Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político
Recientemente, afirmé que la humanidad ”vive los prolegómenos del interregno mórbido donde surgen los demonios”. Esto es, una ”policrisis” a la cual no es ajena la República de Panamá.
El pasado 20 de enero entro nuevamente como ”inquilino” de la «Casa Blanca», Donald Trump, cuya política imperialista de extrema derecha ha puesto en la picota la sobrevivencia política de este país.
Ahora, en las recientes elecciones en Alemania, el partido político de derecha Demócrata Cristiano y el colectivo de ultra derecha, Alternativa para Alemania, se alzaron con la mayoría parlamentaria (30% y 20%, respectivamente).
Y, aunque el líder Demócrata Cristiano (CDU), Friedrich Merz, ha manifestado que no hará alianza con la formación de ultra derecha (AfD), de Alice Weidel, lo relevante es que esta última se coloca como la segunda fuerza política germana, luego de alcanzar ”su mejor resultado histórico”.
Además de la ultra derecha alemana, ya juegan un rol importante en la política europea, incluso gobiernan, ”Hermanos de Italia”, de Gloria Meloni, Viktor Orban, de Hungría, ”Agrupación Nacional”, de Mari Le Pen, de Francia, ”Vox”, de Santiago Abascal, de España, entre otros fuerzas y facciones.
”Nuestra América” y la América sajona, no escapan al fenómeno de la derechización y extrema derechización de la política y del poder. La expresión más demoníaca del neo fascismo es, sin duda, la del presidente estadounidense Donald Trump, seguido del paleo liberal argentino, Javier Milei, y del populista de derecha salvadoreño, Nayib Bukele.
Todos ellos comparten, en mayor o menor medida, antivalores similares, como el racismo, el supremacismo blanco, la política anti ”WOKE”, el autoritarismo y la antidemocracia. Pero, también hay partidos políticos de corte democrático-burgués (oligárquicos) muy próximos a esas concepciones extremistas descritas.
Las causas del ascenso del neofascismo en el mundo son variadas y diversas, sin embargo, se repiten, algunas de ellas en diversos países de diferentes latitudes. Se destacan los problemas de la economía del neoliberalismo en crisis, los efectos derivados de la catástrofe migratoria, el voto de los jóvenes y el impacto de las ”redes” en la política.
En el contexto actual, la República de Panamá es objeto de ataques externos y de situaciones internas (POLICRISIS) que ponen en peligro la existencia como ente político soberano, independiente, libre y democrático.
Desde afuera, la política imperialista estadounidense y, desde adentro, la errática conducción del Estado nacional panameño, por parte del presidente José Raúl Mulino Quintero. Yodo ello nos tiene al borde de convertirnos en ”protectorado yankee”.
Al anterior peligro se suma la crisis política, económica y social de los gobiernos de la plutocracia corrupta y clientelar de los últimos 35 años, y la existencia de ”la otra república”, ”por obra y gracia” del TÍTULO XIV, EL CANAL DE PANAMÁ, de la Constitución Política, que transfiguró el Canal de Panamá, de ”patrimonio inalienable de la Nación”, en el gran «botín» de las transnacionales marítimas, de los ”amos chocolates” y del poder económico.
Por otro lado, desde la perspectiva económica y social las expectativas lucen desoladoras. Desempleo abierto en 10% y subempleo en 50% de la PEA. Déficit fiscal de 7.5%, deuda pública de 50,000 millones de dólares, que representa el 70% del PIB, deuda que hay que servir anualmente con alrededor de 3,000 millones de dólares. Servicios públicos inexistentes, por ejemplo, el 25% de la población panameña carece de agua potable 24\7. El 20% de los centros escolares no son aptos para el proceso de enseñanza aprendizaje y, peor aún, el gobierno pretende entregar el FONDO GENERAL DE RESERVA de la CSS (proyecto de Ley 163) a la voracidad de las entidades financieras particulares.
En síntesis, la crisis de gobernanza y de gobernabilidad realmente democrática que azota al mundo, también es una tormenta política en Panamá.
!Así de sencilla es la cosa!