Por Alberto Velásquez
Periodistas y relacionista público
Sabido es que el diálogo pudiese ser un buen sistema para encarar un problema público en crisis. Pero, también es una fórmula para enterrar un tema. En el caso de la Caja de Seguro Social (CSS), no hace falta discutir su situación en un diálogo que tiene como fecha de cumpleaños todo un año. No sólo su autopsia debe hacerse aparte del diálogo nacional, sino adoptando una serie de medidas que pueden ser aplicadas a corto plazo.
Considerando que es una institución que sobrevive porque los trabajadores pagan por adelantado las cuotas, pues los patronos la deducen antes de pagarle sus salarios, el concepto de solución a los problemas de la CSS debe encarar, en primer lugar, su financiamiento. Para ello, hay que comenzar con reunir a la junta directiva del Banco Nacional, o a quien le corresponda, para que se pague a esa institución el interés bancario sobre sus fondos, al igual que cualquier otro cliente. No hay una explicación valedera para la discriminación de que es objeto esta institución. El reporte sería de cientos de miles que pudieran consignársele periódicamente.
Como principal empleador, el Estado descuenta puntualmente la cuota obrera a sus funcionarios. O se pone al día o asume su responsabilidad mediante algún documento financiero. En ese sentido, habría que deducir de los gastos de representación, viáticos y demás canonjías que gozan ciertos empleados de alto nivel, la cuota de la CSS. Por esa razón, algunos empleados tienen gastos de representación casi tan altos como su salario. Estas y otras medidas no necesitan ser ventiladas en un diálogo nacional.
Sin tomar en cuenta ni la opinión ni sus finanzas, le cargan cientos de miles de balboas a fondos de la CSS en jubilaciones especiales, que no tienen fundamento. Todos debemos ser iguales ante la ley. Un ejemplo de ello, es el peso financiero de las jubilaciones especiales que perciben integrantes de la Policía Nacional, quienes no sólo se jubilan en pleno goce de sus facultades, sino que tienen asignadas jubilaciones astronómicas.
Tampoco se necesita un diálogo nacional para negar las moratorias de los empresarios que se quedan en sus bolsillos con las cuotas de los trabajadores, las que son aprobadas en todos los gobiernos. Quienes no reportan a la CSS las cuotas de los trabajadores, deben ser considerados delincuentes.
Por falta de una administración seria y científica, la CSS no tiene por qué perder millones de balboas en medicinas expiradas. En tiempos de avances tecnológicos, deben ser establecidos los niveles de demandas en los medicamentos. A la mafia que maneja la compra y uso de medicinas, hay que quebrarla de una vez por todas. La CSS requiere negociar directamente la compra de medicinas con las casas productoras.
Los gastos innecesarios y una evidente abultada planilla deben ser escrutados a fondo, para solucionar la pandemia interna que sufre nuestra primera institución de seguridad social. Se necesitan coraje y transparencia para encarar los problemas que afectan a la CSS.