Todo lo que tienes que saber sobre el uranio en América Latina

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Una forma sólida de uranio. (Foto: CC BY 2.0).

América Latina tiene importantes reservas de uranio en varios países. Su explotación data de los años 50 y en la actualidad es muchas veces objeto de controversia por su impacto en las comunidades locales. Sputnik te presenta una radiografía de la situación actual de este preciado mineral.

Sputnik

De este elemento se pueden obtener enormes cantidades de energía. La mayoría se encuentra en estado sólido. Este metal se enriquece para obtener el isótopo U-235, que se utiliza en reacciones de fisión. Los átomos se bombardean con neutrones para romper su núcleo. La energía liberada en este proceso puede ser transformada y aplicada para infinidad de usos: desde la obtención de electricidad hasta la construcción de bombas.

Entre los países con más reservas conocidas de uranio capaces de ser explotadas están Australia (29%), Kazajistán (13%), Rusia (9%), Canadá (9%), Sudáfrica (6%), Níger (5%) y Brasil (5%), de acuerdo con cifras de 2016 de la Asociación Nuclear Mundial. La entidad destaca que es un elemento relativamente común y que sus reservas suelen ser mayores de lo que se cree.

La ANM indica que los recursos mundiales de uranio han subido “al menos en un cuarto en la última década producto de la incrementada explotación mineral”. En varios países de América Latina existen reservas no explotadas del mineral. Actualmente, entre el selecto club de los productores se encuentra Brasil. Argentina lo estuvo hasta 1986 y podría volver, de acuerdo con trascendidos de prensa.

Hay indicios de que Colombia, Guyana, Paraguay y Perú tienen potenciales yacimientos de este combustible nuclear, capaces de poner a la región en un importante lugar dentro del mercado. Solo Argentina, Brasil y México tienen centrales nucleares para abastecer sus redes eléctricas. El resto de los reactores nucleares, por ejemplo, en Chile, Colombia o Venezuela, fueron construidos apenas con fines de investigación.

Argentina

El país posee unas reservas comprobadas de uranio de unas 30.000 toneladas, distribuidas entre las provincias de Salta, Mendoza, Chubut, La Rioja, San Luis y Córdoba. Sin embargo, desde la década del 2000 se decidió suspender la explotación del mineral “debido a sus altos costos”, explica el portal Educ.ar, del Gobierno federal argentino. Desde entonces, el país importa al menos 100 toneladas por año.

En Mendoza, donde se encuentran las mayores reservas conocidas, la producción comenzó en el año 1955 y se culminó a mediados de los 80. Otras minas se concretaron en 1977, 1982, 1991 y 1993 a lo largo de las provincias productoras. La estatal Comisión Nacional de Energía Atómica fue la entidad encargada de la gestión de los establecimientos.

Empresa china construirá dos centrales nucleares en Argentina

En los últimos días, el periódico El Chubut publicó que en esa provincia patagónica existen reservas probadas capaces de abastecer durante 32 años a las tres plantas nucleares del país: Embalse y Atucha I y II. Según el periódico, basado en un informe oficial al que tuvo acceso, Argentina depende de otros países para conseguir las 225 toneladas de uranio para dar combustible a dichas plantas productoras de energía eléctrica.

El informe del Ministerio de Energía y Minería en el que se basa la publicación asciende a 94 años el abastecimiento nacional si se tienen en cuenta las reservas “inferidas”, cuyo potencial se supone, pero no se confirma hasta que se exploten.

El período de abastecimiento se podría ver reducido si Argentina concreta la construcción de otras dos centrales nucleares planificadas. Más allá de estos trascendidos y ante la protesta de grupos ciudadanos locales, en 2016 las autoridades negaron las intenciones de producir uranio en Chubut.

En la provincia de Río Negro también hubo denuncias por supuestas actividades de minería no declarada para extraer uranio. Varias ciudades se opusieron a esta medida por preocupaciones de la población. La empresa canadiense Blue Sky Uranium, una de las encargadas de las prospecciones, admitió la existencia de reservas importantes en la provincia.

