Patria, coima y sobreprecios

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Los “maletinazos” de las coimas deben ser investigados. (Foto: CC0 / PxHere).

Por Alberto Velásquez
Periodista y relacionista público

Quienes hemos participado en los desfiles patrios, para honrar a los forjadores de la nacionalidad, aplaudimos el hecho de que el presidente Laurentino Cortizo se regocije con diversos actos conmemorativos y aproveche las efemérides para mandar a la población mensajes entusiastas propios de su responsabilidad como primer mandatario del país.

En un discurso pronunciado en el mes de la patria en La Chorrera, en Panamá Oeste, Cortizo destacó vehementemente que no se ama a la patria con coimas y sobreprecios, porque esos delitos deleznables afectan a los sectores más necesitados de soluciones.

Es necesario aclarar que escándalos por coimas y sobreprecios acapararon los titulares de las portadas de los principales medios de comunicación en los últimos 10 años. Esos hechos bochornosos describen una década de situaciones desastrosas de saqueo del patrimonio nacional y merecen ser castigados.

Nunca antes habían sido mostrados en la palestra pública a ministros de Estado y empresarios, incluido un ex presidente, quienes desfilaron entre los acusados de ser los responsables de graves actos de corrupción.

Algunos personajes de marras que son ahora el centro de acusaciones de delitos de alto perfil, se vieron compelidos a acudir a los tribunales de Justicia, mientras que otros implicados tuvieron que consignar miles de dólares en fianzas y negociar acuerdos de pena para librarse de una penalización ejemplar.

Mas recientemente, en medio de los llamados “Varelaleaks”, se ha recrudecido el tema nefasto de la corrupción, al punto de que los implicados en las denuncias interpuestas en las fiscalías no son precisamente los que aman la patria, pero sí los que más practican el culto al “juega vivo” por encima del genuino interés nacional.

Un claro ejemplo de corrupción se percibe a través de las empresas a las cuales el Estado les adelantó dinero y aún no terminan las obras de construcción previamente licitadas. Algunas compañías investigadas cerraron operaciones o desaparecieron en forma deliberada, para evitar acciones judiciales en su contra por fraude.

Los hechos están a la vista de todos, a través una enorme cantidad de detalles, pero los implicados en los casos no aparecen, y los fiscales y jueces son cuestionados, proyectando una sensación de impunidad.

En el aludido discurso, el presidente Cortizo, autoproclamado el primer obrero del país, nos invita confiar en el compromiso de “limpiar la casa”, realizar el nombramiento de magistrados idóneos, y que en algún momento los “peces gordos” de los sobornos y los malos manejos sean sancionados con todo el peso de la ley.

En razón de las enormes cifras de coimas y sobreprecios, que afloran en os escándalos, es necesario tomar medidas. No puede pasar inadvertida la confesión de funcionarios y empresarios que aceptaron ser parte de un esquema de corrupción y abusos.

A los inescrupulosos que saquearon las arcas del Estado, se les debe confiscar sus fortunas mal habidas. De ese modo, la población panameña podría vanagloriarse de que no habrá más muertos por hambre, que los niños de tercer grado puedan entender lo que leen, y que el proyecto estudiar sin hambre sea realmente efectivo.

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