¿Es imposible la detención del Calentamiento Global?

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Por Maycol A. Nuñez
Estudiante de Economía
Dirigente estudiantil

Panamá ocupa el puesto número 78° de emisiones de CO2 por tonelada métrica según la división de estadísticas de la Organización de las naciones unidas (ONU) de una lista de 182 países. Según expertos alrededor de todo el globo adjudican el calentamiento global y el cambio climático a estas emisiones que según distintos tipos de estudios correlacionales por instituciones importantes como la NASA, están cambiando las estructuras climáticas del planeta y que están llevando hacia la desaparición de grandes masas de tierra y a la destrucción de ecosistemas de fauna y flora completos. En estos momentos hay esfuerzos multilaterales a nivel internacional (Acuerdo de París, etc.), pero ¿Es realista establecerse estos objetivos con la realidad económica, política y social mundial?  Veamos más de cerca.

China es el responsable del 29.55% de las emisiones del mundo, seguido por Estados Unidos con un 14.95%, la Unión Europea con un 9.57%, Rusia con 4.95% e India con 5.1%. Si observamos dos de estos cinco países tienen casi tres mil millones de personas, o sea casi la mitad de la población mundial.

Con una China que ya es la primera potencia comercial del mundo e India que es una de las economías emergentes más prometedoras y potentes hoy, estos dos gigantes asiáticos necesitan también grandes cantidades de energía para abastecer y mantener su fuerza productiva total y en expansión. Por ello las fuentes de energía que utilizan deben estar a su alcance en cuanto a disponibilidad y rentabilidad, por eso el carbón y el petroleó son sus fuentes predominantes.

No está de más mencionar que la competencia es la base fundamental sobre la que se centra el sistema económico actual es el capitalista, que recordemos que hoy por hoy es global. Bajo estos preceptos podemos preguntarnos si ¿realmente están dispuestos estas economías emergentes a deshacerse de sus recursos energéticos por excelencia, sabiendo que podría causarle desventajas competitivas gracias el encarecimiento de sus costos de producción, haciendo sus productos menos competitivos en los mercados internacionales?

Esta cara de la moneda ha sido ignorada por muchos «expertos» en materia de política internacional en estos acuerdos, ya que las implicaciones que con lleva un cambio en la matriz energética de estas naciones son enormes.

Un cambio real de las emisiones, aunque estas se hayan comprometido en acuerdos internacionales, es de carácter dudosa, puesto que por lo general un país no está dispuesto a poner en riesgo la calidad de vida de su población, ni el bienestar social por este tipo de acuerdos, aún cuando sean en el corto plazo.

Una disminución en el nivel de producción con lleva a una reducción en el empleo y este a una en el consumo, siendo esto solo una de las posibilidades que podrían desatarse. Los costos políticos para los gobernantes de turno y la economía en ese momento pueden ser altos.

Se habla de un periodo de transición, pero la verdad es que en la actualidad existen más yacimientos de estas energías que hace cincuenta años, gracias al desarrollo de los métodos de extracción modernos.  Por lo tanto aquel fantasma que predicaba Al Gore sobre el fin de estos recursos solo ha quedado como un eco. Todo esto sin mencionar la guerra económica y comercial que tienen en estos momentos China y E.E.U.U. Este último como segundo emisor del planeta, se ha salido del Acuerdo de París con Donald Trump y está reactivando industrias de distinta índoles que emiten CO2 a la atmosfera.

Los países en desarrollo y la Unión Europea hacen su transición, pero no debemos dejar de contar con los movimientos radicales que están naciendo en algunos países, que abogan por dejar estas políticas o planes a un lado, que pueden llegar al poder en cualquier momento y provocar un retroceso importante en esta materia.

Sin ser pesimistas, al parecer el cambio de la matriz de producción energética global, el calentamiento global y el cambio climático parecen, por el momento, una tarea casi imposible, puesto que los principales actores globales no están alineados, debido a sus intereses económicos, políticos y sociales.

 

 

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