Mientras tanto, en Mendoza, el antiguo yacimiento de Malargüe, el primero del país que operó durante 31 años ‒de 1955 a 1986‒ se transformó en un ejemplo mundial. Luego de su cierre, cientos de miles de toneladas de desechos tóxicos quedaron al descubierto, afectando la salud de la población. Hoy, el saneamiento, el relleno y el tapizado de la mina permitió la construcción de un parque comunitario.

Una planta de la estatal Dioxitek realizaba en Córdoba el procesamiento del uranio para adaptarlo a combustible nuclear. Ahora, se prevé la construcción de una planta en Formosa, frente a la frontera con Paraguay.

Brasil

En Caetité, Bahía, Brasil tiene su principal yacimiento de uranio. En los últimos 15 años, produjo más de 3.000 toneladas del elemento metálico, que luego es llevado a Europa. Allí es sometido a otro proceso para conseguir energía nuclear: se transforma en un gas, que luego puede ser enriquecido.

Su funcionamiento fue interrumpido temporalmente, pero se piensa retomar la actividad en los próximos meses. Algunas organizaciones denuncian la contaminación de las aguas locales.

La producción de Caetité es suficiente para abastecer las plantas de Angra 1 y 2, en el Estado de Río de Janeiro. Una tercera, Angra 3, está en proceso de concreción. Brasil se ha propuesto ampliar su producción del combustible nuclear para 2030 con la construcción de otras ocho centrales.

Según datos publicados por el Instituto Minere, Caetité es actualmente la única mina productora de uranio en América Latina, con una capacidad de producción para 30 años. Sin embargo, el potencial podría ser mayor y podría haber hasta 100.000 toneladas.

Según las Industrias Nucleares de Brasil, el gigante suramericano satisface con su capacidad nuclear actual las 400 toneladas necesarias para operar sus plantas, posible de ser ampliada a 8.000. En Ceará, hay un proyecto en desarrollo con una reserva de 80.000 toneladas y una capacidad de producción anual de 1.600 cuando se construya.

Anteriormente, Brasil disponía de otra mina de uranio en el Estado de Minas Gerais, que debió ser cerrada en 1995. Los ambientalistas han manifestado en repetidas veces su preocupación por la presencia de desechos nucleares que afectan la salud de la población.

Colombia

Este país bioceánico no tiene aún ninguna planta de producción activa de uranio, pero sí actividades de exploración en la mina Berlín, de la canadiense U3O8. Se supone que este yacimiento en el departamento de Caldas puede producir el elemento a bajo costo por la explotación de la planta para obtener otros minerales.

La revista Portafolio indica que, según informes de organismos internacionales de energía atómica, el país dispone de “11.000 toneladas de recursos pronosticados y 217.000 toneladas de recursos especulativos”.

Paraguay

Paraguay tiene una industria minera incipiente que busca ampliarse. De acuerdo con el ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones del país, hay 21 proyectos mineros, uno de ellos de uranio.

Según el diario local La Nación, el proyecto de la empresa Transandes en la zona de Yuty (Caazapá) con una capacidad certificada de 10 millones de libras (unas 4.535 toneladas) que podría incluso duplicarse.

Tanto las autoridades como la empresa están esperando un repunte en la cotización del mineral para empezar la explotación efectiva.

Perú

Este país, con una fuerte tradición minera, podría transformarse en los próximos años en una potencia mundial en materia de uranio. Según el Instituto Peruano de Energía Nuclear, el yacimiento de Macusani, en el departamento de Puno, tiene una capacidad de al menos 16.000 toneladas del elemento.

Sin embargo, según declaraciones de Moisés Guía, congresista y especialista en minería, la legislación del país no permite la explotación de este elemento. El legislador del partido oficialista Peruanos Por el Kambio (PPK) busca impulsar una norma para que se pueda capitalizar este potencial que significa “una fuente de energía para 200 años”.

Mientras tanto, se sigue avanzando en la exploración para conocer más sectores de los cuales se puedan extraer.

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