La búsqueda de una solución integral al problema de la recolección y disposición final de la basura en Panamá pasa por asumir una política de Estado coherente, responsable y ambientalmente segura.
Diversas señales de alarma se han encendido como resultado de la combustión de millones de toneladas de desperdicios en el vertedero de Cerro Patacón, un territorio inhóspito dominado por pandillas y personas al margen de la ley.
Durante varios días, las ciudad de Panamá ha sido sometida al humo que emana del fuego provocado en el principal vertedero de desechos industriales y domiciliarios en la capital. Pero, lo peor de todo, es que hay otros 80 sitios similares en este país.
Las emisiones contaminantes de la basura quemada contienen metales pesados tóxicos, dioxinas y furanos que afectan la salud de los irritados y molestos habitantes en la metrópoli.
Se considera un crimen imperdonable que la urbe haya abandonado el modelo de relleno sanitario original para preferir vertederos a cielo abierto, que son el foco de perjuicios ambientales que conspiran contra la vida y el Medio Ambiente.
Detrás del escándalo de la basura, hay una especie de mafia que lucra con la miseria y desprecia las soluciones tecnológicas. Oscuros contratos de concesión a grupos privados y la compra de inadecuados equipos rodantes para la recolección, son parte de ese complejo escenario en un país atrapado por la inmundicia.
