando la igualdad es prioridad de un Estado

En el gobierno sueco, liderado por un socialdemócrata, reina la paridad absoluta: 50 por ciento de los ministerios están a cargo de mujeres, al igual que los cargos de segunda y tercera línea. Una ministra explica cómo trabaja esa gestión.

Por Mariana Carbajal
Página 12

Podría ser el argumento de una novela de Gioconda Belli. Pero no. Hay un país, lejano a nuestras latitudes y tradiciones, que tiene el primer gobierno que se declara feminista en el mundo y cuya principal política es la igualdad de género. Puertas adentro y fronteras afuera. Se trata de Suecia, donde en 2014 asumió como primer ministro Stefan Löfvén, un ex soldador, de 54 años, líder del Partido Socialdemócrata, y que antes encabezó el poderoso sindicato metalúrgico, como Lula, con quien tiene otros puntos en común en su historia personal, como el hecho de no haber conocido a su padre.

Löfvén asumió después de ocho años de conservadurismo, y aunque ninguna ley lo obligaba, nombró un gabinete de ministros, con un 50 por ciento de mujeres y un 50 por ciento de varones. Paridad absoluta: no solo en la primera línea; también entre los viceministros, los secretarios de Estado, y en los gabinetes de cada ministro. En una entrevista con Página/12, su ministra de Infancia, Ancianidad e Igualdad de género, Asa Regnér, detalló los principales ejes de la gestión. “Somos un gobierno feminista y eso significa que la política tiene que ser otra. Tiene que haber una diferencia entre nuestro gobierno y otro. Vemos la igualdad como una cuestión de derechos humanos, justicia y derechos de las mujeres. Es también un vehículo para cambiar toda la sociedad”, afirmó en una charla con este diario. Entre las medidas que implementó el gobierno, figura una línea telefónica para brindar ayuda a hombres que ejercen violencia contra su pareja o ex pareja.

El calor porteño la enamora. Prefiere que la entrevista sea al aire libre, cerca de la pileta del hotel donde se aloja, en el barrio de Retiro, antes que en el lobby con aire acondicionado. En Suecia, el invierno le regala, en esta época, apenas cuatro horas de luz natural por día, y las temperaturas suelen estar por debajo de los cero grados. Regnér estuvo en Buenos Aires para participar de los actos de asunción del nuevo presidente argentino, en representación de su país. Y aprovechó su visita para reunirse con referentes de Unicef, y de ONG vinculadas a los movimientos de mujeres y LGBT, además de conocer a la nueva titular del Consejo Nacional de las Mujeres, Fabiana Túñez.

Antes de sumarse al gobierno sueco –surgido de una coalición entre el Partido Socialdemócrata y el verde–, Ragnér fue titular de ONU Mujeres en Bolivia entre 2013 y 2014, un territorio que conocía porque más de dos décadas atrás había estado viviendo en un barrio de la ciudad de La Paz, donde cooperaba con un grupo de mujeres aymaras. También fue directora general de la Federación de Suecia de Educación Sexual (RFSU).

“Si tuviéramos una sociedad igualitaria en relación al género, tendríamos niños con acceso a ambos padres, padre y madre, si los tuvieran. Tendríamos una sociedad con gran crecimiento económico, porque podríamos aprovechar la formación de todos, hombres y mujeres, en la fuerza laboral, tendríamos una base de impuestos que permitiría pagar servicios de cuidados, de personas de tercera edad, de niños. Ese es el modelo sueco. Hemos llegado a cierto punto, pero hay que mejorarlo”, explicó la ministra.

–¿Qué significa en los hechos que el gobierno se defina como feminista?

–El gobierno feminista ha presentado dos presupuestos, con líneas claras para fortalecer más que nada la economía de mujeres. Las mujeres suecas tienen una situación económica peor que los hombres. Las diferencias no son grandes en comparación con otros países, pero sí hay diferencias, y tienen que ver con género. Hemos ya propuesto medidas que fortalecen la situación económica de las mujeres. El cuidado de personas de tercera edad es pago y lo hacen mayormente las mujeres. Hemos dedicado bastante dinero para incluir más plazas, para que haya menos estrés, que haya posibilidades de formarse en el trabajo y organizar el trabajo de mejor manera. También hay apoyo a mujeres que viven solas con sus hijos.

–La violencia machista es la otra cara de la desigualdad histórica de las mujeres en la sociedad. ¿Cuál es el panorama en relación a este problema en un país con niveles tan altos de igualdad?

–En Suecia también hay violencia de género. Tenemos una población de 9 millones de habitantes. Y cada año tenemos 17 femicidios. Entre 16 y 18 en los últimos diez años. Debería ser cero, en Argentina, en Suecia, donde sea. Los diferentes gobiernos, socialdemócratas y conservadores, han invertido en los últimos 15 años para mejorar la infraestructura en relación a las respuestas que se ofrecen a las víctimas, mujeres y niños, afectadas por la violencia. También hemos revisado bastante la legislación, y hecho programas de formación para el sistema judicial y policial. Sin embargo, los niveles de violencia parecen mantenerse. Un enfoque que yo tengo será implementar programas nacionales para prevenir la violencia en municipios y escuelas. Pero también medidas más específicas: hemos abierto una línea nacional para hombres que saben que podrían hacer daño, sexualmente o físicamente.

–¿Llaman?

–Sí, llaman.

–¿Qué tipo de ayuda se les brinda?

–Hay psicólogos muy expertos. Tienen que ser profesionales especializados porque tenemos que pensar que hay personas en riesgo, así que los que contestan el teléfono están muy preparados. Y si la persona dice dónde vive, le indican a qué lugar puede ir cerca de su domicilio. Los que llaman son un grupo de gente que es consciente de sus problemas y de las consecuencias para las víctimas y para ellos mismos. En nuestra sociedad es muy mal visto pegar a una mujer, o violarla. Entonces es una pérdida social también. Esta línea no sustituye al sistema judicial. Es una medida más.

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