¡Una lira de 95 años!

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Sonora Lira Matancera.

Por Wilfredo Alayón

Matanzas, Cuba (PL) – Corrían los años de 1920 y en los barrios de La Marina, Simpson y Pueblo Nuevo, de esta occidental ciudad cubana, la rumba y el guaguancó alborotaban los salones y fiestas populares.

Cuna de importantes músicos, en esta villa, a 100 kilómetros al este de La Habana, nacían por esa época en patios y solares septetos creados para amenizar tertulias vespertinas y bailes improvisados en casas de vecinos.

Según la investigadora María Victoria Oliver en este ambiente tiene su raíz uno de los fenómenos menos estudiados y, sin embargo, ‒afirma‒ de mayor influencia internacional en la identidad de la música cubana: los conjuntos del tipo sonora.

“Se trata de la conversión del septeto en una formación musical que impuso una forma de hacer, un estilo y un timbre, que han sobrevivido por más de ochenta años”, apunta.

Uno de esos septetos originales fue La Lira Matancera, creada por el guitarrista Leoncio Soler y sus hijos, en la barriada neopoblana el 18 de mayo de 1924, abunda Oliver.

Explica que, en 1927, la agrupación llega a la capital de la isla de la mano del compositor y tresero Félix Cárdenas, y la conversión a conjunto, entre las décadas del 1930 y 1940, consolida un formato innovador en la música popular de esas décadas.

En 1930, Dámaso Pérez Prado, conocido posteriormente como El Rey del Mambo y de amplia trayectoria musical en México, colabora con la Lira Matancera como pianista y arreglista hasta 1937.

La nómina de la Lira ‒abunda‒ incluyó en su plantilla original como cantante a un muy joven Esteban Lantriz, “Saldiguera”, quien años después sería una de las voces clásicas de la rumba como integrante de Los Muñequitos de Matanzas.

Después de mantenerse un largo período en la capital de la mayor de las Antillas, la Lira regresa a su ciudad natal en 1958, donde tiene público y mayor estabilidad de trabajo.

Esta nueva era, dirigida entonces por el compositor y pianista Ildefonso Marrero, es plena de actuaciones por toda la provincia y fuera de esta, dice Oliver.

‘Comparten escenario con Benny Moré (en su última actuación en Matanzas, en 1963); trabajaron con Fajardo y sus Estrellas, Pacho Alonso, Chapotín, Roberto Faz, Gloria Matancera, Conjunto Casino y Neno González, entre otras’, acota.

Oliver destaca que en 1984, al celebrarse el 60 aniversario de su creación, La Lira Matancera protagoniza un evento inédito en el ambiente musical cubano: la realización de un concierto junto con la Orquesta Sinfónica de Matanzas.

Esta presentación tuvo por escenario la sala de conciertos José White, que acogió la primera puesta a consideración del público de un danzón, “Las Alturas de Simpson”, por su creador, el músico Miguel Failde y su orquesta acompañante.

Actualidad de la lira

La Lira es el conjunto sonero más longevo de Cuba y del mundo, pero su extensa carrera significa mucho más que una robusta tradición en la música cubana, significa Juan Francisco González, relacionista público y productor de la orquesta.

“Es también la historia de una constante voluntad para sobrevivir a los cambios generacionales y a los gustos de moda; y por qué no decirlo, a las mal querencias de algún que otro gestor institucional poco sensible”, expresa.

A juicio de González, la Lira ha hecho suya la música gestada por varias generaciones de compositores matanceros, algunos menos recordados, y ha asumido la responsabilidad de mantener en el ambiente sonoro actual su colección clásica.

En la actualidad, el grupo está en manos de la tercera generación de integrantes bajo la dirección del trompetista Carmelo Marrero, hijo del pianista y compositor matancero Ildefonso Marrero, el hombre que devolvió la Lira a Matanzas.

“El repertorio activo de la Lira Matancera lo forman más de 200 temas clásicos de las orquestas cubanas de las décadas de oro”, comenta Carmelo a Prensa Latina.

Entre esos autores citó a Pérez Prado, Félix Cárdenas, José Claro Fumero, Severino Ramos, Nilo Menéndez, Arsenio Rodríguez, Ernesto Duarte, Fernando Mulens, Rosendo Ruiz, Senén Suárez, entre otros autores locales y de reconocimiento internacional.

“Versionar a su estilo, temas populares, tanto cubanos como de autores internacionales ha sido otro de los rasgos propios del trabajo de la Sonora Lira Matancera”, explica.

El grupo ‒añade‒ ha sido reconocido y homenajeado por entidades cubanas y del orbe, como el Instituto Cubano de la Música, la Corporación Club Social Sonora Matancera de Medellín, Colombia, y el Club Mexicano de Coleccionistas de la Música Tropical.

Carmelo sostiene que el secreto del estilo del colectivo consiste en preservar el repertorio tradicional, y consagrarse por completo a la música popular bailable.

“Por eso la acogida del público y los bailadores en naciones como Colombia, Bolivia, México, Perú y Estados Unidos”, estima.

González considera que, “por tantas razones, la modestia entre ellas, la Sonora Lira Matancera representa todo lo que el son cubano tiene de matancero: el hacer de las sonoras, la variante más conocida en el ámbito continental caribeño; la más reproducida y coleccionada”.

“Es por ello una justa festividad estos 95 años, una fiesta para agradecerle a esta Lira Matancera de hoy que sigue ahí, en la tarima, sonando a personajes de barrio, a boleros de medianoche y a rumbas de patios”, enfatiza.

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