Por Ernesto “Neco” Endara / Escritor
En Punta Franca, Pedasí, mirando el amanecer desde un pequeño acantilado en cuyo fondo podía ver las olas negras reventando en blanca espuma, recibí la noticia que te fugaste con la muerte, Mario, amigo mío, seguro te agarró en un descuido. Esa flaca es muy tenaz. Sabíamos que nos rondaba desde hace algún tiempo. Ya había secuestrado a César y a Nodier. Por tu parte, bastante la habías chifiado dándole un brochazo marrón por los ojos cuando se te acercaba. Como buen artista no querías irte sin haber dejado en un lienzo de mil colores tu obra maestra (como si no fuesen maestras cada una de tus obras).
Mario, Marioyudo, Mario the great, Mario el boxer, Mario, el de la izquierda veraz, sin estrépito, sin odios y sin poses. Mario te vas lleno de luz, centellas, inmortalidad y sombras. Anda, Mario, rebusca por los “Sueños de Ginella” hasta conseguir el acetileno y el oxígeno con que derretirás el alma al bronce. No te hundirás hasta las rodillas en las desembocaduras de tus sinuosos ríos. De esos misteriosos esteros te rescatan tus caballos, los que aprendieron a platicar contigo y caminar sobre el agua, ellos te llevan en silencioso trote.
En Las Cumbres, tengo colgados a la enigmática mujer desnuda, la del peinado imposible y poblado pubis; al trompetista de oro que un día me dará un gran susto con una nota en do azul; el caballo de crin inteligente que le birlaste a Jonathan Swift y, mi cuadro favorito, la foto a plumilla que hiciste al cuarteto de la muerte.
Ya no más tangos con Braulio, ni poemas con José, ni conciertos de bongó con Toño Alvarado que quiere volver contigo a la exposición del “Arco Chato”, donde cortaron rabo y oreja. Tal vez tú vuelvas a escuchar las canciones del siglo doce en la voz carrasposa y oriental de César Young (a propósito, llévale un mensaje: “Mami Fruto te ama todavía”).
Cumpliste, Mario, con tu Silvia, la bienamada compañera de la que sólo la incineración podía separarte; cumpliste con tus amigos, con tus creencias y con tu patria, y te fuiste de la vida tal como querías, con el pincel en la mano.