Amenaza climática: vivir bajo una montaña que se desmorona

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Cumbre montañosa.

9En el monte Spitzer Stein, por encima de Kandersteg, el desprendimiento de rocas no es nada nuevo, pero los expertos afirman que la inestabilidad se está acelerando, debido –en parte– al deshielo del permafrost.

Por Simon Bradley / Swissinfo.ch

La cumbre del clima COP26 de Glasgow pretende conseguir que sus participantes adopten medidas climáticas más ambiciosas. Para algunos ya es demasiado tarde. En la popular estación alpina de Kandersteg, en el Oberland bernés, por ejemplo, los habitantes viven con la amenaza de que la cercana montaña Spitzer Stein se derrumbe.

En medio de un lago de montaña de color azul turquesa, dos turistas se pelean con una barca de remos. “¡Hay que tirar, no empujar!”, grita Robin desde la orilla.

El joven barquero sonríe y da una larga calada a su cigarrillo. Cada año miles de personas visitan las montañas y el espectacular lago de Oeschinen, más arriba del pueblo de Kandersteg. Esta mañana de otoño, sin embargo, está tranquilo. No muchas personas se han animado a alquilar una de sus barcas o a darse un chapuzón en el agua helada.

El sol de primera hora de la mañana pega en la imponente cima de 3 000 metros de altura. En torno al lago, de repente, resuena un ruido como de petardos. Ante las columnas de polvo que van a más en una ladera lejana, los turistas, ansiosos, entornan los ojos.

“Son pequeñas rocas que bajan por el Spitzer Stein. Mi jefe me ha dicho que anoche, a las 2 de la madrugada, hubo unas muy grandes”, me cuenta Robin.

Que la montaña golpee el lago de Oeschinen y arruine su negocio de alquiler de barcos no es lo que más le preocupa a Robin. Lo que le inquieta realmente es su pueblo: Kandersteg. Un pueblo que, si el Spitzer Stein se derrumbara, estaría justo en la trayectoria de cualquier desprendimiento de tierras, flujo de lodo o inundaciones.

En Spitzer Stein (2 974 m), la montaña con forma de Toblerone, amenaza el desastre. Aquí se está moviendo cinco veces más roca que la que en 2017 se desplomó en el Piz Cengalo, que devastó el pueblo de Bondo y mató a ocho montañeros. En el peor de los casos, podrían bajar veinte millones de metros cúbicos de piedra caliza y marga –el equivalente a ocho pirámides– con otros escombros y agua, anegando Kandersteg y a sus habitantes.

Cumbre COP26 en Glasgow: El permafrost se deshiela

La crisis climática, tema central de las conversaciones de la COP26 en Glasgow (ver recuadro), está transformando los Alpes suizos lentamente. Las temperaturas están aumentando, los glaciares se derriten y el deshielo del permafrost socava la estabilidad de las laderas de las montañas. La Oficina Federal del Medioambiente estima que entre el 6 y el 8 % del territorio suizo es inestable. En los próximos años, los asentamientos situados bajo las zonas de permafrost deben esperar cada vez más desprendimientos y flujos de lodo.

En la reunión de la COP26 no se va a debatir directamente en torno al permafrost y a las amenazas que se ciernen sobre las regiones alpinas. En Glasgow, sin embargo, sí se va a tratar ampliamente sobre cómo deben adaptarse las comunidades a los devastadores acontecimientos relacionados con el clima. Cada país debe presentar una “Comunicación de adaptación” en la que expongan sus esfuerzos, planes futuros y necesidades para adaptarse al impacto del cambio climático.

La estrategia suiza de adaptación al cambio climático a largo plazo se centra en 12 áreas prioritarias, entre las que se encuentra la gestión de los riesgos crecientes de desprendimientos, inundaciones, olas de calor y sequías.

La tendencia al calentamiento del permafrost es visible en todos los Alpes suizos. En los últimos 20 años, la red Permos ha vigilado y documentado el estado del permafrost en 30 lugares. Sus mediciones dibujan un panorama desolador: las temperaturas del permafrost han alcanzado niveles récord en muchos lugares de gran altitud, al igual que lo han hecho el grosor de la capa activa (la capa superior del suelo que se descongela en verano) y la velocidad de los glaciares de roca.

En el Spitzer Stein, los desprendimientos de rocas no son nada nuevo. Pero en la última década algunas partes de la montaña se han vuelto más inestables. Con la aparición de grandes grietas en el lecho de roca expuesto, se han extendido las zonas frágiles. Las causas son múltiples. Se cree que el deshielo del permafrost ha recrudecido la inestabilidad en las partes superiores de la ladera de la montaña. El aumento de las temperaturas ha derretido el hielo, permitiendo que el agua penetre en la roca subyacente y contribuya a la inestabilidad.

“En los últimos tres años hemos observado que toda la montaña se está derritiendo lentamente”, afirma Robert Kenner, un experto en permafrost del Instituto de Investigación de Nieve y Avalanchas (WSL).

