Discurso del General Omar Torrijos Herrera ante la concentración popular del 11 de octubre de 1971

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    Omar Torrijos llama al pueblo a defender la soberanía total de Panamá. (Foto Fundación Omar Torrijos Herrera).

    Yo siempre he dicho que no hay pueblos malos. Hay gobernantes malos. Nuestro pueblo es esencialmente bueno. Nuestro pueblo ama a su patria. Está sólo buscando un gobernante que sienta el mismo profundo cariño por su patria que siente él. Y aquí lo tienen. Aquí ante ustedes está Omar, que es el nombre familiar que me ha dado mi pueblo. Ustedes acuden al llamado de la Revolución. Nosotros presenciamos el más majestuoso abrazo de Pueblo y Gobierno que conoce la historia de nuestra patria.

    Omar, este servidor que hoy viste el uniforme de General de la Revolución, no es más que un hijo modesto de este país, producto de las mismas entrañas de la patria. No es otro que un hombre constituido por el mismo barro del que está constituida la gran mayoría de hombres y mujeres que desde este balcón yo estoy mirando.

    Omar entiende y acepta la posición en que lo ha colocado la historia, y al entender esta posición sólo quiero expresar mi agradecimiento ante ustedes con estas palabras: Gracias, pueblo panameño. Gracias, hombres y mujeres de nuestra patria. Gracias, campesinos. Gracias, obreros. Gracias pueblo panameño por este mensaje que le has dado a tu Revolución.

    Decían los malos panameños que el pueblo muerde la mano de quien lo ayuda. Decían los malos panameños que nuestra población estaba constituida por hombres inútiles y hombres malagradecidos. Yo siempre he comprobado y siempre he manifestado que el que da cariño, recibe cariño; que el que da patria, recibe apoyo de la patria; y que aquél que está determinado a morirse por ustedes, recibe en reciprocidad la manifestación de adhesión que estamos recibiendo hoy y que nunca se había visto, y que para mí es absolutamente emocionante porque esto es monstruoso, esto no tiene límites, aquí no cabe ni siquiera un aplauso.

    Quiero hablarles de la cosas que no hemos alcanzado

    Yo no quiero hablar de los logros nuestros. Los logros nuestros están reflejados aquí. Esta nueva patria que hemos encauzado está reflejada aquí. Este nuevo país que hemos conseguido en tres años, que ustedes personifican, que la patria experimenta y que el mundo está observando, está reflejado aquí. El más grande logro de este Gobierno, el más grande logro de estos tres años es unir bajo una sola bandera, bajo un solo estandarte, a un millón cuatrocientos mil panameños. Este es nuestro más grande logro.

    En mi constante patrullar por el país, en las constantes visitas que he venido haciendo, en mi constante peregrinaje por los cielos, mares y tierra de mi patria he podido deducir, he podido darme cuenta que aún faltan muchas cosas por hacer. Por eso señores, por eso pueblo panameño, yo no quiero hablarles de logros. Quiero hablarles de las cosas que no hemos alcanzado y que vamos a alcanzar en corto plazo. Yo quiero hablarles a ustedes que hay 200.000 analfabetos panameños que esperan la redención del libro, la redención del maestro para aprender a leer y escribir. Yo quiero hablarles a ustedes de los 45.000 panameños que están sin trabajo, y a quienes antes de tres años les conseguiremos trabajo para que ganen su vida honestamente como todo panameño quiere ganarla. Quiero hablarles a ustedes que hay 50.000 agricultores panameños, que se dedican a la actividad agropecuaria, cuyos ingresos no llegan siquiera a los cien balboas al año. Ellos son nuestra inspiración y para ellos vamos a trabajar cueste lo que cueste.

    Un Código que humanice las condiciones de trabajo

    Yo estoy aquí para hablarles a ustedes de varias cosas fundamentales que tienen mucha importancia. De cosas que ustedes están esperando, de cosas que ustedes tienen impaciencia que yo les hable. Vengo a hablarles del Código de Trabajo. Aquí está el Código de Trabajo, panameños, aquí está, Un Código que nos estaban negando desde 1947 . Porque el Código de 1947 nació abuelo, nació viejo. Estábamos regulados por un Código de Trabajo que nació anacrónico y que fue copiado e inspirado por esa necia debilidad que hemos tenido siempre de copiar las cosas extrañas. El nuevo Código consulta las aspiraciones de ustedes. Este Código es el producto de un gran esfuerzo, de un General Torrijos que siempre creyó en el obrero, de un General Torrijos que se ha identificado con ustedes, que está predispuesto a cualquier tipo de sacrificio con tal de que el pueblo panameño encuentre su felicidad, encuentre normas justas, encuentre un Gobierno en el cual todos seamos hijos legítimos. Un Gobierno donde algunos no sean hijastros, hijos adoptivos. Un Gobierno que sea el padre de todos, no padre para unos y padrastro para otros.

