Por Jairo H. Pertuz S.
Periodista y analista Internacional
Quiénes no renunciamos a nuestros derechos inalienables, de conciencia, y que defendemos los principios de equidad natural y ética, no podemos ignorar los hechos que, en un supuesto mundo civilizado, ocurren casi a diario, en perjuicio de las mayorías de la humanidad.
Por algo, el Creador nos concede el privilegio de tener conciencia, que está muy por encima de tretas jurídicas, manipulaciones e interpretaciones acomodaticias inconfesables. Hoy los actos de corrupción y criminalidad superan toda estimación.
Los seres humanos, en algunos grupos de estos, se han ido convirtiendo en los peores depredadores de la maravillosa creación que nos ha sido regalada. Pequeños grupos políticos y empresariales no tienen escrúpulos y cometen hasta crímenes y todo tipo de atropellos con descarado cinismo, con los cuales parece ser imposible de lograr un equilibrio justo.
Aún con leyes y organismos creados supuestamente para defender derechos, estos son violados a cambio de prebendas y subterfugios facilitadores de trampas y robos con pasmoso cinismo. Son muchos los casos descarados y violentos de usurpación de gobernantes en África y América Latina que se dan con el aval y hasta participacion foránea.
Por eso y más, admiro tanto a Lumumba, Mándela y a nuestro Bolívar, con el ejemplo de sus luchas, su vision y su sueño de integrar la Patria Grande que, intereses foráneos y sus coyotes internos, vienen impidiendo, pasando por Colombia, Ecuador, Venezuela, Chile, Bolivia, Brasil, Argentina y ahora mismo Perú.
