Bajo alta tensión: los rayos asustan, matan y hasta lo dejan sin memoria

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Tormenta sobre Bad Homburg, estado de Hesse, Alemania.

Quienes sobreviven a un rayo tienen que lidiar con las graves secuelas que deja. Este fenómeno natural de hasta 100 millones de voltios se graba en la mente y el cuerpo.

Por Gudrun Heise (jov/er)

Un rayo traspasa a una persona en sólo milisegundos. De ahí en adelante, nada será lo mismo. Un rayo impacta con temperaturas de unos 50.000 grados Celsius, un calor como en la superficie del sol.

Truenos, destellos y rayos son para muchos un espectáculo fascinante. A otros les causa pánico. “Sobre todo a quienes sufren estrés post-traumático después de un impacto de un rayo”, dice a DW Berthold Schalke, de la Clínica Neurológica de la Universidad de Ratisbona, quien ha tratado a víctimas.

En su mayoría, éstas sufren quemaduras de segundo grado, comparables con un escaldado por vapor de agua. Incluso las llaves pueden ser peligrosas.

“Cuando se portan en un bolsillo, un rayo puede derretirlas e incrustarlas en el músculo, depende de si la electricidad corre sobre la piel o traspasa a la persona”, dice Thomas Raphael, de la Asociación de Ingenieros Eléctricos (VDE).

“Hay víctimas que llevaban una cadena de oro que se esfuma en su propio cuello”, dejando quemaduras graves, recuerda Schalke.

Músculos fuera de control

La corriente también puede entrar al cuerpo por la cabeza: a través de los oídos, las fosas nasales, la boca y las cuencas oculares y de allí a la médula espinal. Gran parte de nuestro cuerpo funciona con la ayuda de la electricidad, como los músculos y los nervios cerebrales. Un rayo puede dañar el sistema nervioso. Sin control, los músculos quedan flácidos. Las víctimas caen y no pueden moverse, quedan paralizadas. “Es como una paraplejia”, agrega Schalke, aunque es pasajera.

Un rayo puede lanzar a una persona varios metros por los aires o alterar su ritmo cardiaco. “Aunque, por lo general, estas personas ya tenían algún daño cardiaco”, apunta Schalke. Algunas víctimas tienen que ser reanimadas. “Muchos podrían ser salvados si recibieran los primeros auxilios adecuados”, concluye el neurólogo Berthold Schalke.

A la velocidad de un rayo…

Todo pasa, literalmente, a la velocidad de un rayo, pero las secuelas se quedan, como “el miedo a explosiones y ruidos fuertes”, dice el profesor Schalke. En Alemania, cada año hay entre 30 y 50 personas afectadas por rayos. Un 10% de ellas muere.

“Un rayo puede destruir nervios y músculos. Debido a su alto contenido de líquido, las cargas eléctricas no encuentran resistencia. Los daños cerebrales y de los nervios pueden ser tan graves que la persona ya no puede detectar el calor y puede quemarse en cualquier momento”, dice Schalke.

La pérdida de la memoria y hasta alteraciones de la personalidad pueden ser otras secuelas. “Hemos tratado a jóvenes que tienen que interrumpir sus estudios, debido a los daños neurológicos”.

¿Cómo saber cuándo va a caer un rayo?

Según el ingeniero Thomas Raphael, “la mejor protección de los rayos la ofrece un techo de cemento o un auto, nunca un árbol”.

“Cuando veo un relámpago, empiezo a contar hasta escuchar el trueno, luego divido esa suma por tres”, así calcula Rafael la distancia en kilómetros del impacto del rayo. “Si cuentas 30 segundos, la distancia sería de diez kilómetros. Si entre relámpago y trueno hay menos de diez segundos existe un peligro mortal”, advierte el VDE, que, además, recomienda esperar 30 minutos para abandonar el lugar de protección.

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