70 aniversario del Festival de la Mejorana, palabras de Manuel Zárate

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Manuel F. Zárate P.
Guararé, 24 de septiembre 2020

Quiero en primer lugar aprovechar la ocasión, para enviar un fraternal saludo a todo el pueblo de Guararé, a sus autoridades y al Patronato del Festival por esta maravillosa iniciativa de no dejar caer en el vacío el permanente esfuerzo por valorar las tradiciones culturales populares del ser panameño, como raíces legítimas que alimentan nuestra nacionalidad y singularizan la identidad de nación.

Sin lugar a duda el mundo –y en éste, nuestro país– está pasando por una dura prueba que ha puesto de relieve, aquí y allá, todas las debilidades de la sociedad contemporánea. No obstante, las crisis son a la vez que inquietantes, motores activos de la historia; y desde este punto de vista, la coyuntura nos brinda un momento de reflexión sin igual en la perspectiva de entender el país que tenemos y de oportunidades para diseñar el país que queremos, que favorecen el estudio y rescate de nuestro ADN cultural.

Cultura popular istmeña

Agradezco al Patronato la invitación que me hace para dedicarles unas cortas palabras a mis padres, en esta hora de homenajes. Justo es decir que representa la nota de agradecimiento de nuestro pueblo a ellos, por haber regado en hora buena aquel fertilizante que ha sostenido el sustrato de la cultura popular istmeña, ante los vaivenes de la interoceanidad centenaria que contribuyó a la integración planetaria, hoy elogiada.

Las personalidades descubren su verdadero significado como capitanes de la construcción social, cuando se les evalúa en el barco imparable de la historia. Visto así, a mis padres –y ya lo he dicho en otras ocasiones– hay que entenderlos en el callejón del tránsito de la República dependiente y tutelada, surgida de la derrota de los liberales revolucionarios en la “Guerra de los Mil Días” y de los conciliábulos que le sigue para abrir las entrañas del istmo, a la República independiente, con personalidad propia, democrática y socialmente justa, o sea a la formación de una nación íntegra y soberana.

Es precisamente en esta tarea de forjar una personalidad propia, que entra a jugar como eslabón estratégico, el papel del tejido cultural labrado desde el corazón de nuestro pueblo durante los siglos XVIII y XIX, y transferido intacto al Siglo XX, especialmente por indígenas y campesinos celosos de sus costumbres; pues es en ese tejido que se conserva el actual código genético cultural de la nación. Hubo pues que estudiarlo, conservarlo, promoverlo, divulgarlo y transformarlo en eje organizador de la identidad patria; creo que es ese el vacío que se disponen llenar Manuel y Dora, en la circunstancia de su tiempo…

Nace así en estos dos panameños ese espíritu de guerreros de la investigación folklórica junto a sus respectivas disciplinas académicas, pero también la necesidad de comunicar el conocimiento adquirido, y aún más, de fomentar el diálogo horizontal entre la diversidad cultural extendida del territorio, que fue lo que caracterizó en su momento actividades como la Semana del Maíz de la Escuela Profesional Isabel Herrera Obaldía, y por supuesto, este festival, portador del nombre de un extraordinario instrumento que nos singulariza: La Mejorana.

Hoy, cuando hemos logrado ese hito vital de ser soberanos en todo el territorio, faltando aún por ganar el reto de alcanzar nuestra plena autodeterminación como República, este componente cultural, nacido del anonimato de nuestro barro, cobra una inmensa importancia para el largo andar que queda por desarrollar hacia el fortalecimiento de la nación.

Fragmentación Social

Me viene a la memoria –y no por casualidad–, las fructíferas polémicas que se presentaron en las ocasiones de incorporar al Festival de la Mejorana a los Congos de Colón, porque el problema para algunos era, si estos juegos eran panameños o no… Y más tarde, hubo lo mismo con las danzas y cantos de origen afroantillanos de Bocas del Toro, porque también la interrogante era si esto era panameño o no, a lo que se agregaba la contravía de sus raíces anglosajonas.

Y recientemente me hablaba un Profesor guna, de la gran frustración cultural que sienten las etnias originarias nacionales, porque se ha querido hacer del folklor santeño la manifestación que tipifica el folklor de Panamá; no sin dejar de señalar como paréntesis, la existencia de algún indicio racista en la selectividad… Lo cierto es que de todo esto hay todavía en Panamá; e inequívocamente es una causa inobjetable de la aún persistente fragmentación social de nuestro pueblo como nación, problema que requiere pronta solución…

Identidad panameña en construcción

Debemos entender que la identidad panameña ha estado en permanente construcción; y hoy, cuando el país abre sus puertas a la integración plena, como soberano, se intensifica notablemente este proceso. Cabe agregar que, rico será el resultado, si en lugar de deformar lo surgido del alma popular y acumulado por la articulación histórica, lo enriquecemos con todo aquello legítimo que en algún momento se quedó aislado por la marginación nacional. Si mis padres vivieran, estoy convencido que el azimut de su tarea sería abrir las puertas de par en par al intercambio igualitario entre ese abanico cultural que le pertenece a nuestro pueblo y que lo hace orgulloso de la nación.

No hay que tenerle miedo a la evolución cultural que nace de la entraña auténtica de nuestro pueblo, que nos potencia y nos cohesiona como nación; hay que tenerle miedo SI, a la alteración manipulada de la conciencia nacional y de sus formas sociales, que nos enajena y dispersa.

El Festival de la Mejorana

En ese camino, el Festival de la Mejorana tiene una misión fundamental que cumplir: ofrecer sus espacios de diálogo y escenarios al fomento y fortalecimiento de la interculturalidad panameña, como vía de coadyuvar a la unidad de país con el contenido patriótico de las esperanzas emancipadoras –que es el canto de toda nación–, expresada mediante el mosaico multicolor de las distintas formas vernaculares vigentes, que ennoblecen nuestros sentidos.

Con tal horizonte, lo sustantivo del Festival será lograr ese cometido a través de la manifestación folklórica del panameño; es decir, de sus expresiones culturales tradicionales, anónimas, populares, funcionales, plásticas y ubicables en la geografía territorial.

“Injértese en nuestras repúblicas el mundo –dijo José Martí–; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas!”… Un mensaje indeleble, escrito en la larga historia de Nuestra América.

 

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