    El nuevo Código logra humanizar las condiciones de trabajo y protege real y efectivamente al hombre que trabaja. El nuevo Código incorpora a una gran masa de trabajadores a los beneficios del mismo. Este Código establece un Tribunal Superior de Trabajo en el interior de la República, con lo que conseguimos que los casos laborales no tengan que ser traídos a la capital. El Código propicia el contrato colectivo. Hace obligatorio el descuento de la cuota sindical y eso sí es una conquista, señores. El Código incorpora a quince mil trabajadores del volante. Incorpora a todo panameño que se arranca la vida en las duras faenas de la pesca. El Código incorpora a los carretilleros. El Código establece procedimientos breves, eficaces y efectivos. El Código hace la justicia rápida y efectiva, y no justicia ilusoria como la que tenemos ahora. El Código trae una serie de beneficios que le dan al obrero lo que se merece y no colocan al buen empresario en condiciones de no seguir operando. El Código va a ser difundido, va a ser impreso, y se les va a dar a ustedes para que lo conozcan. El Código entrará en vigencia el primero de enero de 1972.

    Beneficiar al trabajador sin perjudicar la economía

    Hay otra pregunta que está en el ambiente: “Omar, ¿qué pasó con el séptimo día?” Yo sé que eso existe en el ambiente. Señores, el que los engaña les está faltando al respeto. Yo adoro mucho a mi pueblo para engañarlo y faltarle al respeto. Ni el sector patronal, ni el Gobierno, podrían decir a ciencia cierta si el séptimo día favorece al obrero o si su implantación elevaría el costo de la vida. Si el séptimo día va a producir que nos vendan en veinte lo que hoy cuesta diez, afectando la economía de los hogares humildes que existen en este país, entonces su implantación no sería aconsejable. Pero, sin embargo, el Gobierno está dispuesto a seguir estudiando esto. Si el séptimo día beneficia al obrero sin perjudicar la economía del pueblo entonces ustedes tendrán su séptimo día.

    No quiero adoptar una situación precipitada. No quiero engañarlos. No quiero propiciar que en este país se encarezca la vida. Estamos dispuestos a continuar estudiando el asunto y a seguir conversando. No quiero propiciar, inconsultamente, que suba el costo de la vida de ustedes. Yo prefiero seis días bien pagados que siete días pagados con raciones de hambre.

    ¿Gobernador de qué?

    Queremos hablar también, señores, de un problema que está en el alma de todos nosotros que es el problema de nuestras relaciones con la Zona del Canal. Queremos hablar de ese problema, que Omar Torrijos y el pueblo panameño lo miran como un problema sentimental, esencialmente sentimental.

    Que digan nuestros trabajadores. Que digan los embajadores de las repúblicas amigas que aquí están presentes: ¿Qué pueblo del mundo soporta la humillación de ver una bandera extranjera enclavada en su propio corazón? Y al decirlo yo quiero que ellos lo miren; al decirlo, yo sé pueblo panameño, que estamos llegando a nuestro límite de paciencia. Que digan los corresponsales extranjeros: “¿Qué pueblo de América, o qué pueblo del mundo soporta que contiguo a su territorio exista un Gobernador? ¿A nombre de qué? ¿Y Gobernador de qué?

    Desde 1904 el pueblo panameño está luchando contra un tratado que si para nosotros es ignominioso para la llamada democracia estadounidense debe ser vergonzoso. Que demuestren ahora si es verdad que ellos son los líderes de la libertad del mundo, y quitan ese enclave colonial que existe aquí, en vez de correr a acuartelarse, porque cada vez que el pueblo panameño se reúne, ellos se acuartelan con la misma actitud de culpabilidad con que se esconden los hombres que están robando cuando se reúne la policía.

    El panameño no sale con un paraguas cuando está lloviendo en Moscú.

    Que sepa el mundo que nos está escuchando hasta dónde han sido tan ruines determinadas mentalidades de los Estados Unidos que a nosotros nos pagan, a Panamá le pagan, por el alquiler de una franja de 250 millas cuadradas un millón novecientos mil dólares. Sin embargo, el Empire State Building produce 13 millones de dólares netos. Miren esas cifras. Hasta dónde llega la ruindad de ellos. De un Canal que está enclavado en el paso obligado del mundo. De un Canal que nos ha obligado a convertir en enemigos nuestros a los enemigos de ellos. De un Canal que ha privado a Panamá de hacer la lista de sus propios enemigos. Nosotros queremos hacer la lista de nuestros propios enemigos, porque nosotros no somos enemigos de ningún país.

    Estamos buscando la solución propia, la medicina propia de nuestro pueblo, la aspirina adecuada para nuestro propio dolor de cabeza. El panameño no sale con un paraguas cuando está lloviendo en Moscú. Eso es mentira. El panameño no se pone un sobre todo cuando, está cayendo nieve en Washington. Eso es mentira. El panameño está buscando su propia solución. Está buscando que venga una nueva República y aquí la estamos encontrando hoy y lo estamos confirmando.

    El día que las negociaciones fracasen Torrijos irá al frente de ustedes.