Control las 24 horas del día

El problema es que la inestabilidad se está acelerando. Las enormes nevadas del pasado invierno y las intensas lluvias de este verano han aumentado el ritmo al que el Spitzer Stein se desplaza hacia el valle, explica Nils Hählen, jefe del departamento de peligros naturales del cantón de Berna.

“El tramo que se desliza más rápido se mueve entre 6 y 8 metros al año, lo cual es muchísimo. Hemos buscado casos similares en los Alpes o en otras partes del mundo, y es difícil encontrar tasas de desplazamiento tan elevadas”, explica Hählen.

Desde 2018, Hählen y su equipo de expertos han vigilado la montaña de cerca, estableciendo una red de observación las 24 horas del día, que incluye docenas de radares, GPS, cámaras y dispositivos de medición de precipitaciones.

Según Hählen, es poco probable que los 20 millones de metros cúbicos se desplomen en un solo desprendimiento. Pero en los próximos 5-10 años podrían producirse avalanchas más pequeñas de entre 1 y 8 millones de metros cúbicos.

Y advierte: “En el peor de los casos [una avalancha de rocas] podría acercarse al pueblo, aunque no entrar en él. Pero nos preocupan los procesos secundarios, como los flujos de escombros”. Un gran desprendimiento de tierras, acompañado de fuertes lluvias y flujos de lodo, podría anegar partes de Kandersteg.

Proteger el pueblo

Con su corbata roja ondeando al viento, el presidente comunal de Kandersteg, René Maeder, se encuentra al borde de un dique de diez metros de ancho cerca del centro del pueblo. El funcionario, de 67 años, señala el lugar en el que se colocará una enorme red metálica que atrapará las rocas y los escombros generados por los derrumbes del Spitzer Stein. La estructura de protección, que aún se está ultimando, cuesta 11,2 millones de francos (12 millones de dólares).

“Estas son las medidas de protección que ayudan en caso de sucesos pequeños o medianos. Pero es imposible que estas medidas protejan contra un muy improbable gran alud, imposible”, expresa Maeder, que nació en este pueblo de 1 300 habitantes.

Divididos ante los riesgos

Hasta ahora, las pequeñas avalanchas de rocas y las alertas de los geólogos han provocado el cierre de las rutas de senderismo y de las zonas situadas justo debajo del Spitzer Stein. Los visitantes parecen impasibles y los responsables de los hoteles dicen que no ha tenido un impacto notable en el turismo.

La población local, por su parte, está dividida en cuanto a los peligros y, a menudo, los habitantes de más edad son más escépticos.

“Me siento segura. Ahora tenemos protección contra las primeras grandes cosas si bajan. Y si siguen avanzando más, quizá haya pequeños daños, pero creo que los residentes estarán protegidos a tiempo, y cualquier daño podrá reconstruirse”, indica la anciana Doris Wandfluh.

Cuenta que los residentes de toda la vida están más acostumbrados a los peligros naturales –como avalanchas o tormentas– que los recién llegados, que se asustan, “porque tienen las imágenes del desastre de Bondo”.

El barquero Robin tiene dudas sobre las medidas de protección. “Algunos dicen que la presa no es un buen plan, que no es lo suficientemente ancha en la parte inferior; y yo estoy de acuerdo”.

“Prohibido construir”

Gracias a la amplia monitorización de alta tecnología, en menos de 48 horas se avisará de cualquier siniestro inminente. Los residentes deberían poder evacuar a tiempo, junto con los animales de granja. Pero las propiedades y las infraestructuras podrían resultar dañadas.

El peligro de aludes es un gran dolor de cabeza para el presidente del pueblo, Maeder, así como para muchos habitantes. El pasado otoño, las autoridades de Berna presentaron un nuevo mapa de peligrosidad de Kandersteg, que tiene en cuenta la nueva situación. Casi dos tercios del pueblo han sido clasificados como zona de peligro roja o naranja, incluso la oficina municipal de Maeder. No se pueden construir nuevos edificios ni reconstruir los destruidos. Solo se permiten pequeñas renovaciones y ampliaciones.

“Básicamente se prohíbe construir. Es un desastre para los negocios locales”, observa Peter, el marido de Doris Wandfluh, que es arquitecto. Debido a la zonificación de riesgos, le rechazaron recientemente cinco solicitudes de construcción por valor de 3,5 millones de francos.

El año pasado algunos residentes se pusieron en contacto con Maeder para pedirle que luchara contra la nueva zonificación de riesgos, que consideran exagerada y que ha sido impuesta por las compañías de seguros de edificios. Se espera para diciembre una decisión sobre posibles adaptaciones.

“Hoy tenemos la tendencia de querer asegurarlo todo. Pero eso no se puede hacer”, explica el presidente local.

Durante generaciones, los habitantes de Kandersteg han convivido con el peligro. La cuestión sigue siendo: ¿qué riesgos están dispuestos a asumir?

“¿Cuánto queremos asegurarnos nosotros mismos por un suceso que solo puede causar daños materiales?”, se pregunta Maeder.

Traducido del inglés por Lupe Calvo. 

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