Por Abdiel Rodríguez Reyes
Doctor en filosofía
El poder es para ejercerlo. Así lo planteó Michel Foucault en sus análisis sobre el biopoder. En efecto, eso es lo que hacen muchos gobernantes, al ejercer su poder sobre la base de sus intereses. En ocasiones, ese ejercicio puede ser para progresar, avanzar, pero en otros casos, supone la regresión.
Precisamente, eso es lo que preocupa muchísimo en la actual coyuntura: la regresión política. Se vislumbra en el futuro inmediato la aplicación de reformas importantes en materia educativa y laboral, por lo menos. Existe un escenario de regresión y reflujo en un sentido político, en el que la correlación de las fuerzas de contrapeso al poder está fuertemente golpeada.
La realidad es que persiste una deuda pendiente del siglo pasado, pero en estos momentos no considero que sea una reforma democrática por las represalias desmedidas contra los gremios docentes No es posible hacer una reforma de tal envergadura sin la participación de ese sector, como también de toda la comunidad. Panamá tiene uno de los Códigos de Trabajo más proteccionista y con la actual cartera ministerial es evidente un enorme retroceso, en particular, sobre la materia sindical y los derechos laborales.
En la coyuntura política que vive Panamá, se observa un preocupante retroceso en términos de derechos y libertades y, en términos generales, las condiciones materiales de vida. La falta de un contrapeso efectivo al poder gubernamental ha debilitado las instituciones democráticas, generando un clima de descontento generalizado.
El fenómeno de regresión y reflujo no sólo afecta a los sectores más vulnerables, sino que socava la legitimidad de las reformas propuestas posibles, que parecen más orientadas a intereses particulares que al bienestar colectivo.
La situación se agudiza cuando se reconoce la evidente falta de diálogo con los gremios y la llamada sociedad civil. Las reformas, especialmente en el ámbito educativo, no pueden ser efectivas ni justas, sin la participación de los docentes y de la comunidad. La historia ha enseñado a todos que las reformas impuestas desde arriba, sin consenso, están destinadas al fracaso o a generar resistencia.
En Panamá, en el contexto actual, donde se plantean cambios significativos en el Código Laboral, hay una visión que privilegia el debilitamiento de las fuerzas sindicales sobre el diálogo y la colaboración.
Es necesario advertir el peligro de imponer cambios sin el apoyo de los sectores representativos, recordando que las reformas adoptadas desde arriba suelen fracasar. Es necesario que el gobierno reconozca la importancia de construir puentes, en vez de dinamitar esos pasos. Al mismo tiempo, debería dar prioridad al diálogo tripartito para garantizar el bienestar colectivo sobre los intereses particulares.