    A mí me han dicho líderes estudiantiles y hombres que quieren a su patria: “Omar, tenemos fe en las negociaciones. Tenemos fe en tu espíritu de patriotismo”. Y a la hora en que Panamá se sienta decepcionada en la mesa de negociaciones, a la hora en que nos engañen, a la hora en que notemos que piensan seguir engañándonos yo vendré aquí, señores, yo vendré y les diré: “Pueblo panameño, nos están engañando. Y ahora queda sólo un recurso. Un solo recurso que es que una generación ofrende su vida para que otras generaciones encuentren un país libre”.

    Señores, yo jamás he engañado a este pueblo. Yo sé que hay mucha aprensión en el ambiente. Nuestros enemigos, los enemigos de los buenos sentimientos de los Estados Unidos quisieran que hoy nos lanzáramos hacia la Avenida “4 de julio”, pero están equivocados, señores. Porque en la “4 de Julio” nosotros pondríamos los muertos mientras ellos pondrían las balas.

    Hoy no vamos a ir a la Avenida “4 de julio”. Cuando fracasen todas las esperanzas de sacar ese enclave colonial de allí, Omar Torrijos vendrá a esta misma plaza a decirles: “Señores: hemos fracasado. ¡Vamos hacia adelante!”. Porque Omar Torrijos no es héroe con sangre ajena. Omar Torrijos los va a acompañar a ustedes y los seis mil fusiles de la Guardia Nacional estarán para defender la integridad y la dignidad de este pueblo. Porque cuando un pueblo comienza un proceso de descolonización pueden pasar dos cosas: o nos colonizan del todo o tienen que llevarse su tolda colonialista. ¡Y se la van a llevar, señores! ¡Se la van llevar!

    Quiero decirles una verdad, señores, porque yo soy suficientemente honesto con ustedes. Sería deshonesto si no confesara aquí que, en la mentalidad de los que dirigen ahora mismo la nación del Norte, hay un espíritu de comprensión y hay ciertos sentimientos de vergüenza por permitir que esta situación se haya prolongado por tanto tiempo. Ellos han manifestado que van a desconolizar esto, que nos van a entregar nuestra bandera, que la policía será nuestra, que los correos serán nuestros y que el panameño, señores, podrá salir de su casa y que, en el trayecto de su casa al trabajo, no tendrá que pasar por la ignominia, por la vergüenza, de atravesar un trayecto de carretera que está bajo la jurisdicción de los Estados Unidos. Eso se va a acabar, señores.

    Hay mercaderes de sangre; hay mercaderes de sangre acá y allá y los mercaderes de sangre no tienen ni nacionalidad porque su única misión es vender sangre. Esos mercaderes que ven que se les está acabando el mercado de Vietnam quisieran convertir a Panamá en  el nuevo Vietnam, a fin de poder vender su maquinaria bélica. No les hagamos el juego a ellos, señores, que yo les avisaré cuando las negociaciones estén fracasando. Demos la impresión de que somos un país altivo, digno y civilizado pero el día que las negociaciones fracasen yo no sé qué va a suceder, pero lo cierto es que Torrijos irá al frente de ustedes ese día.

    Señores, la única crítica que nos hacen los legalistas de este país, es que somos los hijos ilegítimos de la patria. ¡Abrase visto señores! Hijo ilegitimo está bien, pero yo siempr recuerdo aquella parábola que dice que muchas veces “el hijo ilegítimo salva el honor de la familia”.

    Una Magna Asamblea de 500 hombres que no se venden, que no acepten el cohecho, que no aceptan el engaño.

    Tenemos que dar una estructura política y continuidad a esta línea de conducta. Que esta no es una revolución de empresarios.  Que este abrazo de pueblo y gobierno va a seguir prolongando por mucho tiempo.  Que aquellos tiburones de la flora y fauna panameña vengan a devorarnos. Que el campesino sea atendido. Que existan aulas de clases para nuestros alumnos. ¡Tenemos que asegurar esta nueva imagen de la patria!

    Este año estará estructurada la Constitución Política que el país requiere. Una Constitución pura y autentica porque emana del pueblo mismo; porque viene del Corregimiento que es la base política de la República. Antes de agosto se va a realizar una elección de 500 representantes de una magna Asamblea de Corregimientos, que decida que destino político debe seguir los intereses de la patria.  ¡A ustedes les hago caso, a los bastardos intereses no!

    Tenemos que actualizar la Constitución con esa Magna Asamblea constituida por 500 buenos hijos de esta patria; hombres que no se venden, que no acepten el cohecho, que no aceptan el engaño,  que nos digan que rumbo debemos seguir.  ¡Si ellos lo dicen, lo está diciendo la patria!

    Agradecimiento a los estudiantes, educadores, obreros y campesinos

    Señores enormemente agradecidos. Quiero mandar un mensaje a nuestros estudiantes, que son la sabia honesta con que se nutre el corazón de la patria, a los educadores que están forjando una nueva patria sin más armas que el abecedario, para los obreros que generan la riqueza que muchos les niegan; mis respetuosos saludos a los obreros panameños. A los campesinos que riegan la tierra con el sudor de su frente.  A todos les expreso mi profundo agradecimiento.

    Audio del discurso de Omar Torrijos el 11 de octubre de 1971

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