Berta Cáceres, madre de cuatro hijos, defensora del agua y las tierras sagradas para el pueblo Lenca. Nacida el 4 de marzo de 1973, fue asesinada un día antes de cumplir los 43 años de edad.
Ella organizó al pueblo Lenca, la mayor etnia indígena de Honduras, en su lucha contra la represa de Agua Zarca. El proyecto, aprobado sin previa consulta, estaba previsto para ser desarrollado en el noroeste del país, en el sagrado Río Gualcarque.
La campaña emprendida por Cáceres, logró que el constructor más grande de represas en el mundo, la estatal china Sinohydro, retirase su participación en el proyecto hidroeléctrico. La Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial que invierte en el sector privado, también abandonó la iniciativa.
La resistencia del pueblo Lenca condujo al asesinato de decenas de ambientalistas. Global Witness, en su informe anual, publicado el 3 abril del 2015, documentó 116 muertes que ocurrieron en todo el mundo, con un 20% de aumento con relación a 2013. El informe señala que Honduras es el país más peligroso per cápita para los activistas ambientales, con 101 asesinatos entre 2010 y 2014.
El informe titulado «¿Cuántos más?» apela a los gobiernos y a la comunidad internacional para que supervisen, investiguen y castiguen estos crímenes y a Honduras, para que aborde esos abusos en su próximo examen de la situación de los derechos humanos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Antes de su asesinato, Berta Cáceres declaró, en una entrevista publicada el 27 de julio de 2015 en la Revista Informe Verde, que era objeto de amenazas. “No dudé en ningún momento en seguir en esta lucha por las amenazas, incluso eso me dio más firmeza para continuar. Hoy hay amenazas de muerte no sólo a mi persona, sino a otros compañeros”. Debido a esas amenazas, ella gozaba de medidas cautelares de protección, dictadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) y, por tanto, el gobierno de Hondura era responsable de su seguridad.
Los abusos contra pueblos originarios, la lucha por su territorio y la defensa de sus tradiciones no ha sido recogida en la historia. Berta luchó contra la explotación minera, como lo hizo Urrabagä Maniä Tigrí (Urracá) contra los conquistadores buscadores de oro. Relatan las crónicas que el indómito guerrero Ngäbe (que algunos llamaron Cacique Qibián), luchó por más de nueve años contra la explotación minera y expulsó, de sus dominios, a los españoles, como lo hizo Berta contra la transnacional china y el Banco Mundial.
La política extractivista de los gobiernos de la región sigue cobrando vidas. Global Witness revela que 40 % de los activistas ambientalistas asesinados eran indígenas y las principales causas de su muerte fueron la industria hidroeléctrica, la minería y la agroindustria. La criminalización de la protesta y la impunidad de los perpetradores es la constante.
Las víctimas son despreciadas o, en el mejor de los casos, consideradas subversivas. La anécdota de Pito Murgas (ex gobernador de Veraguas), citada por el camarada Carlos Francisco Changmarin, es ilustrativa, al señalar: “En el poblado de Las Palmas preguntamos a una maestra lo siguiente:- Maestra, arriba, a donde yo voy a realizar el censo, ¿hay mucha gente?- Y ella contestó:- Gente hay muy poca, pero indios hay una barbaridad”. Son “un grupo de indios incultos e ignorantes” (decía Alma Cortez: julio 2010), “borrachos y drogadictos” (consideraba Marisín Vallarino: febrero 2012).
Con Berta Cáceres, un ángel cayó, la humanidad, su pueblo, los bosques y ríos que defendió la lloran. Cayó un ángel bello y culto que desafío lo que denominó “el poder capitalista, racista y patriarcal”. Un ángel noble, defensor de sus tradiciones y de la madre tierra, galardonado en el 2015 con uno de los premios ambientales más prestigiosos globalmente, el premio Goldman, también conocido como el Nobel Verde.
Su muerte violenta es un crimen de lesa humanidad, que no quedará impune, porque Berta somos todas, y todos vigilantes de que se haga justicia, seguros de que en su pueblo, en pie de lucha contra las políticas extractivistas, en defensa de su agua, su territorio y tradiciones ¡”Miles de Berta Cáceres más se van a levantar!”.